Imparcialidad
Enviado por Auryyat • 5 de Septiembre de 2014 • 1.156 Palabras (5 Páginas) • 157 Visitas
LANIÑA DE OJOS TRISTES.
No obstante, su vida era difícil y ajetreada. Nunca le alcanzaba el tiempo para algo más que trabajar.
Aunque siempre era la misma rutina, al final del día el tiempo simplemente se le escurría como los días calurosos de verano al entrar el otoño seguido por el invierno. Todas las semanas eran lo mismo, de su casa al trabajo, del trabajo al café de la esquina, del café de la esquina al trabajo y del trabajo, finalmente, a su casa.
Eran los fines de semana cuando podía tomar una siesta de dos horas para respirar tranquilamente y relajarse antes de comenzar el papeleo que tenía que revisar y tener listo para el lunes.
Un día, mientras iba de regreso a su casa, desde la oscuridad de la noche se le cruzó por el camino una Niña que llevaba un osito de peluche apretado en su bracito junto al corazón. La pequeña no llevaba zapatos y su vestidito, ya gastado, tenia hoyitos en las bolsitas que lo decoraban.
El joven hombre, sorprendido por la casualidad, no supo qué hacer ante la presencia de la niña. Jamás había visto a alguien caminar las calles a altas horas de la noche. Calladamente la observó, sin hacer el más mínimo ruido para no asustarla, mientras mil cosas pasaban por su mente pero ni una que lo dejara conforme ante la presencia.
-¿Una Niña? ¿A esta hora de la noche? ¿Quizá esté perdida o fue abandonada?
No, nada tenía sentido. Nada. Nada. Quiso hablarle pero su boca era muda, ni una media palabra pudo pronunciar. Siguió mirándola fijamente pero la pequeñita parecía ignorar la presencia del joven. Sin decir nada, la Niña siguió caminando aun con su osito en su brazo.
Cuando el joven giró para ver a donde se dirigía la Niñita, y para su sorpresa, la pequeña ya se había esfumado entre la noche. Ni un ruido ni una sombra, simplemente la pequeña se había esfumado como el humo. Perplejo, perdido y paralizado quedó el joven ante lo ocurrido. Ni un ruido, ni una sombra. Nada.
Se iba adentrando más la noche y él seguía parado en el mismo lugar. El miedo empezó a apoderarse de todo su cuerpo; el sudor frio le corría por la espalda y su respiración era cada vez más rápida. Sus manos empezaron a sudar incontrolablemente y su boca era un desierto.
Duró un momento en el mismo lugar tratando de recuperar la calma. Consiguió parpadear varias veces y finalmente dar unos cuantos pasos. Respiró profundamente y cerró sus ojos. Poco a poco fue recuperándose del congelamiento. Dio unos cuantos pasos más. Aun sentía miedo, pero se reafirmó y caminó hacia la oscuridad de la noche donde pensó que la Niña podría haber ido. Las calles se hacían más y más oscuras. Había un silencio panti onezco que volvería loco a cualquiera, pero no al joven. El seguía caminando, con miedo pero firme en su decisión de seguir los pasos de la Niña.
-Pero, si aquí no hay nadie.- pensó.
Se detuvo y miró hacia los lados. Nada. No había nada por ningún lugar.
-¿Y si fue una alucinación mía?- se preguntó.
En ese momento, entre las sombras, una figura pequeña hacía su presencia. El joven dio unos pasos hacia atrás, tratando de mantener su balance. La figura se detuvo a una corta distancia de él y lentamente iba levantando su cabecita volviéndose hacia donde el joven estaba parado. Era ella, La Niñita, y aun mantenía su osito apretado en su brazo.
Él respiró profundamente dejando salir un sonido ahogado. Su corazón empezó a latir más
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