LA NATURALEZA Y PROPÓSITO DE LA EVALUACIÓN
Enviado por jenediht • 20 de Diciembre de 2013 • 4.111 Palabras (17 Páginas) • 1.317 Visitas
En su acepción corriente, el término evaluación se utiliza para referirse al acto de juzgar o apreciar la importancia de un determinado objeto, situación o proceso en relación con ciertas funciones que deberían cumplirse o con ciertos criterios o valores, explicitados o no. Es así como en la vida cotidiana las personas pronuncian frecuentemente juicios sobre la utilidad, conveniencia, eficacia, compatibilidad, cumplimiento, ajuste, etc., de otras personas, recursos, procedimientos o productos, juicios que en su esencia constituyen acciones de evaluación con muy distintos supuestos, normas o contextos de referencia, en su mayoría, subjetivamente elegidos.
En el desarrollo mismo de la investigación evaluativa dirigida, en los primeros momentos, casi exclusivamente hacia la evaluación del aprendizaje es posible distinguir dos direcciones o énfasis principales, aun cuando relacionados entre sí. Por un lado, la evaluación concebida y practicada como medición; por otro, la evaluación definida y también practicada como determinación de logros o resultados en comparación con objetivos propuestos en el programa. Ambos enfoques han tenido importantes consecuencias en el desarrollo de la investigación evaluativa como lo señalamos a continuación.
La evaluación como medición a un proceso de cuantificación que permite asignar números o puntajes objetos o personas evaluadas. Es lógico que tal conceptualización llevara a un gran desarrollo de pruebas y técnicas posibles de proporcionar información estadísticamente manejable y de tal modo que los instrumentos utilizados cumplieran con los criterios de validez y confiabilidad. Las desventajas de este enfoque son evidentes. Desde luego, la acentuación del carácter instrumental de la evaluación actuó en contra del desarrollo de lo que podríamos llamar "la teoría de la evaluación". Por otro lado, la evaluación así entendida, estrechó el campo de su aplicación a aquellas propiedades que pudieran ser expresadas en términos de medidas o puntajes, en perjuicio de otras características tan importantes como aquéllas, pero que al no poder ser cuantificadas fueron consideradas como "no relevantes" o "no significativas". Una tercera desventaja consistió en limitar la medición a variables individuales, es decir, a propiedades que se dan en las personas, con lo cual no se tomaron en cuenta aspectos de la estructura, funcionamiento de un programa que corresponden a su totalidad o que identifican partes o componentes del mismo.
La segunda concepción de la evaluación puso en el centro de la tarea investigativa la determinación de los logros que pudo alcanzar un programa o un curso de acción, en relación con los objetivos o metas del mismo. Si bien es necesario reconocer que este enfoque llevó, en el campo de la educación, a preocuparse por los procesos y materiales curriculares que pudieran dar cuenta del rendimiento escolar y de otros resultados instruccionales, no es menos cierto que el propósito básico de encontrar la correspondencia entre objetivos y logros obligó a definir los primeros en términos que no pueden ser sometidos a esta forma de expresión cuantitativa. Una desventaja adicional de esta concepción fue la de hacer casi sinónimos los términos de "evaluación" y "determinación de logros terminales", pues por el énfasis puesto en la posible modificación final de la conducta la investigación evaluativa quedó confinada a analizar los resultados obtenidos. Por eso, Guba pudo decir:.
"Una tercera y tal vez la mayor desventaja de este enfoque consiste en que el énfasis en la conducta de estudiante como criterio llevó a que la evaluación fuera una técnica post ipso o terminal. Los datos sólo están disponibles al final de un largo período instrumental. Es tal vez irónica que una definición que sugería tan claramente la retroalimentación y su utilización en el mejoramiento (del proceso de enseñanza – aprendizaje) haya tenido este efecto. La totalidad de las posibilidades no sólo no fueron realizadas sino que la forma de la definición congeló la evaluación como un suceso terminal destinado a emitir juicios sobre el producto" .
Deberíamos decir todavía que las dos concepciones de evaluación expuestas más arriba llevaron a privilegiar el uso de diseños experimentales para medir los efectos de recursos y metodologías en logros educativos de muy distinta naturaleza. La adhesión por largo tiempo a estos diseños – extendida después a programas de acción de otros sectores sociales – ha sido tal vez un factor importante en el lento avance de la teoría y de la práctica de la evaluación, en general. Sin perjuicio de esta afirmación, no hay dudas que tanto la definición como medición de variables, como el uso casi absoluto de definiciones operacionales de los objetivos han sido superados desde el punto de vista conceptual y metodológico en los últimos años.
CONCEPTO DE EVALUACIÓN
La evaluación permite valorar y medir desde la perspectiva cualitativa y cuantitativa los procesos de intervención social. Es posible de manera gradual y sistemática identificar los alcances, logros, obstáculos y limitaciones que se presentan, así también; proponer acciones correctivas para modificar, reestructurar y/o reorientar los rumbos del propio proceso. Mediante la evaluación se pretenden determinar los cambios que se deben buscar y por qué, cómo y en qué medida se producen los cambios deseados, el grado en que se alcanzan los objetivos que se han propuesto, la necesidad de modificar las acciones propuestas, la eficacia del programa y/o proyecto en qué forma se deberá de modificar si es que lo requiere.
Es por ello; que el concepto de evaluación puede ser definido de la siguiente manera:
“Proceso de operación continua, sistemática, flexible y funcional, que al integrarse al proceso de intervención profesional, señala en qué medida se responde a los problemas sobre los cuales interviene y se logran los objetivos y las metas; describiendo y analizando las formas de trabajo, los métodos y técnicas utilizadas y las causas principales de logros y fracasos” (Tobón, 1986: 258)
La evaluación exige un proceso metodológico que tiene que responder a una serie de interrogantes que permitan dimensionar la razón de ser de dicha herramienta, para lo cual habría que plantear:
¿Para qué evaluar? ¿Qué evaluar? ¿Cuándo evaluar? ¿Quién evalúa?
¿Cómo evaluar?
La respuesta a cada pregunta, intenta que la evaluación sea realmente pensada y repensada como un procedimiento sistemático, técnicamente diseñado y operativo para la realización de la práctica profesional y los fines de investigación social que se planteen
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