Hacia Una Transformación Relevante De La Escuela Rural

Hacia una Transformación Relevante de la Escuela Rural

Transcendiendo los mitos

Para general una nueva escuela rural, además de reconocer con un sentido muy autocritico y de realizar acciones que superan los problemas concomitantes es necesario identificar los prejuicios que nublan la percepción objetiva de la realidad. Algunos son de carácter ideológico, otros de tipo cultural, porque no entendemos el modo de ser de la cultura campesina. Como maestros tenemos que develar esta realidad. La acción educadora debe ser la de comunicación, si se quiere llegar al hombre y no al ser abstracto.

Ese proceso de concientización asumimos una postura ante el mundo y el compromiso de transformarlo; pero no desde nuestra visión únicamente, sino con una perspectiva colectiva que se logra comunicándonos.

A continuación presentamos algunos de los mitos mas reconocidos en relación a la comunidad y a la escuela rural.

La pasividad de los padres de familia

Cuando pensamos en las comunidades rurales marginadas, lo primero que evoca es una situación de pobreza y bajo desarrollo.

Los múltiples problemas que pasan las familias del campo que repercuten en su calidad de vida: salud, alimentación, educación entre otros, se cree erróneamente que las causas de su pobreza es por la pasividad y la falta de escolaridad de su gente.

Su gente: los hombres. Las mujeres y aun los niños tienen un gran sentido de la vida. Las mamas se levantan muy temprano a preparar el desayuno y de más labores. Los niños desde muy chicos colaboran en las tareas domésticas o del campo. No obstante la idea de la indolencia y pasividad de la gente permea a la vida escolar. Los maestros creemos que el atraso de los niños o la falta de participación de los padres de familia en la escuela, es porque los papas son pasivos por naturaleza.

Una investigación de Sylvia Schmelkes “se encontró: la poblaciones más pobre son las que en muchas ocasiones soportan el gasto de tener una escuela. ¡Y aun así se consideran pasivos!”

La no participación de la comunidad en la escuela es un síntoma que debemos de analizar. ¿Qué ofrecemos para motivar la participación? En la superficie se explica y se dice que es por indolencia de los papas pero en el fondo no es respondiendo a las expectativas ni intereses de la gente. No siempre se piensa en el mejor horario para trabajar con los padres ni con sus propios compromisos. Podemos caer en la tentación de regañar a los asistentes de dichas reuniones y además la hacemos muy largas con discursos tediosos y en lenguaje poco entendible para los papas

La ignorancia de los padres

Otro mito presente en la vida escolar es el relacionado de considerar a los papa de comunidades rurales como ignorantes y sin manera de apoyar la educación de sus hijos. Se considera inconscientemente que la educación se reduce al dominio de los conocimientos formales básicos, como saber leer, escribir y hacer cuentas. Muchos papás de las comunidades no poseen o no dominan del todo, y por el trato recibido cotidianamente por la gente externa de la comunidad y en muchas ocasiones por nosotros mismos, existe cierta desvalorización de su persona y sus saberes. Nosotros tenemos el poder de mostrar, al incluirlos en la enseñanza de los niños, que tienen saberes importantes. El sentimiento de ignorancia se ve reforzado cuando la gente va a la ciudad y son tratados como rancheros de poca educación. Nadie puede asumir a su cultura como superior a la de otra persona.

Los maestros podemos reconocer la educación no es lo mismo que la escolaridad y tratar con respeto a la gente, escuchar con atención sus sugerencias y en sus necesidades planteadas y darles confianza.

Los saberes y experiencias de los papás no se ponen en duda; el saber acumulado y el de sus antecesores, les ha permitido conservar su cultura,

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