El Investigador

El ser humano desde su nacimiento se le es inculcado valores tanto morales como éticos dependiendo de su entorno familiar al cual pertenece, viene siendo como la base fundamental de toda persona, de allí se desprende hacia la educación manteniendo su respeto ante todo, su honestidad hacia con los demás y un buen educador tiene que tener en cuenta esos puntos clave para poder llegarle a los alumnos y contribuir hacia un buen desarrollo de su país.

De igual modo quien ejerce la función docente debe manifestar asertividad y empatía, confianza en sí mismo, debe manifestarse en la toma de decisiones autónomas, consistentes éticamente y comprometidos socialmente. Para ello además de sus condiciones personales, debe tener como base de afirmación personal, las señales provenientes, por una parte las evidencias empíricas que surgen de la práctica docentes, por otra parte de los aportes de las ciencias de la educación y las tareas educativas. Así mismo la empatía se manifiesta en su capacidad para establecer relaciones interpersonales fluidas que le permitirán trabajar en equipo y conformar redes de apoyo y comunidades educativas, una actitud crítica y reflexiva como el conocimiento y valoración del estudio como medio de perfeccionamiento y actualización, la capacidad de tomar distancia, tanto dentro como fuera de su medio de acción, para evaluar su desempeño y sus consecuencias, evitando caer en la tendencia natural de la autocomplacencia.

La investigación en el proceso de enseñanza se orienta a fundamentar, comprender, ampliar y potenciar el alcance de logros educativos y su aplicación encierra matices y formas distintas de realización de acuerdo con los modelos pedagógicos, investigativos o de interés institucional. Como expresa Porlan (1.997):

La investigación en la escuela no es una actividad más que se suma a la práctica educativa. Significa asumir que enseñar y aprender son procesos complejos, problemáticos y difíciles de realizar y permite “aumentar nuestra

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