LA CONCIENCIA DOCENTE: Una Necesidad de todo Contexto Educativo
Enviado por Félix Archila Mejía • 2 de Diciembre de 2019 • Ensayo • 2.334 Palabras (10 Páginas) • 232 Visitas
LA CONCIENCIA DOCENTE: Una Necesidad de todo Contexto Educativo.
Autor: Lic. Félix Alonso Archila Mejía.
Abogado, Notario, Docente e Investigador Jurídico.
El presente ensayo se presentó inicialmente como una aproximación al carácter científico técnico de la formación docente, ya sea desde su perspectiva utilitarista o coercitiva, el cual fue presentado al inicio de Curso de Formación Pedagógica de Enseñanza Superior que imparte la Universidad de El Salvador, sin embargo, evidenciados los puntos flexibles que tenia se realiza un replanteamiento de la temática por lo que ahora en la culminación del curso antes dicho se replantea el contexto y contenido a abordar en su mayoría al menos. En ese sentido no basta solo hacer una exposición de la práctica docente tradicional, sino también una exposición de la práctica docente actual y real, sin tabúes y sin el afán de maquillar la realidad.
El Artículo 53 de la Constitución de la República de El Salvador (Asamblea Constituyente, 1983), reconoce la Educación como un derecho inherente a la persona humana, por lo que es (o debe ser) una categoría protegida y desarrollada por las leyes secundarias. De la normativa antes dicha se desprenden convenios y tratados internacionales suscritos y ratificados; así como legislaciones específicas, tales como: Ley General de Educación, en adelante LGE (Asamblea Legislativa, 1996a); Ley de la Carrera Docente, en adelante LCD (Asamblea Legislativa, 1996b); Reglamento de la Ley de la Carrera Docente, en adelante RLCD (Ministerio de Educación, 1996), y la Ley de Educación Superior LES (Asamblea Legislativa, 2004c); entre otras que dan cumplimiento a dicho mandato constitucional.
La educación debe ser vista como el proceso de creación de relaciones sociales posibles, en tanto que la escolarización es el proceso de relaciones preestablecidas”. (Calvo Muñoz, 2017, p. 17.). “Medio fundamental y proceso permanente para la adquisición, transmisión y acrecentamiento de los conocimientos y la cultura, que contribuye al desarrollo del individuo y la sociedad.” (Secretaria de Educación Pública, s.f., p. 20).
El Sistema educativo es el conjunto organizado de servicios y acciones educativas llevados a cabo por el Estado (nacional, provincial o municipal) o reconocidos y supervisados por él a través de los Ministerios de Educación (u organismos equivalentes) en función de una normativa nacional, provincial o municipal. El sistema educativo comprende los niveles de enseñanza y otros servicios educativos. A su vez, éstos se organizan en distintas modalidades educativas. (Ministerio de Educación de la República de Argentina 2011).
La educación puede tener varias connotaciones, por lo que una de ella denota que la educación es una acción social, siendo esta “la orientación de la transformación de la sociedad,” que depende “… del valor ideológico de la causa que la origina” (Bruno Lutz, 2010, p. 200), donde la enseñanza y el aprendizaje estrechamente vinculados entre sí, contribuyen en la construcción y transmisión del bagaje cultural de la sociedad; donde el hecho educativo cobra sentido a través del quehacer pedagógico, para perpetuar su existencia y desarrollo social. Dentro de este quehacer pedagógico todos los implicados desempeñan un rol importante, en el que se destaca la función de la planta docente, quienes, a través de su ejercicio profesional, contribuyen a la búsqueda de Calidad Educativa y transformación de la sociedad.
Por otro lado, “el docente constituye una pieza esencial en la búsqueda de la calidad educativa hasta el punto que, puede afirmarse, la calidad de un sistema educativo equivale a la calidad de sus docentes. Sin docentes capaces no puede haber educación de calidad, ya que actúan como el pilar que sostiene y garantiza la efectividad de todo sistema de educación formal.” (Ministerio de Educación, 2016, p. 27). La profesión docente reúne el más profundo sentido ético del concepto, que es desempeñarse o consagrarse a una causa de una gran trascendencia social y humana, donde la acción entre docente y estudiante va más allá del propio interés personal y da la oportunidad de entregarse seriamente en una causa educacional, que trasciende a quien la desempeña. (Castillo Nieto, 2010, p. 902). “Función sustantiva de las instituciones de educación superior en la que se transmiten conocimientos, se desarrollan aptitudes, se establecen hábitos; se forma, instruye y capacita a los alumnos y se evalúan resultados.” (Secretaria de Educación Pública, s.f., p. 19).
La práctica docente ha sido una mera reproducción del sistema educativo y nostálgico de la era pasada (ello es un resumen de la práctica tradicionalmente mayoritaria), es decir, donde si existían los “buenos estudiantes” y los “buenos docentes”, que aquellos que imponían autoridad y aquellos que eran sumisos y humillados por esa autoridad (solo por hacer mención de algunos hechos que sucedían con normalidad y con alto grado de aceptabilidad). Lo anterior esta escrito en tiempo pasado, sin embargo, estos son acontecimientos en la época contemporánea y que dentro de la coyuntura docente actual se siguen aplicando y practicando, por algunos duramente criticado y por otros aceptados buscando su perpetuidad.
La práctica docente no tradicional por su parte es una ruptura o intento de ruptura del sistema educativo arcaico (en su fundamento) y no innovador (en su desarrollo), es la lucha de los docentes con “conciencia estudiantil” (aquello que si recuerdan su era como estudiante y saben cuáles son los pro y contras del sistema educativo aplicado en ellos) versus los docentes que tratan de perpetuar el sistema y el tradicionalismo (los que justifican el método de enseñanza). Los docentes no tradicionales son además aquellos cuya formación es constante no solo respecto de sus conocimientos en el área que imparten sino en la enseñanza como tal, siempre en pro del sujeto de formación (alumnado), convirtiendo al docente en un verdadero educador.
Es probable que a partir de lo preliminarmente planteado no surjan algunas interrogantes (sin el ánimo de hacer una lista extensiva), tales como: ¿Por qué estos docentes innovadores rompen con el tradicionalismo? ¿Qué los motiva? ¿Cuál fue el factor o elemento que lo hizo no ser tradicionalistas? ¿Qué me falta a mi como docente o educador para dejar de ser tradicionalista? Preguntas simples, pero con un gran trasfondo, por lo que las respuestas podrían caber en cualquiera de las siguientes: su experiencia, su práctica, su conocimiento, su identificación con el alumnado, su formación técnica pedagógica, otro factor, o la combinación de los todos los elementos anteriores. No cabe duda (al menos a criterio del suscrito redactor), que el docente debe ser un resultado de todos los factores anteriores y probablemente de otros no nominados, sin embargo, este resultado puede ser positivo o negativo, ya que el docente puede convertirse en un tradicionalista o en un educador del sujeto de aprendizaje, y haber pasado por el mismo proceso de formación que otros que llegaron a diferentes conclusiones prácticas.
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