Ensayo Sobre La Mentira
Enviado por ferlasa • 24 de Febrero de 2014 • 656 Palabras (3 Páginas) • 530 Visitas
Ensayo sobre la mentira
El mundo es maravilloso, la vida es sencilla, los hombres —entendiendo a “los hombres” como la humanidad entera— podemos vivir sin problemas y con tolerancia —entendiendo la voz “tolerancia” como aceptar las diferencias del otro sin que resulte incómodo— y finalmente, los hombres saben lo que quieren las mujeres y las mujeres saben lo que el hombre necesita… todo una gran y cruel mentira.
Las líneas que siguen no pretendo que se conviertan en una crítica a la sociedad, mi intención es mucho más altruista: sólo quiero divertirme.
Mucho se ha hablado de las mentiras. Que si son buenas, que sin son blancas, que si tiene las patas cortas. Todo lo que se ha dicho de la mentira es verdad. La RAE, en la primera definición que tiene de la voz “mentira” es: “Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa”, es decir, según la máxima autoridad en la lengua de Bello, una mentira es lo opuesto a lo que se sabe (¿?). Y si lo que se sabe, es mentira, ¿entonces es verdad? Sinceramente reflexionar sobre la mentira, además de estar muy relacionado con la verdad, es muy confuso.
Ahora, como está el mal y el bien, el Diablo y Dios, comunistas y el resto del mundo, también está la mentira y la verdad. Por supuesto que debe existir el negativo, la contraparte, el yin y el yan. La mentira se alimenta de la verdad y viceversa. No podemos pretender que la mentira no exista, es parte del sistema, y punto. Entonces aquello de la mentira “blanca”, ¿es bueno? Sí… y no. Imagina el escenario: un arbolito verde y gigante lleno de luces y de cuanto coroto se puede conseguir en el Tijerazo —cadena de tiendas por departamentos en Venezuela, que vende productos buenos a buenos precios y la gente le da vergüenza que la vean allí— y con una carta dirigida al mundialmente famoso Santa Claus —la versión pasada de kilos y pedófilo del Niño Jesús— donde están todas las esperanzas materialistas de un niño que sabe que su comportamiento durante todo el año no va a influir en los regalos que va a recibir porque Santa Claus no ha estado en su casa para saber cómo se porta, pero, ya todos sabemos la verdad —espero. ¿Vale la pena que las ilusiones de la niñez sean destruidas por la verdad? ¿Vale la pena que una relación perfecta se acabe por una “cana al aire”? ¿El fin justifica los medios? Son preguntas para un largo y bizantino debate.
En una conversación de diez minutos, se dicen, aproximadamente, tres mentiras, incluyendo omisiones —las omisiones son saltarse hechos o datos que son verdad, ergo, en ausencia de la verdad, lo que queda es la mentira. Si tomamos el dato anterior como cierto —todos sabemos que decimos más mentiras— hagamos un pequeño cálculo: el día tiene veinticuatro horas, de las cuales dieciséis estamos despiertos —que quede claro:
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