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LA MODERNIDAD


Enviado por   •  2 de Febrero de 2014  •  2.760 Palabras (12 Páginas)  •  352 Visitas

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA.

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

ALDEA MANUEL FELIPE RUGELES.

CARRERA: ESTUDIOS JURÍDICOS.

SEMESTRE: VII

FACILITADORA:

REALIZADO POR:

- HEBER CONTRERAS.

MACHIQUES, ENERO 2014

1. LA MODERNIDAD.

Modelo Civilizatorio y visión del mundo:

1.1. Saberes coloniales.

La modernidad y la organización colonial del mundo, comienza no sólo la organización colonial del mundo sino simultáneamente la constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario, fundados a raíz de la Conquista Ibérica. A continuación se presentaran algunos de los personajes que dieron los primeros pasos en el período moderno temprano/colonial:

o Johannes Fabian llama la negación de la simultaneidad (negation of coeval -ness) y con los cronistas españoles se da inicio a la “masiva formación discursiva” de construcción de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio, desde la posición privilegiada del lugar de enunciación asociado al poder imperial.

o Bartolomé Clavero realiza un significativo aporte a esta discusión en su análisis de las concepciones del universalismo, y del individuo y sus derechos, en el liberalismo clásico y en el pensamiento constitucional.

Es éste un universalismo no-universal en la propiedad privada individual lo que significa que; la negación del derecho del colonizado comienza por la afirmación del derecho del colonizador; lo es de un derecho colectivo por un derecho individual. Con este alcance de privación jurídica de la población indígena, podrá ser alegado por tierras americanas incluso a efectos judiciales es decir; para ellos valen más como derecho para privar de derecho, que el propio ordenamiento particular. Fue así necesario establecer un orden de derechos universales de todos los seres humanos, como paso precisamente para negar el derecho a la mayoría de ellos.

1.2. Modernidad / Colonialidad:

La modernidad es una narrativa europea que tiene una cara oculta y más oscura, la colonialidad. En otras palabras, la colonialidad es constitutiva de la modernidad: sin colonialidad no hay modernidad. Por consiguiente, hoy la expresión común modernidades globales implica, en el sentido preciso de que la matriz colonial del poder (la colonialidad, para abreviar) se la están disputando muchos contendientes: si la modernidad no puede existir sin la colonialidad, tampoco pueden haber modernidades globales sin colonialidades globales. Esa es la lógica del mundo capitalista policéntrico de hoy. Por lo tanto, la manera de pensar y de hacer descolonial surgió, a partir del siglo XVI, como respuesta a las inclinaciones opresivas e imperialistas de los ideales europeos modernos proyectados, y aplicados, en el mundo no europeo.

Durante el último cuarto del siglo xx, se cuestionó la modernidad en lo que se refiere a su cronología y sus ideales, tanto en Europa como en Estados Unidos: el término posmodernidad hace referencia a estos argumentos críticos. De este universalismo eurocéntrico excluyente, se derivan las mismas conclusiones que en Locke respecto a los derechos de los pueblos. A diferencia de los pueblos que son portadores históricos de la razón universal, las naciones bárbaras (y sus pueblos) carecen de soberanía y de autonomía.

Y así es como se estructuró la lógica de la Colonialidad durante los siglos XVI y XVII; a la comprensión de cómo esta cambió de manos, se transformó y se adaptó a las nuevas circunstancias, si bien manteniendo los ámbitos (y las interrelaciones) en que la gestión y el control de la autoridad, de la economía, de las personas (subjetividad, género, sexualidad) y del conocimiento se han movilizado para construir el orden mundial monocéntrico desde el año 1500 hasta el 2000, y a la comprensión de cómo dicho orden se está transformando en un orden policéntrico.

1.3. Los mitos de la modernidad.

Los mitos no pueden ser sólo fenómenos del pasado ya que tuvieron origen también en algún momento que fue presente además de que siempre surgen otros, que son distintos. Y porque los mitos, nacidos en determinado momento (del pasado), narran precisamente eventos de otro pasado más remoto, se ha supuesto que narran los orígenes.

Ahora bien, mucho ha invertido la ciencia en Occidente para la creación del Mito de la Modernidad. Pero también ha atizado el fuego el largo proceso popular y mercantil que terminó por convencerse de que el dinero es igual a toda la realidad, peor aún: que la produce. La gente del mito de la modernidad ubica a éste en el sitio de la esperanza: una especie de fe religiosa en un futuro en donde las vicisitudes humanas serán resueltas a base de la razón científica y del dinero. Su fantasía: que estamos al borde de un mundo deslumbrante donde el creador mismo no dejará de asombrarse ante lo creado, hasta sumarse al delirio de su felicidad. La computación parece el talismán representativo de este proceso.

Contribuyentes de él han sido ciertas generaciones de adolescentes que, llegado su turno, afirman que ellos sí van a resolver las cosas del mundo correctamente, al tiempo que observan a los adultos como fracasados. Esta y otras mentalidades han ido abonando la devoción del futuro visto con el filtro de la modernidad electrónica. Y, desde luego, la modernidad cobró un notable aliento en la llamada revolución industrial así llamada con pompa por sus “creadores” británicos.

Algo que es nuevo es el salto cualitativo hacia el Mito de la Modernidad como una proyección mental esta vez hacia el futuro y ya no hacia el problema de los orígenes. Este cambio implica una revolución metafísica del hombre.

El Mito de la Modernidad ya está creando una cultura: hábitos, modos, maneras y amaneramientos. Los jóvenes se ufanan portándose como seres referenciales del futuro tecnológico adorable, al tiempo que hacen extrañamientos sobre los modos anteriores, que a sus ojos resultan sólo anacrónicos. En cambio el futuro aparece como iluminación: no están las peripecias que atormentan a los pobres; en su lugar hay un virtualismo capaz de ir y venir del pasado con una conciencia meridiana, macro ciudades disfrutables a través de un monitor, y desde luego todos los deseos satisfechos.

Una ventaja del optimismo contra su antípoda el pesimismo (o el nihilismo) es que además de estar dotado de energía juvenil, también se asocia a la categoría de la voluntad como motor del existir, en fin, de la fluencia

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