El Principe
Enviado por melivargas • 12 de Marzo de 2014 • 2.298 Palabras (10 Páginas) • 214 Visitas
El príncipe es un libro escrito por Maquiavelo para Lorenzo de Médicis, en muestra de su apreciación. Este libro habla de las distintas formas de obtener el poder, de cómo conservarlo y acrecentarlo, bajo una ética muy particular.
Contraria a la ética que nos inculcaron desde niños; la aristoteliana, que nos habla del respeto la mesura, el equilibrio y que tiene como bien superior la felicidad. Esta la ética que plantea Maquiavelo en su libro.
Maquiavelo considera correcto de una manera diametralmente opuesta, en vez de teórica, de una manera práctica. Propone una ética pragmática, fría, más que un ideal, un día a día, expresada en su máxima “El fin justifica los medios” es decir no importa cómo se logre mientas que se logre. Considero la frase aplicable, pero con ciertas restricciones: Siempre y cuando los medios no contradigan el fin. Y el fin (sus beneficios u objetivos) sea muy poderoso.
En lo personal creo que esta ética, en el plano individual, puede ser llevada a cabo en situaciones excepcionales y no cotidianas, como solemos hacer. Además pienso que, aplicar ante cualquier situación, esta ética es un menoscabo a la inteligencia, ya que demuestra que no somos capaces de idear una solución que concilie los medios y el fin.
Necesidad de la ley y de la fuerza por parte del gobernante
Se trata de un texto que encontramos en el capítulo XVIII de la obra de Nicolás Maquiavelo: El Príncipe. La idea principal responde a una defensa apasionada de cuál es el mejor modo de llevar a cabo las conveniencias del Estado. La ideología maquiavélica al respecto se refleja a través de una ética que no contempla más que llegar al fin perseguido, debido a lo cual quedarán automáticamente justificados todos los medios utilizados para ello, por condenables que puedan parecer. La idea de Maquiavelo de que un gobernante debe ser inflexible ante todo para preservar el bien del Estado, aunque sea a costa de una conducta moralmente indigna. Ello suscitó la inmediata incomprensión de casi todos sus coetáneos que lo interpretaron como una astucia maligna, saltaron los mecanismos de defensa sociales y pronto se estableció una corriente antimaquiavélica en defensa de las bases morales hasta entonces establecidas que aún perdura en nuestros días, asociada a la idea de astucia, mala fe y cinismo en política. Cosa bastante injusta porque Maquiavelo no acepta ni legitima la violencia como norma del obrar político, sino sólo en casos extraordinarios y en orden, no al mantenimiento del poder por parte del gobernante, sino en orden al bienestar de todos.
También se establece la necesidad de uso por parte de los gobernantes de la fuerza bruta como conveniente complemento para reafirmar el poder propio de quienes poseen la inteligencia para aplicar las leyes que aseguran el bien del Estado. Esa fuerza bruta será un buen complemento porque utilizada con inteligencia asegura el sometimiento de los demás hombres y por tanto el poder.
La tesis anterior se desarrolla desvelando el pensamiento de Maquiavelo. Se expone el mejor modo de reafirmarse y asegurarse en ese poder. Para él está claro que aunque puede que los hechos acusen los resultados excusarán; de modo que la falta de escrúpulos debe ser tenida como el modelo correcto de actuación para el buen gobernante. Y esto lo justifica mediante la teoría de que el hombre es malo y al ser malo lo mueve su naturaleza. Tal teoría la demuestra exponiendo los numerosos ejemplos de ello que a lo largo de la historia se han sucedido. Ejemplos que dejan al descubierto y sin lugar a dudas, cómo cada desastre social, guerras, miseria, etc…, ha sido siempre culpa de los mismos hombres que movidos por su propia maldad actúan siempre unos en contra de otros, destruyendo todo cuanto se ha construido, resultando el más perjudicado el Estado.
Por eso no pasa nada si se actúa para defenderlo en contra de quienes lo atacan.
Como se ha dicho, prueba de ello son los numerosos ejemplos que se van repitiendo cíclicamente, por lo que habrá que anticiparse al desastre para atajarlo sin miramiento alguno. La falta de ética será excusable en la aplicación de tal precepto porque precisamente va en contra de la maldad humana y en bien del Estado.
Alude algunas cualidades animales para ejemplarizarlo. El gobernante debe poseer la astucia de la zorra en combinación con la fuerza del león, para librarse de las trampas y los lobos, que son al fin y al cabo los traidores y los opositores al gobernante. Aconseja que tales “virtudes” se disfracen y se disimulen para mayor efecto de tal arma.
Y vuelve a justificar la necesidad de falta de escrúpulos debido a esa naturaleza humana maligna de la que el Estado debe protegerse.
Por tanto, si se utilizan el engaño y el incumplimiento de promesas no pasa nada porque siempre hay gente dispuesta a dejarse engañar y siempre hubo quien faltó a sus promesas antes.
Será en aquello que Maquiavelo se basa recíprocamente en la necesidad de seguridad buscando el apoyo de un gobierno fuerte. Los hombres desean conservar y tener mas, eso hace que estén continuamente en lucha por la realidad de la escasez natural. Observa que generalmente los hombres son malos y que el gobernante prudente debe basar su gobierno sobre ese hecho, puede matar pero no saquear. En Italia el problema se encuentra en fundar un estado sobre una sociedad corrompida donde el único gobierno posible sería la monarquía absoluta. Solo se puede ordenar mediante el poder despótico. Junto al egoísmo humano existe asimismo la constante lucha que hace que la derrota pueda estar cerca de los pasos de la política.
El legislador omnipotente
Un estado afortunado tiene que ser fundado por un solo hombre, lo cual determinará el carácter nacional de su pueblo, la restauración de una sociedad debe ser efectuada por un legislador. No existen límites a lo que puede hacer un estadista siendo el poder lo único que puede mantener unida a la sociedad y las obligaciones morales que existen tras ella. El gobernante como creador del Estado está fuera de toda moral no siendo digna la violencia destructiva. El príncipe modelo encarna astucia y egoísmo y aprovecha vicios y virtudes, el cuadro idealizado de un tirano del XVI. Desconfía de las medias tintas políticas admirando al déspota y al pueblo que se gobierna a sí mismo bajo el imperio de la ley. No convertirá a su legislador en teoría del absolutismo político.
El Príncipe de Maquiavelo tuvo y tiene un gran interés político. Su autor ha sido definido en muchas ocasiones como un personaje de enrevesadas ideas (de todos es conocida la popular expresión “tener ideas maquiavélicas”). Sus reflexiones
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