La Realidad De La Cultura
joss.lp28 de Mayo de 2014
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LA REALIDAD DE LA CULTURA1
El hombre vive en varias dimensiones. Se mueve en el espacio, donde el ambiente natural ejerce sobre él una influencia que nunca termina. Existe en el tiempo, lo cual le provee de un pasado histórico y un sentido del futuro. Lleva adelante sus actividades como miembro de una sociedad, identificándose él mismo con sus compañeros y cooperando con ellos en el mantenimiento de su grupo y en asegurarle su continuidad.
Pero el hombre no es único en esto. Todos los animales deben tomar en cuenta el espacio y el tiempo. Muchas formas viven en agregados donde la necesidad de adaptarse a sus compañeros es un factor siempre presente en sus vidas. Lo que distingue al hombre, el animal social que nos importa ahora, entre todos aquéllos, es la cultura. Esta tendencia a desarrollar culturas consolida en un conjunto unificado todas las fuerzas que actúan en el hombre, integrando para el individuo el ambiente natural en que se encuentra él mismo, el pasado histórico de su grupo y las relaciones sociales que tiene que asumir. La cultura reúne todo esto y así aporta al hombre el medio de adaptarse a las complejidades del mundo en que nació, dándole el sentido, y algunas veces la realidad, de ser creador de ese mundo, al mismo tiempo que criatura de él.
Definiciones de la cultura hay muchas. Todas están acordes en reconocer que desaprendida; que permite al hombre adaptarse a su ambiente natural; que es por demás variable; que se manifiesta en instituciones, normas de pensamiento y objetos materiales. Una de las primeras definiciones aceptables fue dada por E.B. Taylor, al decir que la cultura es "el conjunto complejo que incluye conocimiento, creencias, arte, moral, ley, costumbre y otras capacidades, y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad".
Un sinónimo de cultura es
Tradición, otro civilización; pero el empleo de tales términos viene sobrecargado de implicaciones diferentes o de matizaciones de la conducta habitual. Una breve y útil definición de cultura es:
Cultura es la parte del ambiente hecha por el hombre.
Va implícita en ella el reconocimiento de que la vida del hombre transcurre en dos escenarios, el natural o hábitat y el social, el "ambiente" natural y el social. La definición implica también que la cultura es más que un fenómeno biológico. Abarca todos los elementos que hay en la madurez del hombre, dotación que él ha adquirido de su grupo por aprendizaje consciente, o, en un nivel un poco diferente, por un proceso de acondicionamiento; técnicas de varios géneros, instituciones sociales u otras, creencias y modos normalizados de conducta. La cultura, en resumen, puede ser contrastada con los materiales brutos, externos o inter
Nos, de los cuales se deriva. A recursos presentados por el mundo natural se les da forma para satisfacer necesidades existentes; y los rasgos congénitos son moldeados de modo que de las disposiciones congénitas surjan los reflejos que dominan en las manifestaciones externas de la conducta. Apenas si es menester diferenciar el concepto de cultura que se emplea en el estudio del hombre del significado popular de la palabra "culto". Mas, para los no familiarizados con un sentido antropológico, la aplicación del concepto "cultura" a una azada o a una receta de cocina necesita algún reajuste de pensamiento. La idea popular de cultura la tenemos en lo que podríamos llamar una definición escolar y equivale a "refinamiento". Tal definición implica la habilidad de una persona "culta" para manipular ciertos aspectos de nuestra civilización que aportan prestigio. En realidad, esos aspectos son dominados por personas que disponen de ocio para aprenderlos. Para el científico, sin embargo, una "persona culta", en el sentido popular, no domina sino un fragmento especializado de nuestra cultura, de la que es partícipe, en mucho mayor grado de lo que sospecha, con el hacendado, el albañil, el ingeniero, el cavador, el profesional. La economía más ruda, el más frenético rito religioso, un simple cuento popular, son todos igualmente parte de una cultura. El estudio comparado de la costumbre nos muestra esto con mucha claridad. En los pequeños grupos aislados, donde la base económica es estrecha y el conocimiento técnico escaso, no hay lugar para la estancación social que debe estar presente si una persona "culta", en el sentido popular, ha de tener filos recursos económicos necesarios para que pueda entregarse a su afición. Para entender la naturaleza esencial de la cultura hay que resolver una serie de aparentes paradojas que no deben ignorarse. Estas paradojas pueden enunciarse de diversos modos, uno de ellos el siguiente:
1. La cultura es universal en la experiencia, del hombre; sin embargo, cada manifestación local o regional de aquélla es única.
