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El Principe


Enviado por   •  23 de Febrero de 2014  •  3.275 Palabras (14 Páginas)  •  214 Visitas

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EL PRINCIPE (Nicolás Maquiavelo)

Este obra de de Nicolás Maquiavelo llamada el príncipe trata del modo de fundar y fortalecer un principado, cuyo gobernante deberá mostrarse virtuoso, prudente al par que enérgico, dispuesto a servirse de todos los medios posibles incluso de la astucia y el engaño para establecer y preservar el orden.

Este trabajo se limita a resumir el libro tratando de indicar cuáles son las ideas centrales en cada parte del mismo.

Capitulo I: Este capitulo trata sobre todos los estados, todos los dominios que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son republicas o principados. Los principados son, cuando una misma familia ha reinado en ellos largo tiempo, o nuevos. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; y se adquieren por las armas propias o por las ajenas, gracias a la fortuna o por medio de la virtud.

Capitulo II: Este nos señala como pueden y deben gobernarse los principados. Es mas fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y adaptarse a los acontecimientos después con los cambios que puedan producirse.

Si el príncipe es de media inteligencia, se mantendrá siempre en su Estado, a menos que una fuerza extraordinaria y excesiva lo expulse de el; y aunque así sucediera, para reconquistarlo solo tendrá que esperar a que el usurpador sufriera el primer tropiezo. Porque el príncipe natural tiene motivos y menos necesidad de causar agravios.

Capitulo III: Las dificultades que existen en los nuevos principados como miembro agregado a un conjunto anterior, sus incertidumbres nacen de una simple dificultad que se encuentra en todos los principados nuevos, dificultad que consiste en que los hombres cambian con gusto de señor, creyendo mejorar, impulsados a tomar armas contra él en lo cual se engañan pues luego han empeorado. El príncipe se ve obligado a ofender a sus súbditos, de modo que tiene por enemigos a todos los que se ha ofendido al ocupar el principado, y no se puede conservar como amigos a los que les han ayudado a conquistarlo porque no se pueden satisfacer las necesidades como ellos esperaban.

Estos estados que al adquirirse se agrega a uno más antiguo, de la misma provincia y de la misma lengua es muy fácil conservados, sobre todo cuando están acostumbrados a vivir libres; y para afianzarse en el poder, siempre que se conserven sus costumbres y las ventajas que gozaban permanecerán tranquilos y pueden permanecer en total armonía. Otro buen remedio es enviar a algunas colonias a alguno de los lugares que sean como llaves para aquel Estado, las colonias no cuestan, son más fieles y entrañan menos peligro, los damnificados no pueden causar molestias porque son pobres y están demasiado aislados. El deseo de conquista es un sentimiento muy natural y común, y siempre que lo hagan los que pueden, antes serán alabados que censurados; pero cuando intentan hacerlo a toda cota los que no pueden, la censura es admitida.

Capitulo IV: Un príncipe elige y algunos de sus siervos que, convertido en ministros por gracia y concesión suya, lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles que, a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural inclinación. Mientras que en los Estados que eran gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad por que en toda la provincia no se reconoce a otro soberano, sino a él, y si se obedece a otro, sólo se le hace por tratarse de un ministro o magistrado del príncipe.

Considerando todos estos aspectos, no se asombrara nadie de la facilidad con que Alejandro conservo el Estado de Asia, ni de la dificultad con que lo otros conservaron lo adquirido, como fue el caso de Pirro y muchos otros.

Capitulo V: Hay tres modos de conservar un Estado que estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruir dichas ciudades; el segundo, ir a vivir en el; el tercero, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto numero de personas, que te las conserve fieles. Es más fácil conservar, si no se quiere destruir, una ciudad acostumbrada a vivir libre a través de sus propios ciudadanos que de cualquier otra manera. Porque, en verdad, no hay otro modo mas seguro que dominar tales estados que destruirlos.

Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de este y su linaje queda vacante el gobierno, por un lado los habitantes están acostumbrados a obedecer y por otro no tienen a quién, y no se ponen de acuerdo para elegir a uno entre ellos, ni saben vivir en libertad, y por último tampoco se deciden a tomar armas contra el invasor.

Capitulo VI: Los hombres, casi siempre siguen el camino abierto por otros y se empeñan en imitar las acciones de los demás., aunque no sea posible seguir con estricta fidelidad los pasos de los demás n sea tampoco posible alcanzar la virtud de aquellos que han sobresalido de forma extraordinaria por encima de los demás. Los principados de nueva creación, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil e inteligente el príncipe que los adquiere. El que menos ha confiado en el azar es el que siempre se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido

Las dificultades nacen de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer sus seguridad. No hay nada más fácil de emprender, ni más dudoso de triunfar, ni más peligroso de manejar que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que se benefician con las leyes antiguas, se consigue la amistad tibia de los que se benefician con las leyes nuevas.

Capitulo VII: Los que con ayuda de la fortuna se convierten de particulares en príncipes y poco esfuerzo necesita para llegar a serlo, pero deben realizar muchos para mantenerse. Las dificultades se presentan una vez instaladas. Estos príncipes no se sostienen más que por la voluntad y la fortuna de quienes los elevaron y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No es factible que conozca el arte del mando. Ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.

Capitulo VIII: Este capitulo se refiere a el caso en el que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos y en el que se llega a ser príncipe por favor de otros ciudadanos.

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