El ser humano es una dualidad fundamental
Enviado por jenniferpl • 8 de Noviembre de 2012 • Informe • 2.326 Palabras (10 Páginas) • 396 Visitas
“El ser humano es una dualidad fundamental entre aquello que lo condiciona, simbolizado en la lógica, y aquello que él pone, simbolizado en la ética”. Toda profesión además de tener cada una la responsabilidad de ser ético como persona, está resguardada de un código ético en el ejercicio de su profesión. En este caso los administradores cuentan con un código ético que define normas, reglas que deben cumplirse. No obstante, en el ejercicio de la gerencia pueden muchas veces como sucede, no estar a cargo de licenciados en administración como sucede en muchas pymes, que están dirigidas por sus propietarios, ingenieros, otras profesiones afines.
Lo importante, es que quien esté a cargo de la gerencia de la empresa sea una persona que está plenamente identificada con la ética, con valores que garanticen rectitud, honestidad, respeto, moral. Un gerente que sea capaz de no dejarse atrapar por las ambiciones del poder, por lo que este puede generar y en donde muchos caen bajo sus efectos, atentando contra su ética, contaminándola.
El autor nos recuerda, que se considere que levantando la bandera del pragmatismo y aún cuando las decisiones que impulsen los hechos de la vida diaria constituyan una afronta a la propia conciencia moral, el hombre parece estar dispuesto a renunciar a todo compromiso ético, resguardándose a si mismo en las devoradoras fauces de una historia cargada de errores y desaciertos que nos aproxima -cada día con más ímpetu- al debilitamiento moral de una sociedad que parece no importar, mientras puedan alcanzarse determinados fines.
El predominio de la razón instrumental con la que se apuntaló la pretensión del progreso en la modernidad, ha dejado profundas cicatrices morales; pero el predominio de dicha razón nunca pudiera haberse mantenido sino a la sombra del ejercicio de un «poder» hecho “cosa” en la mente de Max Weber, quien lo definió como la capacidad de conseguir que otra persona hiciese algo, aún en contra de su voluntad. De este modo, el poder fue interpretado como algo que el individuo podía tener, adquirir o perder, haciendo que se dejara de lado la característica dinámica, humana y relacional que emerge durante el proceso de ejercer el poder. Tanto es así que Niklas Luhmann se refiere al poder como un medio generalizado de comunicación en el que al menos dos personas interactúan ante las diversas alternativas de las que disponen; así es fácilmente comprensible que la magnitud del poder variará en función del número de alternativas de las que disponga el otro, ya que mientras mayor sea la posibilidad de los otros para elegir entre varios cursos de acción, mayor será también la necesidad de ejercer más poder. Por tanto una gerencia ética no es la que se despoja del poder para satisfacer intereses ajenos, sino aquella que asume el compromiso de cohesionar los sentimientos morales con el saber racional, gestionando su poder para influir en la vida de otros, atendiendo a los valores y fines últimos de las acciones, y siendo capaz de cambiar el rumbo de la historia al procurar la felicidad en un clima de coexistencia pacífica.
A ello se agrega que en un momento en que nuestras organizaciones empresariales y organismos públicos están inmersos en la búsqueda de alternativas y consensos para lograr competitividad, consolidación económica y credibilidad social, son importantes los esfuerzos que contribuyan a la creación de una conciencia colectiva en torno al valor de la integridad como forma legítima de lograr resultados efectivos en cualquier aspecto de la vida, en donde la ética debe no dejarse contaminar. Es decir, que nuestra ética debe garantizarnos un comportamiento moral en pro de la obtención de resultados.
Sin embargo dondequiera que miramos hoy, encontramos signos de un deterioro ético acrecentado, tanto en la conducta profesional individual, como en la práctica familiar, comunitaria, institucional y hasta nacional. Pero creemos firmemente que de todos modos tratar el tema no es un desperdicio intelectual. Es más, estamos seguros de que estas reflexiones son lo más importante y urgente que podemos aportar en estos momentos a la sociedad, no solo para la edificación de los demás, sino sobre todo para fortalecer nuestras propias convicciones sobre el particular.
En la ausencia de una ética bien arraigada en muchos de los gerentes de las empresas venezolanas, tienen culpabilidad las mismas universidades, que no obligan a los participantes de cualesquier carrera a cursar una asignatura que proporcione los conocimientos que permita evaluar el alcance, importancia, repercusiones de la ética.
En la administración pública, con frecuencia se hagan denuncias y sometimientos a funcionarios involucrados en desfalcos y malversación de fondos contra las instituciones bajo su administración, más cuando las ansias del poder los han contaminado.
Hasta en la educación se han presentado escándalos por la falsificación de títulos y la comercialización ilícita de los servicios y materiales de enseñanza. En todos los casos una creencia común parece motivar a las personas actuar de esa manera. Se trata de un paradigma que se ha hecho cada vez más popular y que al parecer se ha ido constituyendo en único medio posible para lograr el éxito: hay que engañar para triunfar.
“Engañar para triunfar” está basado en la creencia de que tener éxito significa tenerlo todo en poco tiempo, acumulando fama, riqueza, prestigio, bienes, y hasta reputación sin invertir el tiempo y esfuerzo legítimos y necesarios para alcanzar dichos propósitos. Equivale a una carrera desenfrenada para “lograr lo que uno quiere a toda costa”. Pero en la práctica, esta resulta una forma inefectiva de pensar y actuar. Revela una deficiencia de carácter y una baja autoestima. Deficiencia de carácter porque quien engaña para querer triunfar no es capaz de dominar sus impulsos y deseos, y mucho menos actuar basado en principios y valores. Asimismo revela una baja autoestima debido a que la persona que se siente bien sobre sí misma y tiene confianza en su poder personal para lograr las cosas que merece, hace un esfuerzo consciente para superar las presiones internas y externas que lo invitan a hacer lo que siente que es incorrecto. Tiene el carácter para esperar su tiempo, para hacer lo correcto y oportunamente obtener sus beneficios.
Cada transacción comercial y/o decisión gerencial es un reto moral que debe buscar la equidad entre las partes involucradas. Cuando se oye que “la mayoría” de las transacciones comerciales son morales, ello significa que algo está sucediendo en el fondo que queda escondido, disfrazado, secreto. Para justificar dichas actitudes, la gente usa racionalizaciones y mentiras para convencerse de que no es necesario ajustarse a leyes naturales”. Entonces la conciencia es cauterizada
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