2. La cultura, es estable, y no obstante, la cultura es dinámica también, y manifiesta, continuo y constante cambio.
3. La cultura llena y determina ampliamente el curso de nuestras vidas, y, sin embargo, raramente se entremete en el pensamiento consciente.
No se verá plenamente cuan fundamentales son los problemas planteados por estas formulaciones, y cuán difícil resulta reconciliar sus aparentes contradicciones, hasta que no hayamos examinado sus muchas implicaciones, para lo cual hay que esperar a la terminación del libro. Por el momento veamos cómo repercuten en el problema de la realidad de la cultura.1. El hecho de que se diga a menudo del hombre que es un "animal constructor de cultura" es un reconocimiento de la universalidad de la misma; que es un atributo de todos los seres humanos, vivan donde fuere o cualquiera que pudiera ser su manera ordenada de vivir. Esta universalidad puede describirse en términos exactamente específicos. Todas las culturas, al menos cuando se consideran objetivamente, poseen un restringido número de aspectos, los cuales son convenientemente divididos para su estudio. Documentar tal sencilla afirmación requiere muchas páginas, y ocupará una sección entera de este libro, donde esos aspectos serán tratados uno por uno. Pero, en este apartado podemos inspeccionarlos brevemente para darnos cuenta de cómo la idea de la universalidad de la cultura se ex-tiende hasta recaer también sobre aquellas amplias subdivisiones de la experiencia humana que invariablemente abarca. En primer lugar, todos los pueblos tienen algún modo de proporcionarse el vivir. Lo consiguen por medio del equipo tecnológico empleado para arrancar de su ambiente natural los medios de sostener la vida y llevar adelante sus actividades diarias. Conocen algún modo de distribuir lo que así producen, sistema económico que les permite sacar el mayor partido a los "escasos medios" de que disponen. Todos los pueblos dan expresión formal a la institución de la familia o a varios géneros de estructura demás amplio parentesco, y a asociaciones basadas en lazos que no son de sangre. Ninguno vive en completa anarquía, sino que en todas partes se han hallado muestras de algún género de control político. Ninguno hay sin una filosofía de la vida, un concepto del origen y funcionamiento del universo y de cómo debe tratarse con los poderes del mundo sobrenatural para conseguir los fines deseados; en síntesis, un sistema religioso. Con cantos, danzas, consejas, y formas de arte gráficas y plásticas para obtener satisfacción estética, lenguaje para dar paso a las ideas, y un sistema de sanciones y metas para dar significación y dirección al vivir, redondeamos este sumario de aquellos aspectos de la cultura que, como la cultura en su conjunto, son atributos de todos los grupos humanos, dondequiera que ellos puedan vivir. Mas, como es sabido por cualquiera que haya tenido contacto con personas de diferente modo de vida que la suya, aun con un grupo de otra parte de su propio país, no hay dos cuerpos de costumbres que sean idénticos en detalle. Por esto puede decirse que cada cultura es el resultado de las experiencias particulares de la población, pasada y presente, que vive de acuerdo con ella. En otras palabras, cada cuerpo de tradición debe considerarse como la encarnación viva de su pasado. Dedujese así que una cultura no puede comprenderse a menos que se tenga en cuenta su pasado lo más plenamente posible, empleando todos los recursos admisibles —fuentes históricas, comparaciones con otros modos de vivir, manifestaciones arqueológicas—para entender su fondo y su desarrollo. Nuestra primera paradoja debe resolverse aceptando sus dos términos. Significa por tanto que la universalidad de la cultura es un atributo de la existencia humana. Hasta su división en series de aspectos queda probada por lo que conocernos de los más diversos modos de vida, en todas las partes del globo, dondequiera que se han estudiado las culturas. Por otra parte, es igualmente susceptible de prueba objetiva que jamás dos culturas son iguales. Cuando las observaciones de este hecho, conseguidas por la investigación de nuestro presente, se vierten en la dimensión temporal, quiere expresarse que cada cultura ha tenido un desarrollo peculiar y único. Los "universales" de la cultura, podemos decir, proporcionan el cañamazo en el cual se dibujan las particulares experiencias de un pueblo en las formas particulares adoptadas por su cuerpo de costumbres. Y, en este punto, podemos dejar descansar la primera de nuestras paradojas, reservando para posteriores capítulos la explicación de por qué puede ser tratada de este modo.2. Al sopesar la estabilidad cultural frente al cambio cultural, debemos reconocer en primer lugar que la prueba de que disponemos demuestra irremisiblemente que la cultura es dinámica; que las únicas culturas
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