La Fiesta Sangrienta

La fiesta sangrienta

Un asesino en mallas contra un animal con cuernos es una violencia terrible, pero lo peor es el gozo del público ante un espectáculo tan infame.

Cómo podemos cuestionarnos por qué existe tanta violencia actualmente en nuestro mundo, cuando nos quedamos inmunes ante un espectáculo que se basa en burlar, engañar y poco a poco ir debilitando a un animal a través de puyazos y banderillas que lo desangran hasta llegar a darle muerte con la espada… ¿Y a esto le llamamos “arte”?

Es increíble la cantidad de personas que asisten a las corridas de toros, las asociaciones de profesionales contabilizan más de 40 millones de localidades vendidas anualmente en más de 5.600 municipios. En total, 60 millones de espectadores acuden a festejos taurinos en todo el mundo (Marisa Recuero,2011). Todas esas personas pagan hasta setecientos treinta y cinco pesos, con tal de tener la satisfacción de presenciar tan aberrante acto de crueldad animal. Y lo que es peor, llevan a sus hijos para que desde chicos “se enseñen a apreciar una buena faena”…

Recuerdo la primera vez que fui a una corrida de toros, tenía 7 años de edad. Yo no sabía de qué se trataba, pero como mi papá es muy aficionado, creí que yo también lo sería. En lugar de eso, pasé las siguientes dos horas tapándome los ojos y llorando por el sufrimiento del animal.

Los niños no están acostumbrados a este tipo de violencia, hasta que sus padres se la fomentan como algo que se debe admirar. Esto es una contradicción que vivimos los seres humanos; hacemos marchas para pedir por la paz mundial, por salvar a las especies en peligro de extinción, nos indigna la crueldad y la violencia que se vive en el mundo, el bullying, los asesinatos múltiples en cines o escuelas, y no nos damos cuenta de que manera nosotros como sociedad fomentamos la violencia al educar a los niños con esta incongruencia, donde matar o lastimar a un ser viviente está bien visto si es en LA FIESTA BRAVA, pues es un arte.

¿Qué ejemplo les están dando cuando los ven disfrutar cada pase, banderilla, o puyazo? Su corazón permanece indiferente ante el bufido que emite el toro por el dolor que está sufriendo. Acaso sus ojos no perciben la sangre escurriendo por el lomo del animal? Aplauden cuando el toro cae rendido ante su victimario, que es alzado en hombros si realizó una gran faena.

Estos espectáculos no hacen mejor al ser humano, sólo nos muestran como el animal inteligente de la creación utiliza esta inteligencia para abusar de los demás seres de nuestro planeta con la autoridad que nadie le dio para quitar vidas, para someter, para torturar y de esta manera generar riqueza económica y entretenimiento.

Todos somos responsables de lo que hemos generado en nuestro mundo, los valores son flexibles, y los manipulamos a nuestro antojo, lo mismo que la ética, la moral y el pecado.

Los animales matan para sobrevivir, es parte del ciclo de la vida el cazar a otros animales para alimentarse, no matan por diversión… ni se sientan a observar cómo se comete un asesinato como parte del entretenimiento familiar del domingo.

Hace años existió el circo romano, donde los Gladiadores luchaban por su vida, matando a su oponente. Esto comenzó como un ritual religioso, que se llegó a convertir en un espectáculo público para entretener al césar y al pueblo. ¿Qué mente tan retorcida puede sentir gozo al observar

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