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HOMBRE DE COSTUMBRES RARAS


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2018  •  Documentos de Investigación  •  1.027 Palabras (5 Páginas)  •  158 Visitas

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HOMBRE DE COSTUMBRES RARAS (3)

Orígenes

En este punto de mi vida no he acumulado posesión alguna ni mucho menos amasado ningún capital, en cambio, he atesorado buen número de lecturas, amigos y recuerdos. Tengo bellos libros en mis estantes y las imágenes de mis compañeros llenan ya varios álbumes, pero mis memorias se esfumarán al final de mis días. Por este motivo, he decidido escribir estos apuntes autobiográficos, dispersos como la vida e ilógicos como mi pensamiento pero sinceros y apasionados como mi corazón.

Nací el 24 de septiembre de 1983 en Mérida, capital del estado de Yucatán. Fui el tercer y último vástago de Emiliano Alberto Canto Quintal y de Guadalupe del Socorro Mayén Vargas.

Mi padre nació el 16 de marzo de 1951 en la villa de Hunucmá. Hijo de Luis Fernando Canto Concha, hacendado que falleció luego de un desplome del precio del henequén, y de Susana Plácida Quintal Maldonado, mujer de exacerbada convicción católica.

Poco después de que mi progenitor quedó huérfano de padre, pasó a Mérida, donde estudió la secundaria y cursó la carrera de ingeniería mecánica en el Instituto Tecnológico de esta ciudad. Basquetbolista de carácter alegre, facilidad para el cálculo y una gran pasión por la ciencia, tuvo la oportunidad de realizar un par de estadías en París y Toulouse a principios de los años setenta del siglo XX.

Durante sus recorridos por Europa, mi padre se especializó en la generación de energía solar y conoció, a su vez, la gravedad del deterioro ambiental que por entonces empezaba a preocupar a los investigadores del primer mundo. También, gracias a estos viajes, Beto se hizo ecologista convencido y colaboró en la instalación de las primeras celdas fotovoltaicas en Mérida. Desafortunadamente, el proyecto que presentó mi padre para crear una casa autosuficiente se estrelló contra el escepticismo de los gobernantes de entonces, los cuales consideraban que la capital yucateca aún no poseía altos niveles de contaminación.

Mi madre vino al mundo el 11 de noviembre de 1956 en Mérida, aunque se le registró civilmente un mes después. Hija de Humberto del Jesús Mayén Palmero, verdadero Lope de Vega, y de Landy María Vargas González, matrona de una imaginación desbordada. Avecindada desde su infancia en la colonia Miguel Alemán, mi madre cursó sus estudios primarios en la “Juan Crisóstomo Cano y Cano”, los secundarios en la “Federal número 1” y los preparatorios en la “Salvador Alvarado”.

De plática amena, excelente administradora, cuando Lupita cursaba en la Escuela de Contaduría de la Universidad de Yucatán, la insistencia de mi padre venció a su afán de terminar su carrera y contrajo matrimonio con el joven ingeniero.

Ambos se habían conocido durante la fiesta de quince años de mi madre. Beto estudiaba ingeniería con mi tío materno Humberto y éste –obviamente sin autorización de la festejada– había invitado a varios de sus compañeros al baile. Llegó la palomilla de amigos al convite y Lupita que pese a su juventud ya tenía bien configurado su carácter resuelto, saludó fríamente a los colados y les ignoró el resto de la velada.

De este primer encuentro nació el amor, Beto y Lupita se hicieron novios, mi padre partió al Viejo Mundo y, sus cartas y postales cruzaron el Atlántico para llegar a la colonia Alemán.

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