La percepción selectiva

La percepción selectiva

Cuando una mujer se embaraza aparecen, como por arte de magia, otras mujeres embarazadas por todas partes. No importa si es en el supermercado, en el salón de belleza, en un concierto, en el banco o en el trabajo, ella se dará cuenta frecuentemente que no es la única mujer que espera el arribo de la cigüeña. ¿Será casualidad que al embarazarse se tope con un mayor número de mujeres preñadas que antes?

Después de adquirir aquel auto nuevo, salimos a la calle y encontramos constantemente el mismo modelo circulando mucho más de lo que previamente habíamos notado; en el estacionamiento del centro comercial, dos lugares más allá, está uno de color idéntico también con permiso para circular y oliendo a nuevo. ¿Por qué es que se incrementa el número de vehículos en circulación iguales al que acabamos de comprar, si antes no los veíamos en la calle tan a menudo?

Ni en el caso de la mujer embarazada ni en el del auto nuevo se incrementó la frecuencia con la que se cruzaran en el camino otras embarazadas o coches iguales, pero sí se incrementó la atención que ponemos en ello. Podríamos enumerar una gran serie de eventos que, al formar parte de nosotros, provocan que nuestra observación del entorno se concentre en situaciones similares. A este fenómeno se le conoce como percepción selectiva.

¿Podrá inducirse esta observación específica del entorno? ¿Podrá un hombre percibir en su medio ambiente la misma proporción de mujeres embarazadas que una de ellas? Tal vez un futuro papá caiga en la misma cuenta que su pareja, pero qué pasará con un hombre soltero, totalmente ajeno al embarazo y cuyos intereses están muy alejados del mismo.

La percepción selectiva se presenta precisamente porque tenemos un interés en particular que hace que nuestro subconsciente esté alerta. Si una persona comienza de una manera consciente a tomar atención de una determinada situación, de tal manera que fuerce la observación de tales sucesos u objetos hasta hacerlo de una manera casi automática, podrá inducir una percepción de los mismos.

Ya que es posible incrementar de manera consciente la atención a determinados hechos, podríamos intentar que ésta se fije en elementos positivos y descartar los aspectos que ennegrecen el espíritu, tan abundantes hoy en día dentro de nuestra sociedad.

Cuando nuestra voluntad se inclina hacia las virtudes y los valores, los adquirimos y podremos ofrecerlos a los demás, provocando que esta actitud positiva forme parte de nuestro entorno y represente un estilo de vida que generará el bienestar y la felicidad de nosotros y nuestros seres queridos.

Si alguien trata de hacer un listado de virtudes y defectos, ya sean propios o de otra persona, la lista de los primeros será generalmente menor que la de los segundos. Haz el ejercicio y si los resultados contradicen la afirmación anterior, felicidades; en caso contrario, toma cartas en el asunto.

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