LA PARADOJA COLOMBIANA

LA PARADOJA COLOMBIANA.

Colombia es reconocido a nivel mundial por ser un país del sector productivo de primer nivel, un país eminentemente agrícola; empero ¿Es Colombia un país que apoya, incentiva, financia y le apuesta al sector agropecuario? Las cifras que ofrece el DANE en su más reciente Censo Nacional Agropecuario, el cual fue hecho después de 45 años, esta vez cubriendo la totalidad de los municipios colombianos, y no solo las cabeceras y sus áreas cercanas como en los ya pasados censos de los años sesenta y setenta; deja en evidencia que de los 42,3 millones de hectáreas que son admisibles para el uso agropecuario, solo el 16,7% están siendo utilizadas para tal. La pregunta que resulta ante estas preocupantes cifras es, siendo Colombia un sector predominantemente agrícola, con una de las extensiones de tierra más propicias para la explotación agrícola y con una gran cantidad de riquezas en lo referente a recursos naturales ¿Por qué tiene tan bajas cifras de productividad agrícola?

El paranoma del campo colombiano es preocupante, el mismo Censo Nacional Agropecuario arrojo los altos índices de pobreza que hoy afronta el sector agropecuario siento este del 44,7% una alarmante cifra en comparación al registro total nacional y un fiel sinónimo de la falta de políticas estatales y gubernamentales que apoyen, financien e incentiven la productividad agrícola, y el acceso a la tierra para aquellos que desean cultivarla; por otro lado, la falta de recursos destinados a este tan importante sector económico para el país, las mínimas y escasas oportunidades para este grupo social, lo que consecuentemente conlleva a la migración constante de estos a las grandes ciudades, donde la vulnerabilidad en las zonas de tolerancia donde se suelen situar aquellos campesinos migrantes, es alta.

El uso de la tierra, la distribución y titularidad de esta es otro reflejo fiel de la terrible situación de afronta el campo colombiano. El censo muestra que, de los millones de hectáreas aptas para el uso agropecuario, un alto porcentaje de esta, están siendo utilizadas para la ganadería extensiva, y un mínimo porcentaje para la producción agrícola, muestra vehemente del mal uso de la tierra. Aunado a esto, la concentración de la tierra en aquellos que ostentan un gran poder económico es otra cruel realidad que afrontan aquellos pequeños campesinos, que hoy por hoy en su mayoría, no son propietarios sino simplemente tenedores de tierras de otros.

Por otro lado, otras de las innumerables problemáticas que ha venido afrontando el campo colombiano y que a pesar de haberse hecho visible para los gobernantes de turno y aquellos que representan a los ciudadanos colombianos ante las instituciones, no ha cambiado mucho, es la desconexión total y punzante del sistema educativo y la realidad social de este sector, pues, la falta de infraestructura optimas, el difícil acceso a la educación básica, media y superior; los altos índices de deserción estudiantil, el poco personal capacitado que ejerce su profesión educativa en los sectores rurales apartados y el no erradicado analfabetismo, muestran el total olvido del Estado para el sector que más aporta a la economía del país.

La falta de infraestructura y tecnologías que faciliten la producción agrícola, el difícil acceso a créditos bancarios, la no asistencia técnica, el desplazamiento forzado, el conflicto armado, las preocupantes condiciones de vida de los campesinos, el desvió de los recursos, la falta de representatividad y organización de los gremios del sector agrícola, entre otras, son las problemáticas que afronta el campo colombiano y que ha venido cargando a “lomo de mula” a lo largo de estos años.

Ante este paranoma tan crudo, preocupante y dramático, ¿Qué queda por hacer en el sector agropecuario no viéndolo únicamente como el sector productor sino como aquel que cumple una función social importante e imprescindible para la economía del país, y que merece y necesita la construcción de estrategias, planes y programas que permitan mitigar estas problemáticas?

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