Geografía Política De La España Constitucional. La División Provincial» De J. Burgueño (1996)
Enviado por faraon90 • 11 de Febrero de 2012 • 9.687 Palabras (39 Páginas) • 605 Visitas
«Geografía política de la España constitucional. La división provincial» de J. Burgueño (1996)
Abro este hilo para tratar un tema que a mí me apasiona: el de las divisiones territoriales. Hace tiempo leí un libro que mostraba cómo se había venido configurando la división provincial en España, desde el Estado moderno hasta nuestros días. Lo encontré tan sumamente interesante, que aquí quiero compartir el fruto de un trabajo de semanas.
Presento en estos posts un resumen ilustrado del libro «Geografía política de la España constitucional. La división provincial», de J. Burgueño (1996). Actualmente, Burgueño es profesor de Geografía en la universidad de Lérida.
Espero que vosotros disfrutéis tanto de su lectura como yo; y animo a quien le levante la pasión, que para tener una visión más amplia, consiga y lea el libro. Es altísimamente recomendable.
Desde entonces no tengo constancia de que se hayan publicado estudios posteriores sobre las divisiones administrativas en España, aunque sí hay libros sobre la conformación del Estado de las Autonomías.
Empezamos:
Índice:
1. La situación previa.
1.1 El mapa provincial a finales del s XVIII.
1.2 La crítica ilustrada a la división territorial.
1.3 La división departamental francesa.
2. Las reformas ilustradas.
2.1 Las provincias marítimas.
2.2 Las reformas de las provincias castellanas.
3. Las divisiones napoleónicas.
3.1. El proyecto de Amorós.
3.2. El proyecto de Lanz de 1810.
4. La constitucionalización de la provincia.
4.1. La nueva administración provincial.
4.2. La división provincial según la Constitución de Cádiz.
5. Los primeros proyectos constitucionales.
5.1. El plan de gobernaciones de Bauzá (1813).
5.2. Correcciones posteriores.
6. Las divisiones del Trienio Liberal.
6.1. Las posturas al comienzo del Trienio Liberal.
6.2. El proyecto de Bauzá y Larramendi.
6.3. La división de Cortes de 1822.
6.4. La implantación de la división provincial de Cortes.
7. El absolutismo reformista.
7.1. La necesidad de una provincialización.
7.2. El proyecto de Larramendi de 1829.
7.3. La intervención de Lamas.
8. La división de Javier de Burgos de 1833.
8.1. La implantación de la división provincial.
8.2. La primera revisión de los límites provinciales.
9. El nuevo proyecto de división territorial.
9.1. El proyecto de Caballero de 1842.
9.2. Los aplazamientos de la reforma territorial.
10. Las regionalizaciones.
10.1. Las regiones tradicionales.
10.2. Las regionalizaciones administrativas.
11. La ordenación territorial en la primera mitad del siglo XIX.
11.1. Los criterios geográficos de la división territorial.
11.2. Provincialismo y división territorial.
11.3. Las ciudades ante la provincialización.
12. Las ordenaciones territoriales posteriores.
12.1. Los proyectos de reducción de provincias.
12.2. Los ensayos autonómicos.
12.3. Las ordenaciones territoriales económicas.
12.4. La provincia en las autonomías.
13. Balance de la división provincial.
13.1. El determinismo de las divisiones provinciales.
13.2. Crítica y permanencia de la división provincial.
1. La situación previa.
1.1 El mapa provincial a finales del s XVIII.
El término provincia ha sido el tradicional usado para denominar a los territorios. Desde la Edad Media se venía usando para designar a los grandes territorios de las Coronas (Aragón, Extremadura...); pero también en la Corona de Castilla se usa para denominar a territorios con gobierno particular, demarcaciones fiscales y circunscripciones a Cortes.
Ya en 1591 hay una división fiscal, vinculadas a 18 ciudades con representación en Cortes. El concepto provincia se desplaza para representar únicamente las circunscripciones a Cortes, y sus divisiones internas se denominan partidos. No hay que confundirlo con otras demarcaciones, como las provincias gallegas.
En el siglo XVII tres territorios obtienen representación al independizarse: Galicia de Zamora, Extremadura de Salamanca -los partidos de Trujillo, León de Santiago, y Salamanca al sur de la sierra de Gata-, y Palencia de Toro -aunque Toro retiene los partidos de Carrión y Reinosa-. Otros cambios se suceden, fragmentando la estructura territorial, y provocando enclaves, o variando la estructura de los reinos. Por ejemplo, El Bolo y Viana del Bolo pasan de Benavente (Valladolid) a Galicia; Huércal (Murcia) se une a Overa (Granada), y pasa a este reino; Jumilla pasa de Murcia a Cuenca; Caudete pasa de Valencia a Murcia. Aunque hay que decir que las provincias se mantienen estables en todo este periodo.
A finales del siglo XVIII la España peninsular cuenta con 4 territorios forales, 21 provincias correspondientes al resto de la Corona de Castilla, y 3 [sic] reinos en la Corona de Aragón: en total, 28 provincias. La función de éstas en la Corona de Aragón era sinónima a los reinos; en la Corona de Castilla, tenían una función fiscal y representativa de Cortes, pero no política o judicial, pues de ello se encargaba el corregidor. Las provincias ya denotaban la presencia de una clase dirigente urbana que persigue la consolidación de la ciudad como organizador de su territorio, asegurándose un área de influencia.
En la España borbónica, además, se crean las intendencias, que reúne todas las atribuciones administrativas -no la judicial-, lo cual es un paso centralizador, que convierte a la provincia en una demarcación para la administración del Estado. En 1718 se divide la España peninsular en 18 intendencias, agrupando provincias, y creando la de La Mancha a partir de Toledo. Pero se fue recortando poder a los intendentes, y en 1724 se extingue esta figura.
En 1749 se reinstauran los intendentes, esta vez, uno en cada provincia del Reino: son los reinos de la Corona de Aragón y las provincias castellanas (incluida La Mancha); en total 25 peninsulares y 2 insulares. Las capitales son las conocidas, excepto La Coruña en Galicia, Extremadura en Badajoz (antes Mérida), La Mancha en Almagro (después en Ciudad Real), y Canarias en Santa Cruz de Tenerife. Ahora bien, en las tres provincias Vascongadas y en Navarra no había intendente;
...