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Estrategias Para La Gestión De Personas En Una Empresa


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2014  •  8.437 Palabras (34 Páginas)  •  300 Visitas

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Estrategias para la Gestión de Personas en una Empresa

Germán Antecao Álvarez

Introducción

En el análisis de la gestión de personal desde una perspectiva estratégica, veremos cómo, a través de qué instrumentos y metodologías que están disponibles, podemos imprimir a las funciones, tareas, y decisiones que tomemos en el ámbito de la Gestión de Personal, de una perspectiva estratégica partiendo del conocimiento que hemos adquirido respecto del comportamiento de las personas y ligando la función de personal con las estrategias de desarrollo que la organización se ha planteado.

Sólo así podremos elevar el quehacer de la unidad de gestión de personal desde una perspectiva meramente burocrática –que es la que desgraciadamente ha predominado hasta ahora- a una perspectiva que signifique un efectivo apoyo estratégico para la organización.

Hoy se habla crecientemente de la Responsabilidad Social Empresarial. La sociedad actual está atravesando por muchos conflictos que, crecientemente, ponen en juego la estabilidad social. De allí que en el mundo empresarial haya surgido este tema como una manera de concretar un aporte del mundo empresarial a la solución de dichos conflictos. No podría haber un aporte más significativo si, a través de la gestión de las personas, se lograra mejorar substantiva y significativamente el espacio de trabajo de las personas. Después de todo, es allí donde cada cual vive la mayor parte de su tiempo útil.

El pensamiento estratégico

Cuando nos referimos a este tipo de pensamiento, no nos estamos refiriendo a un tipo de pensamiento en el cual predomine un alto grado de razonamiento analítico, sino a un pensamiento interactivo que se desarrolle a través de su práctica y que da como resultado la generación de nuevos conocimientos para mejorar la capacidad de generar alternativas viables que permitan definir objetivos y transformarlos en resultados.

En primer lugar, diremos que si el pensamiento convencional -aquel que normalmente se desarrolla hoy en día al interior de las organizaciones de trabajo- frecuentemente procura forzar las situaciones de la realidad para adecuarlas a los esquemas de conocimiento pre-existentes, el pensamiento estratégico opera a la inversa.

El pensamiento estratégico implica que los esfuerzos se orienten a entender e interpretar el entorno, el escenario, el espacio donde quienes deciden deben desarrollar su actividad y donde de hecho surgen las necesidades de acción, en una búsqueda persistente para adaptar y aprovechar la mejor combinación posible de los recursos existentes.

En segundo lugar, diremos que el pensamiento estratégico implica enfrentar los problemas de manera tal que el resultado permita tener una visión integradora de ellos y, por lo tanto, de sus posibles soluciones. En la realidad concreta lo que existe es una concatenación de factores, influyéndose y condicionándose mutuamente. Si uno aísla cada factor, y lo considera en esa individualidad, empobrecerá su visión, porque no estará dando cuenta de su complejidad.

Esto implica que el pensamiento estratégico es aquel capaz de incorporar la visión sistémica de los problemas.

En tercer lugar, diremos que las situaciones del mundo real por lo general no siguen una trayectoria lineal. Los procesos avanzan y retroceden, en un movimiento continuo. En este sentido, el pensamiento estratégico contrasta fuertemente con el pensamiento convencional cuya metodología de razonamiento se basa en la linealidad y la repetición, en el predominio y la tendencia a las respuestas automatizadas, respuestas ya aprendidas, lo que significa aplicar el mismo razonamiento ante situaciones aparentemente similares sin espacio para tomar conciencia de que la situación es, en realidad, distinta.

En cuarto lugar, hablaremos de un elemento que actualmente está generando mucha discusión. Los avances en el conocimiento sobre las formas en las que opera el cerebro humano y, por ello, en los caminos que se recorren para conocer la realidad, han recuperado el papel de la “intuición” en el origen del conocimiento. En otras palabras, el pensamiento convencional no deja espacio a un elemento que es fundamental: la intuición. Este es un atributo positivo y necesario en términos del pensamiento estratégico. Porque la intuición permite romper esas respuestas aprendidas y dejarle paso a la posibilidad de ver lo nuevo, lo distinto y captar su significado.

Henry Mintzberg (1994, 2004), un autor que se ha preocupado especialmente de la función de Dirección de las Organizaciones, plantea las relaciones de complementariedad entre el pensamiento intuitivo –que es el que permite que surjan iniciativas originales provocadas por la creatividad y la innovación- y el razonamiento analítico. El primero da lugar a la originalidad y a la innovación; el segundo permite contextualizar las ideas originales y estructurarlas en una estrategia o curso de acción que va tomando forma en una realidad concreta. Y lo hace recorriendo las necesarias etapas de elaboración, formulación e implementación como proceso interno de la planificación estratégica.

Veamos por qué hoy es importante el pensamiento estratégico. Recordemos que, normalmente, nada es adecuado es sí mismo. Es adecuado en la medida que responde a determinadas necesidades. El contexto en el cual hoy debe implementarse la gestión de personal es uno en el cual lo único constante es el cambio y en el cual el conocimiento se ha constituido en la base esencial de la sociedad. Pero el medio ambiente no cambia de manera regular, y rara vez se producen cambios dramáticos continuos. El cambio se da a distintos ritmos y con distintas intensidades. En ese escenario, la clave es detectar discontinuidades, turbulencias, situaciones con identidad propia, que no tienen precedentes y entender que esas situaciones nos imponen la necesidad de modelar una nueva estrategia que sea adecuada, distinta y pertinente a esa situación nueva, que es concreta y específica. Si no somos capaces de detectar esa necesidad de dar respuestas diferentes cuando la realidad nos obliga a ello, nuestras respuestas serán, probablemente, pobres y no nos llevarán adonde queremos llegar.

El proceso de cambio obliga a desarrollar el pensamiento estratégico y eso constituye uno de los elementos positivos del cambio. Porque exige con frecuencia respuestas nuevas.

La excesiva estabilidad de los procesos tiende a atrofiar la capacidad de pensar estratégicamente. Como todo organismo vivo que tiende a atrofiarse, cuando deja de existir la necesidad que le dio origen.

Desde ese punto de vista, la realidad actual pone en primer plano

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