Estallido social

Hace exactamente 1 mes, el día 18 de Octubre del 2019 vivimos el estallido social más grande que ha tenido Chile, en el último tiempo, esto fue debido al alza del pasaje en el metro, donde la consigna inicial fue “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”, mostrando así el desacuerdo, fue tanto el aburrimiento de años de abuso hacia las clases más bajas, que el alza en el pasaje fue sólo la gota que resultó por rebalsar el vaso. Estamos todos de acuerdo que ha existido una gran brecha entre las clases sociales, es notorio incluso en la diferencia de la división entre “Plaza Italia hacia arriba y hacia abajo” o más bien la realidad que se vive en comunas que son hacia el oriente y la realidad que existe en las comunas de las periferias, hacia el poniente, hacia el norte y hacia el sur. Un claro ejemplo puede ser nuestro cerro San Cristóbal o actualmente nombrado “tupahue”, donde la cara norte es árida, seca, conteniendo una naturaleza amarillenta todo el año, mientras que la cara sur y oriente son verdaderas selvas verdes, conteniendo parques, piscinas, área verde, lo agradable a la vista, el paisaje con inversión económica, el lado que si está regado y preocupado, claramente la posición del cerro y que la cara dada a recoleta esté más expuesta al sol, no ayuda a que haya naturaleza verde.

Ha sido tanto el descontento por años de abusos, donde la clase alta se ha aprovechado de la clase baja, que reventó una ira colectiva en la población, ira provocada por el dolor en familias arraigadas al odio, el no acceder a una salud digna, al tener que esperar horas para ser atendidos, esperar meses por una atención básica, que pasen los años y que el teléfono nunca suene, dejando así morir a personas que realmente quieren vivir; el tener que endeudarse por años para pagar un crédito universitario con intereses desorbitantes, solo para cumplir el sueño de la familia, y lograr tener un título universitario, que a esta altura ya no tiene mucho valor si no va acompañado de un post grado, de un curso extra, manejo de idiomas, etc; gente cansada y frustrada por ver como sus padres, abuelos, tíos o vecinos, se esforzaron durante años para tener una jubilación deplorable y burlesca, dinero que casi se va en fármacos para tener una esperanza de vida más alta, debido a las enfermedades que a esa edad ya se desarrollan; Las demandas sociales fueron creciendo y creciendo, cada vez se sumaban con más fuerzas distintas consignas y distintas metas que podrían abolir ese dolor que provoca ser pobre o venir de un lugar bajo. Esta lucha no ha tenido una edad, por primera vez se ven jóvenes, adultos y ancianos luchando, cada uno con su herramienta y su energía, algunos dejando su sangre derramada en la calle, perdiendo ojos para que otros sean capaces de abrir los suyos, otros aportando y ayudando a sus vecinos, y otros golpeando con ira y dolor su cacerola, abollada por el llanto, la desesperación y el enojo por lo sucedido.

Hace un mes empezó una denominada “guerra”, que una vez más fue desigual, mientras unos tenían balas, otros teníamos una cuchara de palo y un sartén. Han sido innumerables violaciones a los derechos humanos, por siempre se recordará este hecho, como un hecho histórico, un mes que se les entregó el poder a unas fuerzas armadas que rápidamente lo aprovecharon, yo con 22 años jamás imaginé que sería apuntado en varias ocasiones con fusiles de guerra, armamento que uno veía en películas de guerra, de ciencia ficción y de acción, jugando videojuegos o que uno podía ver en noticias de Siria e Irak, tener que levantar mis manos en señal que no soy un peligro, que estoy desarmado y que no quiero que me disparen.

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