Informe por escrito del estado

El Informe por escrito del estado que guarda la administración pública federal, conocido simplemente como el Informe de Gobierno, es siempre un ejercicio que genera interés en la población en general y particularmente entre los analistas políticos y económicos.

En el análisis se debe ir más allá de los anuncios espectaculares en torno al Informe, como la inversión por más de 10,000 millones de dólares en el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que como todos los proyectos de esta envergadura seguramente se entregará más tarde y resultará más caro que lo proyectado -sin que llegue a ser un ejercicio de ineptitud supina como la Línea 12 del Metro.

El segundo Informe de Gobierno del presidente Peña es un documento de 574 páginas, aunque el “resumen ejecutivo” cuenta con sólo 108. El documento en su totalidad es imposible de analizar a profundidad en un par de días y en una columna periodística, sin embargo, me atrevo a compartir algunas reflexiones a bote pronto.

En primer lugar, la estructura del documento llama la atención por lo ambicioso de sus estrategias y líneas de acción. Nos habla de un México en paz, incluyente, con educación de calidad, próspero y con responsabilidad global. ¿Qué más podemos pedir? Me queda claro que si queremos avanzar, necesitamos ser ambiciosos y esta administración sin duda lo ha sido.

Lo importante entonces es cómo alcanzar esos objetivos. Algunas de las 11 reformas mencionadas en el documento claramente nos acercan a estas metas, aunque una de ellas, la laboral, técnicamente no pertenece a esta administración. Otras, claramente nos alejan, como la fiscal, que ha sido criticada profundamente por los economistas independientes y por el sector empresarial, y cuyos desastrosos resultados están a la vista, en una economía estancada por falta de confianza del consumidor y del productor.

El sector empresarial ya habla de una “verdadera” reforma hacendaria. Por otro lado, la reforma política también ha sido objeto de crítica por los expertos en esta materia, no obstante, nadie espera que tenga resultados tan desastrosos como los que ya muestra la fiscal.

Como economista, es natural enfocarse en la sección titulada México Próspero, pero todos sabemos que no puede haber prosperidad si no contamos con un México incluyente y un México en paz, por lo que debemos celebrar el planteamiento de estas metas, siempre y cuando se nos indique claramente la estrategia para alcanzarlas y no alimenten el ánimo populista de muchos miembros de nuestra clase política.

En la sección de un México Próspero, el Informe nos habla de mantener la estabilidad macroeconómica, una condición necesaria sin la cual no habrá ningún tipo de prosperidad, como los casos de Venezuela y más recientemente Brasil y Argentina, y hasta cierto punto Francia nos demuestran. El problema es que un mayor gasto gubernamental,

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