Filosofía Latinoamericana
Enviado por zello.brujitos • 17 de Diciembre de 2012 • Informe • 1.371 Palabras (6 Páginas) • 257 Visitas
Filosofía Latinoamericana
En Latinoamérica la filosofía ha adquirido un carácter social impuesto por el desarrollo histórico, cultural, económico y político de nuestro continente, cuyo advenimiento a la civilización occidental es relativamente reciente. Así, cuando en América se inicia la actividad filosófica, la filosofía tiene ya en Europa una historia que comprende más de veinte siglos.
A finales del siglo XVI se inició una etapa de controversia doctrinal. Hay lucha ideológica entre las órdenes religiosas y como una débil proyección del Renacimiento hacen su aparición el platonismo y el neoplatonismo. La filosofía del siglo XVII es ajena a los avances logrados en Europa. La política de España tiene aisladas a sus colonias de América y es sólo en las últimas décadas de ese siglo cuando se advierten algunos indicios del pensamiento moderno.
Para la segunda mitad del siglo XVIII, los jesuitas, originalmente enemigos de Descartes, rectifican su opinión y propician el cambio intelectual a favor del modernismo.
Al terminar la primera mitad del siglo XIX los países de América habían logrado su independencia política, sin embargo, persisten las ataduras que subordinan el pensamiento de los latinoamericanos a su pasado colonial. En búsqueda de la emancipación intelectual, se declarara una segunda independencia: la ideológica.
El idealismo y el positivismo aparecen en América Latina con cierto retraso.
La filosofía latinoamericana ha existido durante la colonia y en el siglo XIX, pero debemos aclarar que esta filosofía no se realizó de manera exclusiva por los pensadores de aquellos tiempos. Hubo intelectuales que reflexionaron filosóficamente, aunque su actividad principal no era filosofar. Su labor filosófica estuvo siempre supeditada a intereses religiosos o políticos.
La filosofía latinoamericana, como la ciencia, no es regionalista, y uno de los rasgos que distinguen al auténtico filósofo del simple moralista, o pensador reflexivo, es precisamente su ubicación en el marco filosófico que le toca vivir. Debe asimilar las doctrinas prevalecientes en su época y reaccionar ante estas tendencias, pero sin desatenderse de la herencia filosófica que le corresponde recibir. Entablar un diálogo con el pasado plenamente consciente de los problemas inherentes a su realidad presente.
La filosofía de Latinoamérica, en su sentido conceptual, no sólo se halla entrañablemente ligada a la cuestión social sino que esta misma, tomada en su amplia extensión -desde la ética y el derecho hasta la educación y la economía-, ha sido percibida como su clave reflexiva y su atributo esencial. Así se ha ido apartando deliberadamente de supuestos ascetismos gnoseológicos y axiológicos, de prescindentes mecánicas notariales, frente a la conflictividad humana o a perdurables estructuras de dominación y nuevas formas de explotación.
En cuanto al corpus historiográfico, el mismo se remonta al siglo pasado en países donde existió tempranamente la preocupación por rendir cuenta de su propio devenir filosófico, como Cuba, México y Brasil.
El dominio ibérico en América implantó entre otras manifestaciones culturales una manera de hacer filosofía acorde a los intereses de la colonización.
En las primeras décadas del siglo XIX, los pueblos americanos alcanzan su independencia política, sin embargo, ésta no trae consigo la emancipación ideológica, pues el orden intelectual, social y económico impuesto durante tres siglos de dominación no desaparece de las nuevas nociones.
Los emancipadores latinoamericanos deseosos de cambiar la mentalidad colonial e incorporar sus pueblos a la modernidad, hicieron suyo el pensamiento de otros pueblos que lucharon y alcanzaron su plena independencia. Con este propósito buscaron, por medio de la educación, eliminar desde sus raíces la cultura colonial, siguiendo los lineamientos ideológicos de la filosofía positivista.
El positivismo se presenta así como el medio más apropiado para abolir por completo la dependencia mental. Sin embargo, la implantación de esta doctrina no condujo a la anhelada libertad ni propició el desarrollo para los pueblos, pues la adopción de modelos ajenos a la realidad social iberoamericana sólo condujo a nuevas formas de subordinación.
La conciencia de esta dependencia, así como el interés por cambiar esa situación y propiciar un orden acorde a la naturaleza de los iberoamericanos, habrán de ser el primer paso para la superar la subordinación cultural de los pueblos americanos.
El filosofar americano, un siglo y medio atrás, dicha expresión ha acumulado una densa carga ideatoria que ha inducido a que todavía hoy se sospeche de quienes cultivan esa preocupación por abocarse a un quehacer escasamente serio y riguroso. Con todo, no cabe negar las frecuentes aportaciones del pensamiento latinoamericano a la cultura filosófica
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