El comercio en la colonia
Enviado por daniiguerra • 2 de Junio de 2012 • Monografía • 1.657 Palabras (7 Páginas) • 454 Visitas
Capitulo 5: el comercio en la colonia
EL COMERCIO
El rasgo más característico de la economía colonial consistió en su confinamiento en pequeños núcleos urbanos, cuya supervivencia dependía menos del tráfico comercial que de su capacidad de autoabastecimiento en ciertos recursos esenciales. Esporádicamente uno de tales núcleos podía romper el aislamiento y concentrar temporalmente un cierto grado de riqueza, como cuando se accedía a un rico yacimiento minero. El comercio interno estuvo así subordinado a las fluctuaciones y a los ritmos impuestos por la minería.
En el conjunto colonial hispanoamericano la minería neogranadina del oro significó también su aislamiento relativo. En una red de intercambios coloniales que gravitaba sobre los ejes de grandes centros mineros como Potosí, la presencia de la Nueva Granada fue marginal. Potosí pudo en efecto subordinar las actividades de un amplio espacio económico e imponer ciertas formas de especialización productiva regional. De esta manera surgieron los obrajes de Quito, el comercio de muías en el noroeste del Río de la Plata o la comercialización de los cereales del valle Central de Chile. En contraste, el espacio económico de la Nueva Granada aparece desarticulado y sometido a los azares de una frontera minera cambiante. El auge y la decadencia de algunas ciudades estuvieron asociados directamente con la aparición súbita y la desaparición no menos rápida de reales de minas. En el siglo XVI, por ejemplo.
Pamplona se benefició con el descubrimiento de los yacimientos de Vetas, la Montuosa y Río del Oro.
Después de un corto período de prosperidad y de extravagancia en los consumos que le valieron el nombre de "Pamplonita la loca", la ciudad entró en un período de larga decadencia. Poblados como Vitoria o Guamocó podían desaparecer sin dejar rastro o convertirse en sombras. Durante el siglo XVIII ciudades como Popayán, Medellín y Rionegro hicieron su fortuna con la internación de mercancías en los reales de minas del Chocó, Rionegro y Santa Rosa.
El auge minero estuvo asociado con consumos conspicuos entre una capa ínfima de la población. La satisfacción de tales consumos dio un prestigio desmesurado al ejercicio del comercio de las llamadas ropas de Castilla, es decir, de géneros importados que podían proceder de muchos centros manufactureros europeos de artículos de lujo. El comercio más lucrativo fue con todo, el de los esclavos negros.
Como se ha visto, en este comercio intervenían rivalidades de las grandes potencias europeas. El comercio de esclavos, o trata, trajo consigo también la introducción ilícita de otras mercancías. La extracción de oro en polvo favorecía especialmente el contrabando, tanto de esclavos como de mercancías. Ello condujo a prohibiciones rigurosas de navegación en los ríos Atrato y San Juan y al establecimiento de un engorroso sistema de guías y contraguías que los comerciantes debían exhibir en Mompox. Honda. Nare y las ciudades en donde debían expender sus mercancías. El deseo de preservar la colonia del contrabando y la influencia extranjera condujo también a la creación del virreinato de la Nueva Granada en 1719 y de nuevo en 1740.
Los mercaderes de la carrera se ocupaban del comercio al por mayor, en contacto directo con factores de las casas sevillanas o gaditanas que operaban en Cartagena, y sus operaciones individuales podían alcanzar el monto de una mediana fortuna. Muchas veces se trataba de criollos o de inmigrantes españoles que podían convertirse con el tiempo en terratenientes o financiar empresas mineras. Al lado de tan prestigiosos comerciantes figuraban también pequeños tratantes o comerciantes al por menor, que por lo común tomaban mercancías a crédito y las distribuían, igualmente a crédito, en centros de consumo como los reales de minas o villas y pueblos de indios. Por debajo de ambos estratos reconocidos de comerciantes actuaba una masa heteróclita de intermediarios, principalmente pulperos y contrabandistas de tabaco y aguardiente.
Durante los siglos XVI y XVII el comercio estuvo limitado por la circulación restringida de signos monetarios. Aun si los indígenas fueron obligados en alguna medida o monetizar ciertas relaciones sociales básicas, la coerción sobre el trabajo los privaba de un acceso a la moneda. Semejante situación preservó las formas tradicionales de los intercambios indígenas. Este tipo de relación debió de extenderse incluso a la
masa creciente de mestizos que se iban incrustando en los resguardos indígenas. En el curso del siglo XVIII, sin embargo, blancos pobres, mestizos y mulatos encontraron una oportunidad en la comercialización de productos como el tabaco, la miel y el aguardiente. Después de 1740 la Corona emprendió la tarea de estancar estos productos de un amplio consumo. Ello dio origen a conflictos sociales esporádicos y a la aparición de contrabandistas como un tipo social. La implantación definitiva de los estancos iba a producir una conmoción de proporciones todavía mayores. Pero esto abre un nuevo tema que se inicia con la consideración de las llamadas reformas borbónicas.
Capitulo 6: impuestos en la colonia
IMPUESTOS EN LA COLONIA
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