“El grito ignorado”
Enviado por Kiara Gonzalez • 15 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 2.072 Palabras (9 Páginas) • 471 Visitas
En el libro “El grito ignorado” se relata la historia de Kenny Dayan José González, quien murió el 1ero de Diciembre del 2011 en Guanare. Entre las 5:00 y las 5:30 de la tarde en la clínica del este. La muerte de este niño está rodeada de numerosas interrogantes e irregularidades ya que se da por el maltrato exagerado e inhumano que le es aplicado al niño. En resumen se trata de un niño fallecido quien presenta en la autopsia múltiples diagnósticos biopsicosociales para considerarlo víctima de abuso sexual, maltrato pasivo y activo, con alteración de todo su componente de vida, terror a la persona que se encargaba de su cuidado, actitud omisiva y finalmente la muerte. En dicho crimen se ven involucradas 5 personas. Sin embargo, el asunto no se trata solo de las personas que procedieron de manera violenta e inhumana contra un inocente desprotegido, de hecho, en mi opinión, el principal error dentro de todo este asunto radica en la negligencia presentada por los profesionales. Refiriéndome con esto no solo a aquellos Doctores que firman récipes sin saber su destino o que miran a otro lado para evitar adentrarse dentro de un asunto que “no es de su incumbencia”. Sino también a los profesionales en la educación y principalmente a aquellos que se supone deberían hacer cumplir las leyes y son el resguardo de nosotros como seres dentro de una sociedad. ¿Qué sucede cuando la institución y los profesionales encargados de esto no cumplen con su labor? Llegamos al punto en que un niño que lleva meses o quizá años siendo torturado de las maneras más crueles debe morir para merecer un mísero momento de atención por parte de estos organismos. En donde lamentablemente ya no se busca el bien estar del niño o los niños de dicha sociedad, y en cierta forma ni siquiera justicia en su memoria, sino calmar el enojo de un pueblo por el miedo a que dicho enojo convertido en violencia pueda afectar en daños materiales a la institución.
Ahora que nos hemos referido al enojo de este pueblo por haber sido sede de tan atroz acontecimiento, cabe destacar que aunque sea de manera indirecta, aquellas personas que no
representaban una autoridad o que falsamente creían que no tenían el deber legal de hacer algo ante lo que le acontecía a Dayan también cargan con la responsabilidad por este crimen. Como lo expresa la autora, en parte por esto se debe el enojo y las protestas en exigencia de un culpable para lo acontecido. En la comunidad en que se encontraba Dayan al menos una persona debe haber presenciado o escuchado de alguna manera los numerosos maltratos propiciados al infante, sin embargo, los vecinos expresan jamar haber oído o visto nada ya que el niño casi no salía de la habitación. ¿A qué se debe esto? Podríamos inferir que se trata de que simplemente estas personas no quieren verse involucradas en un asunto legal que les saque de su comodidad, o se podría pensar que se debe al desconocimiento de las leyes y su responsabilidad legal y moral de denunciar ante la existencia de un maltrato. Pero, ¿alguna de estas razones justifica que nadie en ningún momento en esa comunidad se haya manifestado a favor de Dayan? No existe excusa que justifique el permitir que un niño continúe siendo torturado. Suponiendo que estas personas realmente nunca se percataron de lo sucedido a pesar de vivir al lado de dicha situación. ¿Qué sucede con aquellas personas que fueron observadores directos de esta? Por ejemplo, el momento que Dayan fue agredido en el restaurant y esto pudo ser visualizado por varias personas y trabajadores en el establecimiento. Esto pone en duda nuestra ética moral, después de todo, no existe gran diferencia entre aquel que hace daño y aquel que lo presencia y no hace nada para evitarlo. Quizá desde el punto en que nos encontramos podríamos leer esto y decir “yo jamás haría algo así” “si yo hubiese presenciado eso no me habría quedado de brazos cruzados”, pero la realidad es que en su mayoría estas afirmaciones son falsas ya que como sociedad en nuestra crianza hemos entendido y nos han enseñado que la violencia es normal, es algo común, que la forma más rápida y eficiente de obtener respeto o marcar la autoridad es mediante la violencia. En este punto nos damos cuenta que este asunto no se limita a los agresores o a los organismos
incompetentes, esto es un asunto que incluye aquello que nos forma como sociedad. Nuestros padres, nuestra crianza, nuestras creencias. Hemos aprendido que la violencia es una herramienta o un camino rápido para lograr cumplir un objetivo. Que es una manera de hacerse respetar, que es incluso una forma de mostrar atención o afecto y por ende una manera de recibirlo. Comienza desde el momento en que nuestros padres dicen “si un niño te pega tú vas y le pegas más fuerte” o cuando afirman que “si ese niñito siempre te está empujando y halando tu cabello es que le gustas”. En ese momento en que luego de una paliza repiten “hago esto porque te quiero y quiero que seas un niño bueno”. Entonces asumimos que la violencia no solamente es algo común y aceptable sino que es incluso una manera de demostrar a alguien que lo quieres por lo tanto debes aceptarla. Esto es explicado en repetidas ocasiones por la autora y podría verse como la razón por la cual nadie (exceptuando ciertas docentes) procedió de manera adecuada ante esta situación, resultando entonces en la trágica muerte de un inocente niño de 5 años.
Refiriéndonos ahora al proceder de los organismos que se supone debían velar por la protección de este y muchos niños Venezolanos, parece increíble que exista tal lentitud, negligencia y poca eficiencia para proceder ante un asunto de esta magnitud. Si bien no fueron realizadas denuncias por parte de personas que debían hacerlas. Está claro que en cierta ocasión se realizó la denuncia por parte de las docentes que observaron signos y síntomas en Dayan que apuntaban hacia un maltrato. A pesar de haberse manifestado de manera clara la existencia de dicho maltrato, incluso si este no fuese
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