El Rey Pico De Tordo

El rey Pico de Tordo

(Cortinas cerradas)

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NARRADOR (CLAUDIA VILLARROEL): Mis queridos pequeños, hoy les contaré una historia muy antigua de una princesa muy especial.

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NARRADOR (CLAUDIA VILLARROEL): En un castillo había un rey que tenía una hija de una belleza sin igual, pero tan orgullosa, tan creída y tan tonta que no encontraba a nadie bueno como para casarse con ella. Si algún príncipe se le acercaba, le daba un ataque de risa y se burlaba de él diciéndole que no servía ni para sacarle un zapato. Su padre andaba bastante desesperado el pobre: primero, porque el reino necesitaba un heredero, y segundo, porque estaba hasta su real coronilla de aguantar las locuras de su hermosísima hija.

Un día el rey dio una fiesta. Todos los reyes y príncipes, fueron invitados todos intentaban casarse con la princesa, ya que, si bien era más poco inteligente que una lechuga y más orgullosa que un pavo real, su hermosura no tenía igual y además era la heredera de una enorme fortuna y de un reino muy bien considerado.

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REY (JOSE): - Ludmila – vas a hacerme el favor de ser educada con nuestros invitados. Que no vuelva a ocurrir como en la última fiesta que dimos, cuando te dio un ataque de risa tan grande que el médico del palacio tuvo que hacerte la respiración artificial. Y todo porque te saco a bailar aquel duque bajito.

PRINCESA (CARMEN): No era bajito, papi; era como un agujero en el suelo, te lo prometo. Debía estar borracho o algo por el estilo. ¿Cómo pudo pensar que una princesa tan megasuperfantastica como yo iba a bailar con él? ¡Hubiera hecho el ridículo! Te lo digo de verdad, papi.

REY (JOSE): Menos mal que tu pobre madre no está entre nosotros para oír los disparates que dices. Hijita.

PRINCESA (CARMEN): Es verdad, pobrecita. Murió de la glosopeda o algo así ¿no? ¡Que epidemia tan horrible! Fíjate: se llevó por delante a seis caballos y a mamá.

REY (JOSE): ¡Deja ya de decir tonterías, hija! Ve a tu cuarto a darte colorete, o a ponerte un lunar, o lo que sea que te pongas, y baja al salón a saludar a nuestros invitados.

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NARRADOR (CLAUDIA VILLARROEL): En los salones hizo su aparición la princesa.

estaba bellísima todos los asistentes se quedaron con la boca abierta. Lo único malo es que cuando abría la boca soltaba cada tontería y cada descortesía que temblaba el mundo.

(entran los personajes, rey, princesas y invitados a la fiesta)

REY (JOSE): Este hija mía es el príncipe de bertaria.

PRINCIPE DE BERTARIA (OSKARINA): sonríe, saluda a la princesa y le planta un beso en la mano, se queda de pie observándola.

PRINCESA (CARMEN): ¡Uf que cochino! He oído decir que se estuvo haciendo pipi en la cama hasta los dieciséis años.

REY (JOSE): Por favor, Ludmila, no pongas en ridículo a nuestros invitados.

PRINCESA (CARMEN): ¿Invitados? No sé cómo este tiene la cara dura de venir aquí con el mismo traje que llevo en la gala de navidad.

REY (JOSE): ¡Basta ya, Ludmila!

PRINCESA (CARMEN): Pero papi, si solo digo la verdad, no veo porque le puede molestar a nadie. Mira a ese. Seguro que se cree la bomba y tiene una barbilla que da risa. Igual que el pico de un Tordo. Te lo juro.

(cierran cortinas)

NARRADOR (CLAUDIA VILLARROEL): La comparación que había hecho la princesa corrió por los salones como la pólvora y a la media hora ya estaba todo el mundo llamando a aquel príncipe “Pico de Tordo” En ese momento el rey no pudo más se enojó mucho y tomando a la princesa de la mano se encaró a todos sus invitados.

REY (JOSE): Ustedes le ríen las gracias, pero yo les juro aquí, ante todos los que le fomentan la tontería a mi hija, que la casare con el primer mendigo que llame a mi puerta.

(abrimos cortinas)

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(aparece pedro cantando vestido de mendigo)

REY (JOSE): En verdad que nos ha gustado mucho tu canción, Y a fe de que tienes una hermosa voz, para pagarte este grato te voy a dar la joya más preciada de mi palacio. Te daré a mi hija.

(La princesa se espanta, hace pataleta, llora, finge un desmayo y se tira de los pelos)

REY (JOSE): Prometí ante nuestros invitados que te casaría con el primer pobre que pasara por aquí, y ¡vaya si voy a cumplir mi promesa!

REY (JOSE): has dejado de ser mi hija para convertirte en la mujer de un mendigo. Esto te ha pasado por orgullosa, por engreída, por egoísta, por irrespetuosa y por poco inteligente. Ahora, como eres la esposa de un hombre pobre, no tienes derecho a seguir en mi palacio; así que márchate con tu marido.

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PRINCESA (CARMEN): ¿de quién es este bosque tan bonito?

MENDIGO (PEDRO): Del rey pico de tordo. Si te hubieras casado con el ahora sería tuyo.

PRINCESA (CARMEN): (llorando) ¡AY! Pobrecita

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