LA ORACION SECRETA
Enviado por jedidias • 8 de Enero de 2013 • 1.492 Palabras (6 Páginas) • 363 Visitas
LA ORACION SECRETA
La oración en familia y la que se hace en público tienen su lugar; pero es la comunión secreta con Dios la que sostiene la vida del alma. Fue en el monte con Dios donde Moisés contempló el modelo de aquel edificio maravilloso que había de ser morada de la gloria divina. Es en el monte con Dios -el lugar secreto de comunión- donde hemos de contemplar su glorioso ideal para la humanidad. Así seremos habilitados para dirigir de tal manera la edificación de nuestro carácter que se realice para nosotros la promesa: "Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo."*
Mientras atendemos a nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el alma al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante el trono de gracia; y los esfuerzos del enemigo quedan frustrados. El cristiano cuyo corazón se apoya así en Dios no puede ser vencido. No hay malas artes que puedan destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo el poder de la gracia divina, todos los recursos de Jehová, están puestos a contribución para asegurar su libramiento. Así fue como anduvo Enoc con Dios. Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo momento de necesidad.
Los ministros de Cristo deben velar en oración. Pueden presentarse confiadamente ante el trono de gracia, elevando manos santas sin ira ni dudas. Con fe pueden suplicar al Padre celestial para que les dé 268 sabiduría y gracia, a, fin de que sepan trabajar y tratar con las mentes.
La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de gracia, y conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la vida, y fortalece los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio de la oración, u órese irregularmente, de vez en cuando, según parezca propio, y se perderá la fortaleza en Dios. Las facultades espirituales perderán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá de salud y vigor.
Es únicamente en el altar de Dios donde podemos encender nuestras antorchas con fuego divino. Será únicamente la luz divina la que revelará la pequeñez, la ineptitud de la capacidad humana, y la que dará una clara visión de la perfección y pureza de Cristo. Es únicamente contemplando a Jesús como llegamos a desear ser semejantes a él; es únicamente al ver su justicia, como sentimos hambre y sed de poseerla; y únicamente cuando pidamos en oración ferviente nos otorgará Dios el deseo de nuestro corazón.
Los mensajeros de Dios deben pasar mucho tiempo con él, si quieren tener éxito en su obra. Se cuenta lo siguiente acerca de una anciana del Lancashire que estaba escuchando las razones que sus vecinas daban para explicar el éxito de su pastor. Hablaban de sus dones, de su modo de hablar, de sus modales. Pero ella dijo:
No; yo les voy a decir en qué consiste todo. Vuestro pastor pasa mucho tiempo con el Todopoderoso. 269
Cuando los hombres sean tan consagrados como Elías y posean la fe que él tenía, Dios se revelará como entonces. Cuando los hombres eleven súplicas al Señor como Jacob, se volverán a ver los resultados que se vieron entonces. Vendrá poder de Dios en respuesta a la oración de fe,
Porque la vida de Jesús fue una vida de confianza constante, sostenida por la comunión continua, su servicio para el cielo fue sin fracaso ni vacilación. Diariamente asediado por la tentación, constantemente contrariado por los dirigentes del pueblo, Cristo sabía que debía fortalecer su humanidad por la oración. A fin de ser útil a los hombres, debía comulgar con Dios, y obtener de él energía, perseverancia y constancia.
El Salvador amaba la soledad de la montaña para estar en comunión con su Padre. Durante el día trabajaba ardorosamente para salvar a los hombres de la destrucción. Sanaba a los enfermos, consolaba a los que lloraban, devolvía la vida a los muertos, e infundía esperanza y alegría a los que desesperaban. Terminada su labor del día, se apartaba, noche tras noche, de la confusión de la ciudad, y se postraba ante su Padre en oración. Con frecuencia seguía elevando sus peticiones durante toda la noche; pero salía de estos momentos de comunión vigorizado y refrigerado, fortalecido para el deber y la prueba.
¿Están los ministros de Cristo tentados y fieramente azotados por Satanás? Así también lo fue Aquel que
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