La Vida Es Asi

.Pedimos mas plata en el pueblo donde nos dejo el último bus, pero nadie nos ayudo, solo una señora de canas, tenía un vestido que la cubría toda y con ese calor, imagínense, de no creer, parecía de escasos recursos, pero su mirada reflejaba bondad, nos dio pan con agua para comer. Ya no sabíamos que hacer, no teníamos cabeza para nada más. Pasamos la noche anterior en un parque y teníamos mucho dolor de espalda.

Luego de tanto pensar y pensar, no hubo otra salida, el celular de mi madre, ese que ella compro con tanto esfuerzo y que yo había escondido dentro de mis medias para que no me lo robaran fue la única salida a la desesperación. Lo use como parte de pago, celular que costaba mucho más que los tiquetes de regreso de diez personas, pero el conductor del bus sabía que no teníamos otra opción. El martes tenía que ir al colegio y debía volver ese lunes festivo a casa.

No quiero contar lo que ocurrió en casa cuando llegue y me vieron como un mendigo, pero si quiero resaltar que las mentiras dejan una moraleja, imaginan la mía?

estadio, un sol que brillaba a la altura de mis ojos, y todo esto acompañado de nuestras lagrimas, y si, no pudimos entrar al clásico, porque el idiota de mi amigo había separado las boletas con un conocido el cual nunca dio la cara. No era la tristeza de perder la plata o de aguantar hambre, era la tristeza de estar allí, y no poder entrar, escuchar el pardito desde la calle era tan duro que decidimos no verlo ni por televisión. Lamentos venían, gritos de un lado a otro buscando una explicación. Ahora no teníamos plata para devolvernos y no habíamos entrado al partido. Algo peor no pudo haber pasado.

Si le hubiera contado a mi madre la verdadera razón del viaje, hubiera visto el partido en mi casa, en mi cama y con una bebida en mi mano derecha. Pero no fue así y allí estaba, con hambre y sed, tuvimos que pedir limosna para poder comer, no teníamos ni un peso. En algunos lados nos regalaron comida, de no creer, perecíamos mendigos, si mi madre mi hubiera visto en eso se le hubiera roto el corazón sin duda alguna, o peor, por el contrario, me hubiera roto la cabeza a punta de golpazos por la estupidez que había hecho, quién sabe!. Tardamos un día en conseguir algo de dinero para volver.

Cuando llegamos al terminal, notamos que nos faltaba más plata para volver, pero con lo que teníamos logramos subirnos a una flota que nos acerco hasta la mitad del recorrido. La peor decisión que pudimos tomar, porque nos dejo en un pueblo donde el calor era tan insoportable que no podíamos ni caminar. Con hambre y con sed, sin ducharnos durante 3 días. Llegamos a Medellín un viernes en la noche y era lunes festivo y aun no llegábamos a Bogotá.

Pedimos mas plata en el pueblo donde nos dejo el último bus, pero nadie nos ayudo, solo una señora de canas, tenía un vestido que la cubría toda y

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