Empresarial

En la época actual mucho se habla de que las personas deben ser emprendedoras, un término que la gran mayoría asociamos con el hecho de formar, crear o ser parte de una empresa. Pero, ¿qué implica realmente ser un emprendedor?, ¿qué hace que una persona sea considerada o no emprendedora? y ¿cómo se vuelve alguien emprendedor?

Debemos comenzar por saber que el término emprendedor proviene de la palabra francesa entrepreneur, definido en 1755 por l’Encyclopédie como aquel que se encarga de una obra. Este concepto a cambiado con al tiempo adquiriendo otras connotaciones e interpretaciones.

En el auge de la revolución industria, el emprendedor era de cierta manera un intermediario, era en extrañas ocasiones un productor. Se definía por su aptitud de correr riesgos. Después, con la industrialización, se volvió la base del desarrollo económico. Producía e innovaba mientras continuaba corriendo riesgos.

Durante la edad media, la palabra emprendedor describía a una persona que asumía una tarea, Para los siglos XVI y XVII, el emprendedor era un individuo que se dedicaba a tareas especulativas. Aun no se referían a él como el productor, el comerciante o el negociante.

Si bien, las definiciones del emprendedor dadas en esos tiempos no eran muy precisas, si existía una constante: emprendedor y correr riesgos están estrechamente asociados.

Por otro lado, en la literatura económica, el emprendedor presenta una multitud de facetas y combina funciones de capitalista, de innovador, de oportunista o también de coordinador y organizador de recursos. El emprendedor debe ser trabajador, tener ambición, sentido común y un buen carácter para que le permitan tener una actitud positiva ante la vida y sus adversidades, viendo las cosas de manera sencilla, haciendo todo con justo y con deseo de superarse.

También debe poseer valores, tales como, la responsabilidad, la perseverancia, la honestidad, el entusiasmo, la voluntad, la autoconfianza, la tenacidad, entre otros. Además de ciertas aptitudes, algunas innatas otras desarrolladas durante su vida, como una buena presencia escénica, poder de convencimiento, dotes de liderazgo, etc. La familia depende que los valores inculcados sean los correctos para el desarrollo personal del emprendedor.

Ésta también, se vuelve el principal sustento de apoyo cuando el emprendedor de encuentre en momentos difíciles y necesite de palabras de aliento para seguir adelante. Sin este apoyo, el emprendedor, puede perder la confianza en lo que está haciendo y en sí mismo, lo que podría inhibir o frustrar su iniciativa personal.

La sociedad tiene que estar abierta al cambio, debe evitar interponerse a las actividades que ofrezcan una posibilidad de mejora. Facilitando de este modo un mayor crecimiento de emprendedores, puesto que éstos, al ver que no hay una resistencia por parte de la sociedad, estarán animados y motivados a desarrollar

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