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LA PRODUCCION NACIONAL Y LOS TLC


Enviado por   •  24 de Junio de 2011  •  8.728 Palabras (35 Páginas)  •  1.169 Visitas

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Año de la Consolidación Económica y Social del Perú

UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLAREAL

FACULTAD ADMINISTRACION

ESCUELA PRIVADA

Nombres y Apellidos : Jorge Andrés, Ramos Rojas

Curso : Dirección de la Producción

Tema : La Producción del Perú y los TLC

Ciclo : X

Turno : Noche Aula: C 5-4

Profesor :

2010

LA PRODUCCION NACIONAL Y LOS TLC

Hace una década, para un país de América Latina era impensable negociar un tratado comercial con China, porque esta tenía que cumplir con los prerrequisitos de liberalización exigidos para unirse a la Organización Mundial de Comercio (OMC) y lograr ser reconocida como «economía de mercado» por un número apreciable de miembros de dicha organización. Sin embargo, con el ingreso de China a la OMC, en el año 2001, esta posibilidad, antes remota, pasó a ser una realidad. En efecto, en el año 2005, Chile firmó con China un Tratado de Libre Comercio (TLC) y en 2009, lo ha hecho el Perú.

Con la excepción de Costa Rica, es dudoso que cualquier otro país latinoamericano esté en condiciones de lograr estas mismas proezas en el futuro cercano. ¿Qué puede, entonces, explicar el aparente éxito del Perú y Chile? Sin duda, fueron condiciones necesarias la implementación y la consolidación de las reformas de mercado, el patrón sostenido de desempeño y crecimiento económico y la impresionante profesionalización del aparato de gobierno encargado del diseño de políticas comerciales en ambos países, como la singular dotación de factores y la rica variedad de recursos naturales que cada país puso sobre la mesa de negociaciones. Pero, para nosotros, también cumplieron un papel crucial en el proceso dos grandes sucesos: el colapso, en el año 2005, de las negociaciones que buscaban establecer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el fracaso, un año después, de la Ronda de Doha en el seno de la OMC.

El bilateralismo peruano

Para apreciar la manera cómo el Perú ha impulsado sus propios intereses vitales, debemos concentrarnos en los rasgos innovadores contenidos en los dos últimos tratados comerciales que ha suscrito. «El TLC China-Perú», el profesor González Vigil sostiene que la capacidad del Perú para afinar ingeniosamente el TLC con China ha sido brillante. Visto en conjunto, el TLC China-Perú goza de ventajas dinámicas provenientes del acceso asegurado de las exportaciones peruanas al mercado chino, junto con el potencial de movilizar altos niveles de inversión china tras la ejecución de este TLC.

Nos gustaría enfatizar que las ventajas más importantes radican en que el Perú, con este tratado, asegurará un acceso privilegiado al mercado. Dada la disposición china de conceder de antemano un arancel cero a casi el 85% de aquellos bienes agropecuarios, mineros y manufactureros exportados actualmente por el Perú al mercado chino, podemos decir que los negociadores peruanos han conseguido el mejor trato que China haya otorgado jamás a cualesquiera de sus socios comerciales. Con respecto a las importaciones chinas, durante la década pasada el mundo entero ha sentido el golpe de la competencia de las manufacturas chinas; en particular, textiles . Aunque ningún monto o protección puede compensar a los productores de textiles peruanos , estos pueden sentir algún consuelo en el hecho de que son los únicos en el mundo que se encuentran vulnerables. Como el tratado contempla un plazo prolongado para alcanzar la total desgravación, parecería que la solución de las empresas en problemas sería orientarse hacia productos con alto valor agregado, donde el estilo, el diseño y la calidad, permiten competir con la producción masiva proveniente de China. Visto en conjunto, el TLC China-Perú goza de ventajas dinámicas provenientes del acceso asegurado de las exportaciones peruanas al mercado chino, junto con el potencial de movilizar altos niveles de inversión china tras la ejecución de este TLC .

En el TLC Perú-Estados Unidos, destacan los temas vinculados a la nueva agenda comercial. Existen dos razones para ello. En primer lugar, el acceso al mercado para las partidas de la vieja agenda comercial (cobre, metales, piedras preciosas, frutas, verduras, nueces, textiles y confecciones) había sido institucionalizado, desde los años 1980, por la ley de Preferencias Andinas y Erradicación de Droga; en segundo lugar, las reformas que ejecutó el Perú, a inicios de los años 1990, liberalizaron y modernizaron las inversiones, las finanzas y los servicios, de modo tal que ya existía, al momento de negociar el tratado, una masa crítica de empresarios acostumbrados a operar en este entorno.

Luego de asegurar un ingreso permanente al mercado, además de algunas ampliaciones menores, para aquellas exportaciones peruanas claves a los Estados Unidos que formalmente estaban dentro del alcance de la ATPDEA, el Perú le otorgó a dicho país importantes concesiones en agricultura y manufactura.

Sin embargo, en este tratado la «acción» está en la nueva agenda de comercio. En este caso, el Perú se comprometió a superar sus compromisos con la OMC y a eliminar la mayoría de las barreras para los servicios y las inversiones, abarcando desde las telecomunicaciones hasta las finanzas, la energía, el transporte, la construcción y un conjunto de servicios profesionales. En otras palabras, con respecto a la nueva agenda de comercio, el TLC Perú-Estados Unidos es radicalmente OMC –y más–.

Para concluir, ofrecemos tres aportes para la comprensión de este modelo de liberalización a la carta. Primero, si bien una ruta multilateral hacia la liberalización del comercio ofrecería probablemente plazos de liberalización más prolongados y términos más flexibles para un país en desarrollo pequeño y abierto, como el Perú, la imposibilidad de elegir esta opción, por ahora, ha convertido al bilateralismo en una segunda mejor opción; segundo, la habilidad peruana y chilena para involucrarse exitosamente en esta estrategia bilateral de liberalización a la carta podría muy bien representar la ruta más viable a seguir por otros países en desarrollo, que estén preparados para comprometerse con niveles más profundos de integración comercial y de inversiones.

Por último, si bien en lo fundamental hemos aplaudido el éxito peruano al asegurar estos dos TLC recientes, concluimos con una nota de cautela, una que se deriva de la

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