El predicador
Enviado por yamil0021 • 20 de Enero de 2014 • Informe • 423 Palabras (2 Páginas) • 220 Visitas
El predicador
Una voz celestial caló en mi corazón
como una cortina de llanto al alma
el viento de dulces ensueños eternos
modelando inexistentes historias.
Sumergida en la bóveda azul del cuerpo
los aires rompieron la armonía etérea
con la tenue sonrisa del no encuentro
y la plenitud en mi piel lila desnuda.
Destino incierto, aterrizajes forzosos
banderolas que flamean sin medidas
por beber la sangre de Adán bendito
en una pasión sin candor ni finito.
Vuelan los vientos del calendario
ansiando el furtivo encuentro celeste
en una purpúrea y borrascosa noche
harta de los te amo en el silencio.
Malditos besos fornicadores, inicuos
brazos, besos, que se roban traicioneros
perversa promesa de tu vuelo hacía mí
sueño ridículo que será mí frenesí.
Ventana hecha madera incierta
que tiembla mis labios al soñar
mi boca que se quema en el infierno
en que no piensa el intelecto.
Proliferas sensaciones, torbellinos
preguntas que agobien las promesas
en torrentes de deseos enfebrecidos
que rugen en el aire de mis orbitas.
Cuando las alas se abren impacientes
y el alma desgarrada de las ausencias
te quiere, te ama, te necesita implacable
en mi cuerpo, en mi cerebro, completo.
Muerto de mi placer, entre mis brazos
tu nave anclada en el cuerpo del mar
apartando las olas del viento desolado
que me corroe el pensamiento nocturno.
Deleite intenso enfundando la tibieza
de mi ser cándido entregado a tu deseo
mis húmedos pétalos rosados…tuyos
secados con tus labios de terciopelo.
Y cada lágrima derramándose sola
como perla bañada en ardiente plata
y ciegos sin pensar en las orillas
morir en la arena en el brazo del placer.
Deleite intenso de mis flores en llama
secados por la lágrima de tus labios.
Y en la voz del silencio de la entraña
ir recibiendo tu brillante tallo de jade
Pronunciar tu nombre de poesía loca
como un peso dulce dentro del cuerpo
y un millón de te amo entre los brazos
de los sueños reales y tan lejanos.
Bocas de fuego que arden y se inflaman
cuerpo que recibe al lanzón de roca
tragado completo sin tregua ni mentira
sembrado en la húmeda tierra rosada.
Apodérate santurrón de cada parcela
con absoluta rigidez, que harte de dolor
que me acaricia el corazón sin miedos
cerrando los vacíos con fiebre salvaje.
Mata mis miedos sacristán
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