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Evolución del Ejército venezolano


Enviado por   •  15 de Octubre de 2011  •  Tutorial  •  9.561 Palabras (39 Páginas)  •  578 Visitas

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CAPÍTULO I - FINALES DEL SIGLO XIX E INICIOS DEL XX: DESDE LA DESAPARICION DE LAS HUESTES CAUDILLESCAS HASTA EL PREDOMINIO DE LOS PRETORIANOS

En la evolución del Ejército venezolano, desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX, podemos distinguir unos aspectos en común . En estos años, se estructura un efectivo Ejército Nacional y se desarrolla un lento proceso de modernización y los inicios de la profesionalización militar institucional.

La constante, durante los años arriba señalados, no es otra, sino una peculiar y hasta paradójica simbiosis militar-civil y político-militar. Quien controle el Ejército Nacional, producto de una situación de fuerza (Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez) controlará internamente a Venezuela. Al fortalecerse la institución militar, los Ministros de Guerra y Marina o Ministros de la Defensa, serán los encargados del despacho ministerial antesala para la Presidencia de la República: General Eleazar López Contreras, General Isaías Medina Angarita, Coronel Carlos Delgado Chalbaud y General Marcos Pérez Jiménez. Los cambios políticos de sólo tres años, 1945-1948, han deslumbrado a numerosos analistas que magnifican los logros civilistas del llamado Trienio. Una especie de espejismo histórico, producto en buena parte del limitado estudio sobre la realidad militar venezolana y de un interés político muy bien publicitado. Durante este breve ensayo de gobierno civil, el poder político del sector militar se fortalece pretorianamente y el gobierno militar subsiguiente colapsará en 1958. En los inicios de los 1960's, se desarrolla un proceso de reacomodo en el recurrente acuerdo político-militar y militar-civil venezolano.

La simbiosis militar-civil y político-militar: Una constante olvidada.

Las guerras por la independencia dividen la historia venezolana en un antes y después. Los casi tres lustros de intenso combatir, prácticamente sin soluciones de continuidad, los esfuerzos libertadores allende el territorio de la antigua Capitanía General, dejaron profunda huella en la realidad venezolana. El proyecto político de 1811 se materializará, con modificaciones, en 1830. Dos actores sociales y políticos, básicos, emergen del proceso bélico independentista: Los militares y el Patriciado Civil. Al decir militares, entiéndase los Oficiales. Como Patriciado Civil, al núcleo propietario de hacendados y comerciantes.

Entre ambos sectores existían evidentes diferencias internas. En el sector militar, Irwin G (1985, 1988, 1990, 1996 y 1998-1999) argumenta la existencia de tres tendencias bien diferenciadas desde los mismísimos días del proceso guerrero independentista: Caudillos, Pretorianos y Oficiales Militares de Orientación Profesional.

Los primeros expresaban la herencia histórica tradicional y patrimonial, proveniente de la realidad social patrón-clientela en la Capitanía General de Venezuela. Eran los guerreros-políticos. Los segundos constituían una aberrada resultante del proceso bélico independentista, eran los militares-políticos que procuraban mutar hacia dominantes político-militares. Los terceros, recibían en heredad lo mejor de la tradición castrense hispana de la segunda mitad del siglo XVIII, entendían la carrera de las armas como una profesión ajena al personalismo y protagonismo político. Eran estos los militares-militares.

En el Patriciado Civil, las diferencias se expresan en términos aparentemente doctrinales. Tenemos los partidarios del liberalismo centro-federal, llamados por sus rivales políticos como los godos-conservadores-oligarcas. En el otro extremo del péndulo se encuentran los autoproclamados liberales-federales. Ambos sectores rivales, se encuentran en la práctica, penetrados por un agudo y dominante personalismo que antepone los intereses particulares de cada cual al interés colectivo, social, al llamado genéricamente "Bien Común" de la sociedad.

El Patriciado Civil estaba conformado por individualidades. Unas con más capital numerario que otras, siendo este aspecto la gran diferencia entre sus miembros, más que su condición de agricultores, criadores o mercaderes. Las tensiones que generan ambas condiciones dentro del Patriciado Civil, insistimos, personalismo político y desigualdades en la posesión de capital numerario, serán su "Talón de Aquiles" frente a los caudillos.

Como reportará A. Oropeza (1961), la Constitución de 1830 expresa el común compromiso para dirigir políticamente la sociedad venezolana, entre los sectores mencionados supra. Pero también anuncia, la intención del Patriciado Civil por lograr la subordinación política del sector militar. Reacciones caudillescas (la de los guerreros-políticos) y pretorianas (la de los militares-políticos) contra el naciente nuevo orden institucional, son dominadas mediante la negociación y de ser necesario el uso de la fuerza. La institucionalidad sobrevive hasta 1846.

Las presiones sociales generadas por el novedoso liberalismo económico, la crisis y recesión económica de los 1840's y el secular personalismo en los dirigentes políticos de la sociedad criolla llevan al colapso institucional. Este expresa la incapacidad de compromiso y las ambiciones de poder personalistas entre los sectores enfrentados del Patriciado Civil. La "simbiosis militar-civil y político-militar" se manifiesta ya autoritariamente en los gobiernos de los hermanos Monagas, 1847-1858. El Patriciado Civil, como tal, claudica ante los caudillos.

Lo curioso del caudillismo venezolano, dominado efectivamente en su potencial autoritario durante los primeros tres lustros de vida independiente, es que no expresa el predominio de un auténtico sector militar en la sociedad criolla. Por el contrario, el caudillismo es una reacción de los propietarios civiles que se proclamaban "comandantes", "coroneles" o "generales" con sus huestes armadas personales y que actuaban personalista, violenta y políticamente.

Caudillo era cualquier patrón que empleaba a su clientela con fines personalistas, recurriendo directa o indirectamente a la violencia física en la arena política local, regional o provincial y nacional. El obvio resultado de lo recién enunciado, era la inexistencia de un efectivo Ejército Nacional. El corolario político de esta situación, era el personalismo y la violencia física como substitutos de la institucionalidad.

Lo paradójico de toda esta situación, es que una de las tendencias de los Oficiales militares que se puede identificar como característica del proceso independentista, la conformada por los caudillos, se convierte en la dominantemente protagónica tanto en el escenario nominalmente militar

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