El drama de la violencia en el fútbol
Enviado por ariel1587 • 27 de Octubre de 2012 • Trabajo • 2.127 Palabras (9 Páginas) • 491 Visitas
Liliana Suárez de García
Presidenta de Familiares de Víctimas del Fútbol Argentino
Las víctimas claman por justicia y luchamos para que la llama siga viva
El fútbol comenzó a crecer a un ritmo vertiginoso a partir de la década del cuarenta.
Sabemos que el fútbol es el fiel espejo de esta sociedad, que nos define como seres pasionales, a veces soberbios, hermanados socialmente por un escudo que une conciencias, que nos hace polemizar y también emocionar.
Para el verdadero hincha tribunero, el fútbol es todo en esta vida; una verdadera pasión, que le brinda alegrías y tristezas. Pareciera que todo girara alrededor del mundo del balón.
La violencia en el fútbol nos entromete en una problemática que parece imposible de resolver. Los denominados barrabravas, a quienes quizás los encuadramos en un ámbito más bien marginal, en muchos casos se trata de personas formadas en hogares de clase media-alta con perspectivas diferentes de quienes son sus "súbditos" seguidores.
Estos personajes encontraron en este deporte un negocio atractivo, que les proporciona una importante rentabilidad económica. Se entrometen en un mundo oscuro, de aprietes y pujas de poder y así van quedando atrapados en duras contiendas por el dinero de prebendas e improvisadas rifas.
En esta cancha juegan diferentes actores: jueces, dirigentes deportivos, políticos y sindicales, la mismísima AFA (Asociación de Fútbol Argentino), con la necesaria connivencia de policías dispuestos a participar.
Lo que observamos a través de los años son escenas repetidas hasta el hartazgo. Remitiéndonos a décadas anteriores, la violencia era producto de la rivalidad, que nacía entre hinchadas antagónicas, lo que originó los clásicos de barrio.
Ahora está claramente instalado el fenómeno de las internas en el seno de las mismas hinchadas, causadas por el negocio de la droga, la extorsión a los vendedores, las utilidades originadas por los llamados "trapitos", la reventa de entradas otorgadas por los mismos dirigentes, y, en algunos casos, son beneficiados con los porcentajes del pase de jugadores.
Hemos escuchado a reconocidos barras decir que tienen el teléfono del poder de turno, lo que blanquea la impunidad con la que se manejan estos lúmpenes disfrazados de hinchas.
Es un círculo difícil de desmembrar; los familiares de víctimas venimos denunciando desde hace años esta problemática, sin observar una voluntad política y un compromiso de los organismos para resolverla. Tengamos en cuenta que esto nos compete a todos como sociedad.
Los sucesos violentos reflejados por la prensa generan en los familiares de víctimas, revivir una y otra vez, esas historias repetidas llenas de angustia y dolor, donde la cara de la impunidad se hace visible irremediablemente.
Pese a todo, seguiremos de pie en esta lucha desigual, contra un sistema instalado que debemos cambiar.
Por eso existen tanto las ONG como Salvemos al Fútbol y organismos autárquicos como la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, en este caso la adjuntía comandada por la defensora adjunta, profesora Graciela Muñiz, que llevan adelante valorables trabajos, haciéndose presentes en los diferentes estadios, como veedores, descubriendo así, las innumerables irregularidades que rodean a todo lo relacionado con los eventos futbolísticos. Esto trae aparejado pedidos de informes a cada organismo involucrado a la organización del evento, muchas veces recibiendo, como respuesta de los mismos, evasivas y respuestas insólitas y dignas de ser conocidas y repudiadas.
FAVIFA existe porque hay víctimas que claman Justicia. Mi hijo, Daniel García, es una de ellas. Y lucharemos para que la llama eterna de esa búsqueda, continúe encendida.
Juan Manuel Lugones
Coordinador Movimiento "Fútbol en paz en Argentina"
Sin la ayuda de los dirigentes, los barrabravas no pueden funcionar
Los barrabravas son para el fútbol un cáncer. Son un tumor que hay que extirpar. Cirugía mayor hasta el hueso. Es la solución que imaginamos. Esta nueva generación de barras que viaja en autos de alta gama y 4x4, que son capaces de matar a "fierrazos" a otro hincha o matar de un balazo a un militante político, no podrían disfrutar del botín sin ayuda interna de los clubes. La barra es una asociación ilícita destinada a coaccionar y obtener resultados a través de la violencia.
No hay que tener temor y hay que decirlo con todas las letras. Las barras en el fútbol argentino son financiadas por los dirigentes del fútbol. Sin la ayuda de los dirigentes, la barra no puede funcionar. No son víctimas, por el contrario. Los que se sientan cada semana en el Comité Ejecutivo de la AFA, son una parte fundamental del problema. Sin que ellos abran las cajas de los clubes y repartan el botín de clubes quebrados y concursados, no tiene razón de ser la barra.
Los barras en el fútbol argentino son impunes no por ser desconocidos, sino que por ser conocidos son impunes.
A cada partido de fútbol van de la mano los dirigentes, los barras y la policía. Si en el camino aparece algún incidente, se sueltan y ya nadie se conoce. Por supuesto, hasta el próximo muerto.
Sin eufemismos. Con estos dirigentes, con esta policía y sin decisión política es imposible terminar con la violencia en las canchas. Para terminar con la barra los dirigentes del fútbol deben elevar las listas de sus barras a los organismos de seguridad y aplicar el derecho de admisión. No lo hacen, no les da el cuero ni la vergüenza. Es posible, no es difícil cuando existe decisión política. Pudo lograrse en el último Vélez-Boca que se aplicó el derecho de admisión a Mauro Martín y Rafael Di Zeo, líderes de la dividida barra xeneize.
La muerte de Agustín Rodríguez, el hincha de Chicago, pudo evitarse. Sólo hacía falta coraje para no pactar con los barras.
Es obvio, con la misma receta no se pueden obtener resultados distintos. La nueva dirigencia de Nueva Chicago eligió pactar con los barras, y con esa receta sólo se obtiene violencia y muerte.
Fieles a la hipocresía del mundo del fútbol, los dirigentes hace menos de un mes usaron a un sector de los barras para ganar las elecciones, para pegar sus afiches y para festejar juntos el triunfo. Hoy no conocen a los responsables de tanta violencia.
No se puede pactar con el Diablo ni con los delincuentes. Con estos dirigentes que miran para otro lado, que alientan a la barra y que inmediatamente dicen desconocerla. Con esta policía que conoce a los barrabravas, que los busca en su guarida, los lleva y trae a la cancha pero que es incapaz de identificarlos, vamos por el peor de los caminos.
Debemos ir por un camino distinto. Debemos
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