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La historia de los Cuerpo de Bomberos


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  1.847 Palabras (8 Páginas)  •  403 Visitas

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La historia de los Cuerpo de Bomberos tiene su comienzo bien en lo profundo de la historia de la humanidad, ya que podemos estar seguros el descuido nació en el hombre antes de la idea de frotar pedernales para hacer fuego con que cocinar sus alimentos y calentarse los fríos días invernales. El fuego, que una vez producido, y debidamente controlado, era el amigo más fiel del hombre, se volvía en peligroso enemigo que destruía sus hogares, sus utensilios de labranza y sus siembras, cuando el descuido permitía que se extendiese fuera del control humano. Es lógico pensar que el hombre conoció el fuego a través de la naturaleza y sus fenómenos, tales como el rayo, la combustión espontánea o el volcán en erupción. En la misma forma que la naturaleza le enseñó al hombre qué era fuego, y los daños que podía ocasionar, le enseñó también como extinguirlo. Así el hombre de la prehistoria vio como el agua que caía en forma de lluvia apagaba el fuego ocasionado por el rayo o el volcán. Y así, a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo, el agua siempre ha sido el principal medio de extinguir incendios, siendo en extremo interesante ver como el agua ha mantenido su supremacía en cuanto a agentes para la extinción de incendios, a pesar de los innumerables esfuerzos hechos por el hombre para buscarle sustituto. El desarrollo y el perfeccionamiento de los pisteros de rocío han demostrado la importancia y efectividad en fuegos en aceites, en aparatos y motores eléctricos, y en otras ocasiones en que se consideró peligroso el uso del agua. Así ganó el agua otra lucha por su liderato. Prácticamente el progreso habido en la ciencia de apagar fuegos, desde los más remotos días de la historia antigua hasta nuestros días, se ha basado en el desarrollo e inventos de maneras para obtener mayores cantidades de agua y lanzar las mismas en la forma mas efectiva para extinguir el incendio.

A medida que la civilización se desenvolvía, los edificios ganaron altura. Los pueblos crecían en las seis direcciones, y los primitivos cubos de cuero resultaron inefectivos. Y es ahí donde comienza la interesante historia de la transición desde el humilde cubo hasta la moderna bomba de alta presión.

La historia de los Cuerpos de Bomberos debidamente organizados se remonta a los tiempo en que las antiguas ciudades de Grecia y Roma estaban en el apogeo de su esplendor, varios siglos antes de la era Cristiana. Lentamente estas organizaciones fueron desarrollándose, mejorándose en cuanto a organización, técnica y equipo se refiere, alcanzando un alto grado de eficiencia durante el primer siglo después de Cristo en la ciudad de Roma. Para ésta época la metrópoli Romana tenía un Cuerpo de Bomberos que contaba con cerca de siete mil miembros, que luchaban contra las llamas, usando métodos científicos y relativamente muy eficientes. Muy poco se sabe del Cuerpo de Bomberos durante el período de tiempo comprendido por los siglos tercero al décimo de la edad media. Como casi todas las ciencias y las artes, la ciencia de combatir incendios cayó en la obscuridad del olvido, poco después del colapso del Imperio romano, para resurgir de nuevo entre el esplendor del renacimiento, a mediados del siglo XIV.

Las modernas máquinas que hoy vemos avanzar con rapidez asombrosa por las avenidas de las modernas ciudades, y que son usadas por las más progresistas y eficientes organizaciones, son en realidad las ediciones ampliadas y mejoradas de las máquinas llamadas siphona, inventadas cuatro siglos antes de Cristo, por Ctesibius, ingenioso griego, nacido en Alejandría, y por otro no menos ingenioso griego, Herón, quien en el año 200 antes de Cristo inventó un aparato para la extinción de incendios, cuyas características esenciales fueron usadas hasta 2,000 años más tarde. Con anterioridad a Ctesibius y Herón, no se conoce ningún aparato de combatir incendios que no sea el cubo de cuero.

En el año 440 A.C., y aunque por corto tiempo, se usó un aparato hecho de los intestinos y el estómago de los bueyes. Los intestinos eran usados en forma de mangueras mientras el estómago, o un saco de lona, servia de tanque o recipiente. Al operarse tan rústico sistema, se llenaba de agua el saco y se llevaba al lugar del siniestro; los intestinos se estiraban hasta alcanzar el edificio en llamas, y varios hombres hacían presión sobre el saco, obligando el agua a pasar a través de las “mangueras” hasta el fuego. Este método no parece haber dado buenos resultado, ya que en toda la historia no se vuelve a mencionar. Más tarde apareció la "Jeringa", que consistía de un cilindro y un pistón para imprimir presión. En un extremo del cilindro se ajustaba un “reducido”. Se llenaba el cilindro de agua y haciendo presión con el pistón se obligaba al agua a salir por el pistero con relativa fuerza. Este tipo de "extinguidor" se usó en Roma, allá para el año 300 A.C., y estaba en uso en Inglaterra para fines del siglo XII.

Con una antigüedad de 1.650 años, arqueólogos alemanes, bajo la dirección de Bernd Paeffgen, descubrieron en 2004, en el Valle del Rin, lo que fue descrito como una bomba de agua. El equipo contaba además con un tubo delgado de 1,10 metros que iba unido a la bomba. Inicialmente confundida con una lanza, las posteriores pruebas revelaron que se trataba de un conducto o manguera.

Las bombas inventadas por Herón en Roma y por Ctesibius en Grecia, tenían bastante en común y son éstas las que dieron la base para el desarrollo de nuestra moderna y eficiente bomba. La bomba inventada por Herón consistía de dos pistones de bronce conectados a una sola salida. Los cilindros estaban ajustados a una base de madera, la que se sumergía en el agua.

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