La cultura Awa
Enviado por kmy501 • 22 de Noviembre de 2015 • Informe • 1.028 Palabras (5 Páginas) • 222 Visitas
Pontificia Universidad Católica del Ecuador[pic 1]
Facultad de Medicina
Socioantropología
Nombre: Camila Miño
Paralelo: 1
Nacionalidad Awa
“La uniformidad es la muerte; la diversidad es la vida” (M. Bakunin)
“Awa”, gente en awapiti, es la denominación que la interesante etnia de la costa ecuatoriana tiene desde hace mucho tiempo. A pesar de su extensa ubicación binacional, entre Colombia y Ecuador, forma parte de los pueblos indígenas ocultos e incomprendidos. Sus creencias están atadas al simbolismo de la naturaleza, “siendo ellos los últimos defensores del bosque tropical del Chocó, en el noroccidente ecuatoriano”1. Tanto sus prácticas medicinales como sus costumbres aún conservan sus orígenes ancestrales y resultan prioritarias en su diario vivir. Definitivamente los Awa son una nacionalidad que vale la pena revisar para lograr comprender un poco más sobre las multidiversidad del hermoso Ecuador. “Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes” (Nietzsche)
Aunque son también conocidos como los “Coaquier” por encontrarse aledaños al río Coaque, ellos se autodenominan “Awa” o “gente” en su lengua awapiti, que junto a la terminación “inkal”, o montaña, se identifican como “gente de la montaña”. El Awapít, según algunos historiadores, resulto de la mescla de variadas familias lingüísticas como el de los Chibcha, Chá palaa y Tsa’fíqui. Los awa por lo general se asientan en zonas de difícil acceso cubriendo en total unas 500.000 hectáreas, se extienden desde el río Telembí, en Colombia, hasta el bosque tropical del Chocó, al noroccidente del Ecuador. Vienen desde México, pues tienen antepasados Mayas y se encuentran distribuidos binacionalmente con 3.500 individuos en Ecuador y otros 7.276 en Colombia. Sólo en Ecuador, ocupan en la costa la provincia de Esmeraldas y en la sierra están en el Carchi e Imbabura.
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La vida de los awa se encuentra rodeada de una maravillosa vegetación semi-selvática, por lo que ven a la naturaleza como un símbolo importante por el cual interpretan y guían su vida. Por ejemplo, cuando ellos se encuentran con un colibrí de cerca, lo ven como un símbolo de muerte y lo interpretan como el anuncio de que alguien cercano morirá. Por otro lado, han perdido su vestimenta tradicional y se visten como cualquier ecuatoriano de noroccidente: con camisas, pantalones oscuros y botas de caucho. Sus “Yal” o “casa de Awa” son simples, con pilares de madera, ingreso con un palo ancho a manera de gradas y edificadas con materiales de la zona: chonta y hojas de bijao. En colectividad, la población se dedica a la cacería, pesca y a la agricultura para el autoconsumo y mercado. La nacionalidad Awá con el tiempo ha ido adoptando de otras culturas instrumentos, como: la marimba, el bombo y la flauta, que junto a sus juegos propios, como: las bolichas, los saltos altos, el guande o bejuco y el juego de la balsa, constituyen una total expresión cultural que enriquece cada vez más la multiculturalidad ecuatoriana.
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A pesar de ser un grupo étnico sumamente pacífico, los awa han tenido problemas para conservar sus territorios y áreas naturales protegidas, desde 1998 tienen a su cuidado la Reserva Étnico Forestal Awa, 101 000 ha, ya que se han incrementado los planes de aprovechamiento de sus recursos. En otra perspectiva, las enfermedades son cuestiones que acechan a la nacionalidad Awá, pues a pesar de que logran curarse con práctica medicinales ancestrales, no siempre los ancianos curanderos del lugar erradican bien las enfermedades, ya que sus remedios radican en ritos con plantas curativas y plegarias. Afecciones parasitarias, gripes y en especial tumores, o chutones, son algunos de los asuntos que preocupan y ponen en alerta a la comunidad médica de la zona, ya que representa un verdadero reto acercarse a las comunidades de los awa. Ellos tienen la creencia de que algunas de sus molestias se deben a alteraciones en sus hábitos, como el haber ingerido alimentos durante horarios no establecidos o haber comido frutos caídos y prefieren siempre ser atendidos por su curandero que por un médico. Para ellos la muerte es un tema de sumo respeto y del que siempre se cuidan con singulares costumbres.
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