La Niña Que Perdi En El Circo

Raquel Saguier ofrece una novela del ser y del no ser, siendo: «La niña y yo somos distintas», dice la narradora-autora en el inicio de la novela, y enseguida añade: «y sin embargo, tan parecidas». Siendo este yo íntimo la una y la otra a la vez, siendo las voces de la autora y de la niña.Además, este vaivén entre la una, niña, y la otra, adulta, con su proyección universal. En La niña que perdí en el circo, el piano, la lluvia, cinco vecinas solteronas, el retrato del abuelo, Rita, la empleada que lidia con los niños, el vestido que hay que cederle a la hermana menor que viene «respirándome en la nuca» (dice la niña), la figura de un soldado joven en plena revolución, son elementos todos que despiertan el recuerdo y que obligan a escribir, no solo la anécdota, sino sobre miedos, lazos familiares, rabietas y carcajadas, descubrir que la sexualidad existe, como señal de que se va perdiendo su niñez y llega su madurez. Todo va por el camino de la iniciación a la soledad, a la ausencia y al silencio: «Todo está ahí, en esa cicatriz transparente por donde yo veía», dice la narradora, y añade: «Una parte de esa niña, la parte más grande de ella se quedó conmigo. Y aún sigue estando».

En cada capitulo recuerda los momentos que paso en su infancia hasta llegar a lo que es,una mujer madura que nunca olvido a su pequeña niña que siempre estaba dentro de ella. Un nuevo capitulo va seguido de una nueva historia, anécdota, un nuevo drama que contar. También utiliza personificación en algunos que otros capitulos, como en la parte que relata como la niña escucho que los cuadros empezaron a hablarle,cada persona que estaba en el cuadro se empezó a pelear con el de alado o con el de enfrente, todo esto, lo hizo para cautivar al lector y que el leer

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