En la Diestra de Dios Padre
Enviado por SAR4444 • 23 de Abril de 2014 • 8.182 Palabras (33 Páginas) • 298 Visitas
En la Diestra de Dios Padre
Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarate muy grande y
muy viejo, en el propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el Rey. No era
casao y vivía con una hermana soltera, algo viejona y muy aburrida.
No había en el pueblo quién no conociera a Peralta por sus muchas caridades: él
lavaba los llaguientos; él asistía a los enfermos; él enterraba a los muertos; se quitaba
el pan de la boca y los trapitos del cuerpo para dárselos a los pobres; y por eso era que
estaba en la pura inopia; y a la hermana se la llevaba el diablo con todos los
limosneros y leprosos que Peralta mantenía en la casa. "¿Qué te ganás, hombre de
Dios -le decía la hermana-, con trabajar como un macho, si todo lo que conseguís lo
botás jartando y vistiendo a tanto perezoso y holgazán? Casáte, hombre; casáte pa que
tengás hijos a quién mantener". "Cálle la boca, hermanita, y no diga disparates. Yo no
necesito de hijos, ni de mujer ni de nadie, porque tengo mi prójimo a quién servir. Mi
familia son los prójimos". "¡Tus prójimos! ¡Será por tanto que te lo agradecen; será
por tanto que ti han dao! ¡Ai te veo siempre más hilachento y más infeliz que los
limosneros que socorrés! Bien podías comprarte una muda y comprármela a yo, que
harto la necesitamos; o tan siquiera traer comida alguna vez pa que llenáramos, ya que
pasamos tantos hambres. Pero vos no te afanás por lo tuyo: tenés sangre de gusano".
Esta era siempre la cantaleta de la hermana; pero como si predicara en desierto frío.
Peralta seguía más pior; siempre hilachento y zarrapastroso, y el bolsico lámparo
lámparo; con el fogoncito encendido tal cual vez, la despensa en las puras tablas y una
pobrecía, señor, regada por aquella casa desde el chiquero hasta el corredor de afuera.
Figúrese que no eran tan solamente los Peraltas, sino todos los lisiaos y leprosos, que se habían apoderao de los cuartos y de los corredores de la casa "convidaos por el
sangre de gusano", como decía la hermana.
Una ocasioncita estaba Peralta muy fatigao de las afugias del día, cuando, a tiempo de
largarse un aguacero, arriman dos pelegrinos a los portales de la casa y piden posada:
"Con todo corazón se las doy, buenos señores -les dijo Peralta muy atencioso-;
pero lo van a pasar muy mal, porqu'en esta casa no hay ni un grano de sal ni una tabla
de cacao con qué hacerles una comidita. Pero prosigan pa dentro, que la buena voluntá
es lo que vale".
Dentraron los pelegrinos; trajo la hermana de Peralta el candil, y pudo desaminarlos a
como quiso. Parecían mismamente el taita y el hijo. El uno era un viejito con los
cachetes muy sumidos, ojitriste él, de barbitas rucias y cabecipelón. El otro era
muchachón, muy buen mozo, medio mono, algo zarco y con una mata de pelo en
cachumbos que le caían hasta media espalda. Le lucía mucho la saya y la capita de
pelegrino. Todos dos tenían sombreritos de caña, y unos bordones muy gruesos, y
albarcas. Se sentaron en una banca, muy cansaos, y se pusieron a hablar una jerigonza
tan bonita, que los Peraltas, sin entender jota, no se cansaban di oirla. No sabían por
qué sería, pero bien veían que el viejo respetaba más al muchacho que el muchacho al
viejo; ni por qué sentían una alegría muy sabrosa por dentro; ni mucho menos de
dónde salía un olor que trascendía toda la casa: aquello parecía de flores de naranjo, de
albahaca y de romero de Castilla; parecía de incensio y del sahumerio de alhucema
que le echan a la ropita
de los niños; era un olor que los Peraltas no habían sentido ni en el monte, ni en las
jardineras, ni en el santo templo de Dios.
Manque estaba muy embelesao, le dijo Peralta a la hermana: "Hija, date una asomaíta
por la despensa; desculcá por la cocina, a ver si encontrás alguito que darles a estos
señores. Mirálos qué cansaos están; se les ve la fatiga". La hermana, sin saberse cómo,
salió muy cambiada de genio y se fué derechito a la cocina. No halló más que media
arepa tiesa y requemada, por allá en el asiento di una cuyabra. Confundida con la
poquedá, determinó que alguna gallina forastera tal vez si había colao por un güeco
del bahareque y había puesto en algún zurrón viejo di una montonera qui había en la
despensa; que lo qu'era corotos y porquerías viejas sí había en la dichosa despensa
hasta pa tirar pa lo alto; pero de comida, ni hebra. Abrió la puerta, y se quedó beleña y
paralela: en aquel despensón, por los aparadores, por la escusa, por el granero, por los
zurrones, por el suelo, había de cuanto Dios crió pa que coman sus criaturas. Del palo
largo colgaban los tasajos de solomo y de falda, el tocino y la empella; de los
garabatos colgaban las costillas de vaca y de cuchino; las longanizas y los chorizos se
gulunguiaban y s'enroscaban que ni culebras; en la escusa había por docenas los
quesitos, y las bolas de mantequilla, y las tutumadas de cacao molido con jamaica, y
las hojaldras y las carisecas; los zurrones estaban rebosaos de frijol cargamanto, de
papas, y de revuelto di una y otra laya; cocos de güevos había por toítas partes; en un
rincón había un cerro de capachos de sal de Guaca; y por allá, junto al granero, había
sobre una horqueta un bongo di arepas di arroz, tan blancas, tan esponjadas, y tan bien
asaítas, que no parecían hechas de mano de cocinera d'este mundo; y muy sí señor un
tercio de dulce que parecía la mismita azúcar. "Por fin le surtió a Peralta -pensó la hermana-. Esto es mi Dios pa premiale sus buenas obras. ¡Hasta ai víver! Pues,
aprovechémonos".
Y dicho y hecho: trajo el cuchillo cocinero y echó a cortar por lo redondo; trajo la
batea grande y la colmó; y al momentico echó a chirriar la cazuela y a regase por toda
la casa aquella güelentina tan sabrosa. Como Dios li ayudó les puso el comistraje. Y
nada desganao qu'era el viejito; el mozo sí no comió cosa. A Peralta ya no le quedó ni
hebra de duda que aquello era un milagro patente; y con todito aquel contento que le
bailaba en el cuerpo sargentió por todas partes, y con lo menos roto y menos sucio de
la casa les arregló
...