La novela policial
Enviado por maronis • 24 de Junio de 2013 • 761 Palabras (4 Páginas) • 493 Visitas
La novela policial
La novela policiaca ha adquirido, en la segunda mitad del siglo XX, un reconocimiento por parte de la crítica más erudita que antes no tenía. Sin embargo, es un género que siempre ha gozado de buenos y muchos lectores y cultores. Sobre ese punto reflexiona el gran ensayista mexicano Alfonso Reyes en el siguiente fragmento.
Fragmento de “La novela policial”, de Los trabajos y los días.
De Alfonso Reyes.
De todas las feas denominaciones que han dado en emplearse para cierto género novelístico hoy más en boga que ninguno —novela de misterio, de crimen, «detectivesca», policíaca, policial— prefiero esta última. Las demás, o parecen despectivas, o limitadas, o impropias por algún concepto. Sobre esta novela policial me atreví a decir —y lo ha recordado recientemente Jorge Luis Borges en Buenos Aires— que era el género literario de nuestra época. No pretendí hacer un juicio de valor, sino una declaración de hechos: 1) es lo que más se lee en nuestros días, y 2) es el único género nuevo aparecido en nuestros días, aun cuando sus antecedentes se pierdan como es natural, en el pasado.
Se me ocurre charlar hoy un poco sobre la novela policial, y me da ocasión una experiencia reciente. Un eminente psiquiatra mexicano me encontró una de estas mañanas con una novela policial en la mano y hablamos así:
—¿También usted lee estas cosas?
—Soy un decidido aficionado. Me interesan sin conmoverme. En la que llamaremos «novela oficial» todo conflicto me conmueve y agita. En la policial todo conflicto me deleita porque enriquece la investigación. En la novela oficial, una muerte puede hacer llorar, como lloraban el fallecimiento del personaje «Amadís» la dama y su servidumbre, en la anécdota que todos los humanistas conocen. En la novela policial, al contrario, una muerte es bienvenida, porque da mayor relieve al problema. Descansa el corazón, y trabaja la cabeza como con un enigma lógico o una charada, como con un caso de ajedrez. Pero el trabajo no es tan intenso que fatigue, y además sabemos que, por regla, nos van a dar la solución en el último capítulo; de suerte que podemos ser un tanto pasivos si nos place, y graduar nosotros mismos la atención y la energía mental que deseamos gastar. Finalmente, el problema no conlleva el dolor de la abstracción lógica, sino que va cómodamente encarnado en Pedro, Juan o Francisco. En suma, leo novelas policiales porque me ayudan a descansar, y me acompañan, sin llegar a fascinarme u obsesionarme, a lo largo de mis jornadas de trabajo, con esa música en sordina de un «sueño continuado» que no tiene nada de morboso; me permiten satisfacer esa necesidad de desdoblamiento psicológico que todos llevamos adentro (y a la que importa buscar alguna salida por buena economía del espíritu),
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