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La Invención Del Tercer Mundo: Construcción Y Desconstrucción Del Desarrollo.


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  2.034 Palabras (9 Páginas)  •  272 Visitas

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En 1949, el expresidente estadounidense Harry Truman planteó una propuesta para reestructurar totalmente las sociedades “subdesarrolladas”, imponiendo el modelo de sociedad norteamericano y occidental a países de América Latina, Asia y África, sosteniendo su modelo como ideal para estos países atrasados en muchos aspectos de los que ellos ya tenían conocimiento. Tras esto, se ha tratado de imponer un modelo de desarrollo que ha dejado como resultado más miseria y pobreza, hasta el punto de convertirse en una fuerza destructiva para la cultura y la sociedad de estos países menos favorecidos; ya que esta idea de desarrollo parte de modificar a su beneficio la estructura de las sociedades pertenecientes al tercer mundo, tras convencerlas de ser ineficientes y dependientes de una intervención externa, para que de esta manera el desarrollo fuese controlado por las ideologías de las grandes potencias.

Por eso Estados Unidos y Europa le dan un nuevo sentido al término ‘pobreza’ tras la segunda guerra mundial, pues lo usan como excusa para intervenir en los países que pueden calificarse con esta palabra. El discurso bélico propio de ese momento histórico de la humanidad se desplazó hacia el campo social y también migró el espacio geográfico de interés hacía ese recién descubierto Tercer Mundo. Se encontró en el hambre un poder similar al de las armas, como una fuerza social y política poderosa. Desde entonces uno de los objetivos planteados fue la erradicación de la "pobreza", generando discursos y estrategias que permitieron nuevos enfoques sociales, para consentir la intervención de los poderosos en los recursos y sistemas políticos de los países "subdesarrollados".

La pobreza se asoció con la desnutrición, la ignorancia, la insalubridad, la inmoralidad y la barbarie. Así mismo se planteó gran parte de la solución a esta problemática en la implementación científica y tecnológica, de grandes costos, para de esta forma modernizar los sectores de la producción y la vida urbana, lo que creían fervorosamente que conllevaría a la erradicación definitiva de la pobreza. Esto, más la difusión del conocimiento científico objetivo y empírico, sacaría a las naciones tercermundistas del evidente atraso en el que se encontraban y que era el principal causante de su pobreza.

La ‘pobreza’ interpretada en términos del ‘desarrollo’, significó el establecimiento de mecanismos de control, en donde la inserción de un modelo organizado se hizo indispensable para el nuevo orden mundial, se consideró una verdad irrefutable, objetiva; un modelo organizado que no daba lugar para otro tipo de representaciones alternativas. Entonces se tuvo plena convicción de que solo existía una salida: el desarrollo económico.

Pero este desarrollo económico se basaba en axiomas netamente racionales. Pese a que buscó el crecimiento a través de la acumulación de capital, ahorro, inversión extranjera e industrialización, este modelo no tuvo en cuenta en este plan las realidades sociales y económicas de esas sociedades de historias y problemáticas totalmente diferentes y diversas.

Se crearon entonces toda clase de teorías económicas que ayudan a normalizar a los sujetos como entes productores y consumidores de bienes y servicios, pertenecientes a un mundo donde reina la satisfacción individual y donde todos los procesos se ven culturalmente como algo natural, pues la cultura del desarrollo actúa al interior de las culturas locales.

Es precisamente el aspecto cultural uno de los más afectados en esta treta. Pese a que la percepción de pobreza a escala global no fue más que el resultado de operaciones estadísticas comparativas encabezadas por el banco mundial, los países que se podían connotar como pobres se vieron presionados hasta tal punto que decidieron sacrificar gran parte de su cultura para lograr conseguir ese desarrollo que se había dicho tan indispensable, que era la salvación para estos países tercermundistas. Y el término salvación puede relacionarse sin duda alguna a la fe en este contexto, pues al tratar el desarrollo como un discurso la alineación es tal que se logra establecer una serie de creencias que implican que la modernización es la única fuerza capaz de destruir supersticiones y relaciones arcaicas, aún a costa de lo social, lo cultural y lo político; que las únicas rutas para llegar a la modernización son la industrialización y la urbanización; que el progreso social , cultural y político se producirían sólo a partir del desarrollo material; que la inversión de capital es lo fundamental para el crecimiento económico y el desarrollo.

Esta salvación la ofrecía el mundo de occidente, por eso lo correcto era ceñirse a sus planes de diseño, a sus metodologías, a lo que considerasen correcto; con esto las potencias estarían asegurándose el control de los países y sus recursos. Con la creación de un sinnúmero de instituciones se ha generado una red de poder desde la cual se vincula a las gentes y a las comunidades a la producción económica y cultural y desde la cual se promueven los comportamientos y racionalidades propios del desarrollo. Ese trabajo social institucional no ha sido un esfuerzo inocente en nombre de los pobres sino la muestra más fehaciente del triunfo del desarrollo pues evidencia la efectividad de sus estrategias de control de poblaciones a la hora de integrarlas, administrarlas y controlarlas. A través de este artificio, se crean imágenes y metáforas para hacer ver al occidental como el que es en apariencia neutral, que sabe y tiene el poder y al ‘otro’ como el pobre, ignorante, desvalido, incapaz, al cual hay que salvar.

Se puede considerar entonces la problemática del desarrollo como un fenómeno creado que debe apartarse de la interpretación convencional que se generó desde sus inicios en la época de la posguerra, para darle nuevas interpretaciones a partir del tratamiento de los sucesos de estas sociedades consideradas subdesarrolladas por el mundo occidental, por personas pertenecientes a ellas que analicen las problemáticas de su propia sociedad con un margen de distanciamiento y extrañamiento que permita observar y determinar con mayor claridad cómo se debe proceder en estas sociedades para lograr ese desarrollo que históricamente se ha tornado inexorable.

Algunos teóricos, pertenecientes a estos países violentados en pos del desarrollo, han tocado esta temática, intentando darle una mirada diferente a lo que se ha denominado el Tercer mundo. Entre ellos Edward Sair,

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