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La Vasija


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2011  •  628 Palabras (3 Páginas)  •  413 Visitas

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LA VASIJA

Se cuenta que alguna vez, en Inglaterra, existía una pareja a la que le gustaba visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una en donde se vendía vajillas antiguas.

En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa vasija. “¿Me permite ver esa vasija?”, preguntó la señora “¡Nunca he visto nada tan fino como eso!”. En cuanto tuvo en sus manos la vasija, escuchó que le comenzó a hablar.

La vasija le comentó: “¡Usted no entiende! ¡Yo, no siempre he sido esta vasija que usted esta sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo”. Mi Creador me tomó entre sus manos, me golpeó y me amoldó cariñosamente. Llegó un momento en que me desesperé y le grité: “¡Por favor! Ya ¡déjame en paz!”. Pero sólo me sonrió y me dijo: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

Despúes me puso en un horno. ¡Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi Creador quería quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi Creador que me decían: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Finalmente se abrió la puerta. Mi Creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. “¡Así está mucho mejor!” me dije a mi misma, pero apenas me había refrescado cuando mi Creador ya me estaba cepillando y pintando.

¡El olor de la pintura era horrible! ¡Sentía que me ahogaría! “¡Por favor detente!” le gritaba yo a mi Creador, pero Él solo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

¡Al fin dejó de pintarme!, pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno. No era un horno como el primero, sino que ¡era mucho más caliente! ¡Ahora si estaba segura que me sofocaría! Le rogué y le imploré que me sacara. Grité, lloré, pero mi Creador sólo me miraba diciendo: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

En ese momento me di cuenta que no había esperanza. ¡Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera.

Allí me dejó un momento para que me refrescara. Despúes de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: “¡Mírate! Esta eres tú”

¡Yo no podia creerlo! ¡Esa no podia ser yo, lo que veía era hermoso! Mi Creador nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te habrías secado. Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te habrías estrellado. También sé que los gases de la pintura

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