Estrategia de la simulación
Enviado por Marcozg27u2jw • 24 de Noviembre de 2022 • Documentos de Investigación • 3.039 Palabras (13 Páginas) • 46 Visitas
[pic 1] República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del poder popular para la educación superior
Universidad Nacional Experimental de los llanos occidentales
“Ezequiel Zamora”
Barinas Estado Barinas
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
(Módulo 2 Tarea 2)
Docente: Jorge Rivas Bachilleres:
Sección: Fs01 Br: Galue Ana p. C.I 30.940.784
Br: Gómez Francis C.I 31.377.298
Br: pulgar Jeonli C.I 33.595.678
Br: Rivas Yoel C.I 31.074.956
Br: Roa Jeferson C.I 28.260.916
Br: Zambrano Marcos C.I 32.385.879
Barinas; Noviembre del 2022
INTRODUCCION
SIMULACIONES
La estrategia de la simulación encaminada a conseguir unos efectos que de otra manera serían inalcanzables no es un descubrimiento reciente. Recorre De un extremo a otro la historia de la humanidad. A pesar de lo cual, debe señalarse que sólo en la era moderna —con Maquiavelo— es elevada al rango de piedra angular de la teoría y la praxis política. Y sólo de épocas más recientes cabe decir que la simulación se ha convertido en su rasgo distintivo. La sociedad de la información ha descubierto técnicas nuevas para prácticas antiguas, la que no la distingue sustancialmente de otras anteriores. Su originalidad consiste en haber difuminado las fronteras entre lo auténtico y lo fingido. Se podría decir que Maquiavelo es el primero en aliviar al simulador de su mala conciencia y Mac Luhan el primero en privarle de conciencia. Lo que diferencia al príncipe florentino del político y del periodista de nuestro tiempo es que sólo aquél sabe la que hace.
El antiguo problema acerca de si los fines justifican los medios se ha resuelto invirtiendo sus términos: los "medios" justifican los fines. Sólo cuando la distinción entre lo real y lo aparente no se ha perdido por completo tiene sentido la siguiente recomendación de hipocresía: "puedes parecer clemente, fiel, humano, íntegro, religioso, y aún serlo; pero has de estar tan identificado con tu espíritu que, en el momento necesario, puedas y sepas cambiar en sentido contrario". Maquiavelo recomienda la hipocresía, pero no el cinismo. Lo característico de la hipocresía es la disimulación. Tiene la función esencialmente negativa de ocultar el verdadero objetivo que se persigue. En este caso el de conseguir y aumentar el poder a cualquier precio. Pero quien disimula deja intacto el principio de realidad, no lo aniquila, lo enmascara. Lo propio de la simulación, en cambio, es anular la diferencia entre lo real y su apariencia, declarar imposible el comportamiento auténtico y la palabra cierta, conceder a la representación el estatuto de la realidad. El príncipe sabe que miente y cuándo miente; en una cultura de la simulación esto ya no es posible porque el medio es el mensaje, es decir, no se oculta nada sencillamente porque no hay una trastienda donde algo pueda ser escondido.
Todo es igualmente real e irreal al mismo tiempo. Este me parece ser el motivo por el que los análisis de la manipulación se quedan cortos a la hora de explicar la falsificación informativa. Y ésta me parece ser también una de las razones por las que la crítica de las ideologías se hace obsoleta ante una cultura que ya no oculta nada. El problema es que nos encontramos en un contexto cultural en el que se piensa que lo real puede ser simbólicamente sustituido. No se trata de una imitación, ni de reiteración u ocultamiento, sino de una suplantación de lo real por los signos de lo real. La vida política se encuentra sometida a una progresiva teatralización. Sus dos pilares son la comunicación y la gestión económica; su destino, transformarse en un espectáculo. La naturaleza simulatoria de la praxis política se pone de manifiesto en el hecho de que el poder se ha convertido en el dominio de un espacio simulado. La política no es una función, un territorio o un espacio real, sino un modelo de representación autorreferencial. Lo real es su escenificación y presentación pública. Mediante el concepto de "hiper-realidad" ha tratado de explicar Baudrillard el efecto propio de la ficción que se instala más allá de lo verdadero y lo falso. En una cultura de la simulación no desaparece la verdad propiamente, sino la distinción entre lo verdadero y lo falso.
Este principio es extensible a otras alternativas. La disuasión, por ejemplo, sería la hiper-realidad que corresponde al binomio, del mismo modo que la aceleración convierte en obsoleta la alternativa quietud-movimiento. Cuando el saber se entiende como dominio sobre objetos, el exceso de saber no puede ser calificado ni como conocimiento ni como ignorancia. La pornografía sería la anulación de la sexualidad humana, como el despotismo lo es del verdadero poder. Y lo mismo ocurre con el exceso de información: la hiper-representación tiene como efecto patológico una inflación de la expresividad y la escenificación se convierte en una "obscenificación". Este resultado no puede ser medido con la alternativa secreto-comunicación.
El hecho de que no se oculte nada no significa que se sepa todo. "La histeria fue la patología de una escenificación del sujeto hacia el exterior, una patología de la expresión, una conversión teatral, operativa o sacrificada del cuerpo; la paranoia, por su parte, fue la patología de la organización, de una rígida y fanática estructuración del mundo. Con la comunicación y la información, con la progresiva promiscuidad de las redes en las que estamos completamente atrapados, hemos llegado más bien —si se quiere expresarlo con la metáfora clínica— a una nueva forma de esquizofrenia: la situación de espanto que produce la cercanía del medio ambiente, de la inevitable promiscuidad de las relaciones que se adueñan de uno mismo y penetran en su interior sin poder defenderse". 5 La pura transparencia supone la exposición del sujeto en un mundo que le atraviesa sin obstáculos y le convierte en un centro de distribución para todas las redes de influencia.
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