Etica Empresarial
Enviado por a.urpizarro18 • 1 de Julio de 2013 • 1.877 Palabras (8 Páginas) • 277 Visitas
IV. EL SENTIDO DE LA ETICA EMPRESARIAL
El interés por la ética empresarial es un fenómeno reciente que se ha notado principalmente en Estados Unidos.
Muchos términos del mundo del negocio tienen sentido ético: competencia leal o desleal, clima de confianza, publicidad verdadera o engañosa, etc. Solo podría ser de esta forma, porque existe una sola ética, la del ser humano, la de la persona.
En general podría decirse que si el mundo de lo económico ha funcionado se ha debido, en gran parte, a la vigencia de comportamientos éticos positivos.
Hay un tipo de honradez que obedece a la ley del mínimo esfuerzo; al fin y al cabo, hacer el mal, determinados tipos de males, cuesta trabajo.
Hay otro tipo de honradez que requiere esfuerzo, imaginación, inteligencia y voluntad sostenida. De modo paralelo hay un tipo de mal perezoso, el que suele ser de menor entidad. Y existe un tipo de mal esforzado, sostenido, inventivo, que es el que verdaderamente destruye. En el mundo de lo económico puede decirse que, la cantidad de mal esforzado y su cualidad, no ha sido suficiente para anular los efectos cualitativos y cuantitativos de la suma de millones de comportamientos menudos y buenos. Dicho de otra forma: por cada negociante ladrón hay mil honrados.
El resurgir de la ética empresarial se ha planteado principalmente en Estados Unidos, no siendo así en los otros tres ámbitos económicos principales del mundo actual:
- En el mundo comunista: no hay libertad de empresa y bien y mal se definen, variablemente, según unos parámetros burocráticos, que han sustituido incluso a una cierta ética.
- En Japón se han asumido unos principios éticos radicados en su cultura, basados en gran parte en un aprecio por el trabajo y por la calidad de trabajo, hasta llegar a la convicción de que un mal trabajo, no es en definitiva productivo.
- En Europa el paisaje está más diversificado: hay países semejantes a Japón (Alemania); otros que concuerdan con el modelo americano, y otros, los latinos en los que se ha difundido desde antiguo una peculiar doble moralidad.
El auge de la ética empresarial en EE.UU ha estado ligado principalmente al deterioro de un valor básico en el ámbito de las relaciones humanas: la confianza y la lealtad.
Se ha obtenido así la verificación de que el comportamiento inmoral, si se convierte en norma, se hace un elemento de disfunción. En otras palabras, aunque la falta de honradez puede ser beneficiosa económicamente aquí y ahora, en unos casos concretos, su extensión hace que el entero sistema económico deje de funcionar. En un mundo habituado a calcular por resultados, se ha llegado a sospechar con frecuencia “un negocio malo” (en sentido moral) es un “mal negocio” (en sentido económico).
Existían y existen otras motivaciones inmediatas para ser honrados al dirigir una empresa (en orden de mayor a menor entidad):
a) Conciencia de la solidaridad y, por tanto, de que el mal que se hace redunda siempre en perjuicio de alguien.
b) Conciencia de la alteridad o una nueva versión del conocido principio de que “no hagas a otros lo que no querrías que te hicieran a ti”
c) Miedo a las consecuencias perjudiciales en cuanto a honorabilidad y respetabilidad de la empresa, a una “mala imagen”.
d) Miedo a las sanciones legales, siempre acompañadas de responsabilidades pecuniarias.
e) Verificación de la bancarrota.
Nadie en efecto podrá fiarse de alguien que ha practicado el inside trading (tráfico de información privilegiada)
Como los EE.UU mantienen todavía un papel de guía en la economía mundial, el resurgir del interés por la business ethics ha llamado la atención en otros países, y de modo especial en Europa. En algunos empresarios ha sido un simple recordatorio de que la conciencia moral no es un aparato obsoleto; en otros, la nueva necesidad se ha presentado como la conveniencia de hacer bien lo que, de todos modos, han de hacer; y por otro lado, a diferencia de lo que ocurre en otros ámbitos morales, en los que el Estado ha dejado campo libre incluso a comportamientos aberrantes, en el terreno de lo económico pecado y delito marchan completamente al unísono.
Hacer honradamente el propio trabajo es quizá una de las exigencias radicales del hombre mejor probadas en cualquier cultura.
Para algunos, las actitudes éticas son construcciones secundarias, teóricas, en el mal sentido de la palabra, justificaciones ideales de unos hechos, consecuencias teóricas, “buenos pensamientos” de alguna tendencia que se da, de hecho, en todos los hombres.
Los hechos se piensa, irían por un lado; las actitudes, sin que nadie sepa cómo, se modifican de vez en cuando.
La ética no es más que una resultante, una derivada de los hechos, entendiendo por hechos importantes lo que resulta ser.
En algunos casos, las actitudes buenas pueden pensarse radicadas en el mandato de un Ser superior, al que se prestaría obediencia.
La mayoría de los hombres se piensa también, está de acuerdo en que hay que ser buenos con los demás, no importa nada porque algunos piensen que esta actitud de benevolencia se basa en el deseo de un Creador, de un Padre común. Eso se ve como un debe ser, pero el debe ser no tiene una eficacia práctica. Así se afirma que el hombre no debe mentir, pero miente y no ocurre nada especial; es más, muchos hechos eficaces están basados en mentiras.
Hay malos que triunfan y buenos que se estrellan. Como hay malos que se estrellan y buenos que triunfan. Es perfectamente legítimo fijarse solo en este último nivel; y es más ético basarse preferentemente en lo positivo – el buen éxito de los honrados, que en lo negativo – el mal éxito de los no honrados.
La ética no es un ingrediente para triunfar en los negocios, como no lo es tampoco, la falta de ética. En el ámbito de lo contingente todas las posibilidades están abiertas, entre otras razones porque una actuación depende
...