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LA LIBERTAD COMO PROBLEMA PSICOLÓGICO


Enviado por   •  15 de Abril de 2014  •  Tesis  •  5.881 Palabras (24 Páginas)  •  218 Visitas

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CAPÍTULO I

LA LIBERTAD COMO PROBLEMA

PSICOLÓGICO

LA HISTORIA moderna, europea y americana, se

halla centrada en torno al esfuerzo que tiende a romper

las cadenas económicas, políticas y espirituales que

aprisionan a los hombres. Las luchas por la libertad

fueron sostenidas por los oprimidos, por aquellos que

buscaban nuevas libertades en oposición con los que

tenían privilegios que defender. Al luchar una clase

por su propia liberación del dominio ajeno creía hacerlo

por la libertad humana como tal y, por consiguiente,

podía invocar un ideal y expresar aquella

aspiración a la libertad que se halla arraigada en todos

los oprimidos. Sin embargo, en las largas y virtualmente

incesantes batallas por la libertad, las clases

que en una determinada etapa habían combatido

contra la opresión, se alineaban junto a los enemigos

de la libertad cuando ésta había sido ganada y les era

preciso defender los privilegios recién adquiridos.

A pesar de los muchos descalabros sufridos, la

libertad ha ganado sus batallas. Muchos perecieron en

ellas con la convicción de que era preferible morir en

la lucha contra la opresión a vivir sin libertad. Esa

muerte era la más alta afirmación de su individualidad.

La historia parecía probar que al hombre le era

posible gobernarse por sí mismo, tomar sus propias

decisiones y pensar y sentir como lo creyera conveniente.

La plena expresión de las potencialidades del

hombre parecía ser la meta a la que el desarrollo social

se iba acercando rápidamente. Los principios del

liberalismo económico, de la democracia política, de

la autonomía religiosa y del individualismo en la vi28

ERICH FROMM

da personal, dieron expresión al anhelo de libertad

y al mismo tiempo parecieron aproximar la humanidad

de su plena realización. Una a una fueron quebradas

las cadenas. El hombre había vencido la dominación

de la naturaleza, adueñándose de ella; había

sacudido la dominación de la Iglesia y del Estado absolutista.

La abolición de la dominación exterior parecía

ser una condición no sólo necesaria, sino también

suficiente para alcanzar el objetivo acariciado:

la libertad del individuo.

La guerra mundial1 fue considerada por muchos

como la última guerra; su terminación, como la victoria

definitiva de la libertad. Las democracias ya

existentes parecieron adquirir nuevas fuerzas, y al

mismo tiempo nuevas democracias surgieron para

reemplazar a las viejas monarquías. Pero tan sólo habían

transcurridos pocos años cuando nacieron otros

sistemas que negaban todo aquello en que los hombres

habían creído y cuyo logro costara tantos siglos

de lucha. Porque la esencia de tales sistemas, que se

apoderaron de una manera efectiva e integral de la

vida social y personal del hombre, era la sumisión de

todos los individuos, excepto un puñado de ellos, a

una autoridad sobre la cual no ejercían vigilancia

alguna.

En un principio, muchos hallaban algún aliento en

la creencia de que la victoria del sistema autoritario

se debía a la locura de unos cuantos individuos y

que, a su debido tiempo, esa locura los conduciría al

derrumbe. Otros se satisfacían con pensar que al pueblo

italiano, o al alemán, les faltaba una práctica suficiente

de la democracia, y que, por lo tanto, se podía

esperar sin ninguna preocupación el momento en

que esos pueblos alcanzaran la madurez política de

las democracias occidentales. Otra ilusión común, qui-

1 El autor se refiere aquí a la guerra de 1914-1918. [T.]

ELMIEDO A LA LIBERTAD 29

zá la más peligrosa de todas, era el considerar que

hombres como Hitler habían logrado apoderarse del

vasto aparato del Estado sólo con astucias y engaños;

que ellos y sus satélites gobernaban únicamente por

la fuerza desnuda y que el resto de la población oficiaba

de víctima involuntaria de la traición y del terror.

En los años que han transcurrido desde entonces, el

error de estos argumentos se ha vuelto evidente. Hemos

debido reconocer que millones de personas, en

Alemania, estaban tan ansiosas de entregar su libertad

como sus padres lo estuvieron de combatir por

ella; que en lugar de desear la libertad buscaban caminos

para rehuirla; que otros millones de individuos

permanecían indiferentes y no creían que valiera la

pena luchar o morir en su defensa. También reconocemos

que la crisis de la democracia no es un problema

peculiar de Italia o Alemania, sino que se plantea

en todo Estado moderno. Bien poco interesan los

símbolos bajo los cuales se cobijan los enemigos de

la libertad humana: ella no está menos amenazada

si se la ataca en nombre del antifascismo o en el del

fascismo desembozado 2. Esta verdad ha sido formulada

con tanta eficacia por John Dewey, que quiero

expresarla con sus mismas palabras: "La amenaza

más seria para nuestra democracia —afirma—, no es

la existencia de los Estados totalitarios extranjeros.

Es la existencia en nuestras propias actitudes personales

y en nuestras propias instituciones, de aquellos

mismos factores que en esos países han otorgado

la victoria a la autoridad exterior y estructurado la

disciplina, la uniformidad y la confianza en el 'líder'.

Por lo tanto, el campo de batalla está también

2 Uso del término fascismo o autoritarismo para denominar

un sistema dictatorial del tipo alemán o italiano. Cuando

me refiera especialmente al sistema alemán, lo llamaré

nazismo.

30 ERICH FROMM

aquí —en nosotros mismos y en nuestras instituciones"

3.

Si queremos combatir el fascismo debemos entenderlo.

El pensamiento que se deje engañar a sí mismo,

guiándose por el deseo, no nos ayudará. Y el

reclamar fórmulas optimistas resultará anticuado e

inútil como lo es una danza india para provocar la

lluvia.

Al lado del problema de las condiciones económicas

y sociales que han originado el fascismo se halla

el problema humano, que precisa ser entendido. Este

libro se propone analizar aquellos factores

...

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