El Rosal Y La Paloma
Enviado por papeluco • 21 de Agosto de 2011 • 475 Palabras (2 Páginas) • 818 Visitas
El ROSAL Y LA PALOMA
Cuenta la leyenda que en una ocasión había un hermoso rosal que crecía en el campo era muy feliz, porque la naturaleza lo había dotado de unos colores y flores muy bellas, le gustaba jugar con el viento, la lluvia, la brisa y con el rocío y cantaba por las noches a la luna.
Era tanto su gozo por todo lo que lo rodeaba. Un día paso por ahí volando un par de palomos y la paloma al ver aquel rosal pensó en hacer ahí su nido y el rosal se alegró, pasó el tiempo y en el nido aquel apareció un hermoso huevito que los palomitos y el rosal le prodigaron mucho calor hasta que nació un pequeño polluelo.
El rosal se sintió tan lleno de amor por aquel pequeño ser que junto más su follaje para protegerlo de la luz del sol y cualquier otro peligro.
Un día aquella avecilla sintió la curiosidad de conocer que había mas allá de lo que sus ojitos alcanzaban a ver desde el rosal y extendiendo sus alitas se alejó y voló y voló hasta perderse en lo azul del cielo.
El rosal al verla alejarse lloró y en su desesperación, se clavo sus propias espinas sobre su delicada piel hasta sangrarse y dentro de su corazón musitó una oración: padre nuestro, autor de toda la creación hazme soportar este dolor, el avecilla que un día acuné en mi regazo se ha ido, ayúdame padre mío a soportar este dolor que mata pero no muere por tanto amor que dí a mi paloma, te ruego ayúdale a sobrevivir en este mundo que ni ella ni yo conocemos.
Pasó el tiempo y un día vio que a sus ramas tristes y agotadas por el tiempo, llegaba cabizbaja una avecilla, había mucho dolor en su mirada se notaba cansada y no tenia una buena figura traía una patita rota, su cuerpo enflaquecido, sus alitas parecían de un ave mayor no tenían finura y casi ya había perdido la vista, se había topado con un vendaval que casi la había destruido; sacando fuerzas de su voluntad voló y llegó hacia donde sabia que alguien la esperaba con mucho amor.
El rosal al reconocerla y ver el estado en que su ave se encontraba, abrió sus ramas y le mostró el nido que un día ella llena de ilusiones abandonara y desde el fondo de su corazón le hablo así.
”Ven pequeña mía, aquí estoy esperándote, he visto cada amanecer y cada anochecer esperando tu regreso deseando verte antes de morir y veo que tu tampoco me olvidaste; gracias por tu amor pequeña mía”. Por su parte la paloma inclinó su cabecita sobre el lecho de ramas y flores que la arrullaban y sintiéndose segura se quedo dormida y en paz.
Estaba en casa.
Autor: Ana Maria Calderón Maceres
14-01-07
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