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Las Cuatro Relaciones Del Conocimiento


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  10.080 Palabras (41 Páginas)  •  3.195 Visitas

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La relación lógica:

Eduardo Nicol señala lo siguiente:

Desde los orígenes mismos de la ciencia, en la filosofía presocrática, y más claramente desde Platón, el conocimiento científico había quedado formalmente establecido sobre dos relaciones fundamentales y complementarias, en cada una de la cuales se definía uno de los aspectos de la verdad. Éstas eran: la relación epistemológica y la relación lógica.

Gracias a la relación lógica, el conocimiento (y más concretamente la ciencia) logra fundar la comunidad y la uniformidad, por lo menos desde un ámbito puramente formal. En sentido riguroso, la lógica no es una ciencia o episteme, pues no se ocupa de objetos reales, sino que es una técnica auxiliar de la ciencia, como la gramática es la téchne de la expresión verbal. Es decir, que la lógica tiene su fundamento en la relación sujeto-objeto, esto es, en el vínculo de la razón con la realidad. Por consiguiente, si distinguimos entre la lógica natural y la lógica normativa, advertimos enseguida que la nueva lógica, esa que la ciencia griega elabora para facilitar su propia tarea, es tan indispensable como se quiera, pero no es algo primario en el complejo de las relaciones constitutivas del conocimiento.

La lógica sólo depura, normaliza y unifica esa función, para los fines específicos de una tarea científica, a la cual está subordinada por naturaleza. Esta subordinación originaria delimita el ámbito de su jurisdicción. Quiere decirse que, por sí sola, no puede la lógica resolver jamás ningún problema de conocimiento.

La legitimidad de las investigaciones puramente formales, entre ellas podemos mencionar a la estadística, de especialistas permite olvidar la subordinación de la lógica respecto de la epistemología, que es como una subordinación del símbolo respecto de la cosa simbolizada. En este proceso de formalización, el dato, por mencionar un ejemplo, pretende subordinar al fenómeno mismo, a la realidad. La relación lógica del pensamiento consigo mismo, sería un vano juego de puros símbolos sin contenido. La lógica no tiene valor epistemológico propio. La utilidad de la lógica se funda siempre en lo ontológico.

La relación epistemológica:

Esta relación es, evidentemente, la más primaria. Se establece entre el sujeto del conocimiento y los objetos en general, de cuyos caracteres ontológicos y ónticos (del ser) logra el sujeto tener noticia justamente en y por esa relación. Se pretende establecer esta relación fundamental en el conocimiento y la verdad, como el único mecanismo epistemológico (científico) para acercarse a la verdad; incluso no es posible pensar en cualquier tipo de conocimiento sin este vínculo: constituye su unidad ontológica (razón del ser). No fue necesario que surgiera la ciencia, como una modalidad especial del conocimiento, para que el hombre advirtiese que el simple darse cuenta de las cosas no es un saber cabal.

El conocimiento es discursivo porque las cosas mismas se relacionan unas con otras, dependen unas de otras, o surgen unas de otras y constituyen, en suma, un orden aparente subdividido en órdenes diversos o grupos especiales de objetos. Este principio del discurso es la razón fundamental de la ciencia. Esta relación lógica es la que construye al discurso científico, cuyo componente intrínseco es eliminar las contradicciones, con el fin de estructurar una explicación verdadera. Todo conocimiento es racional, incluso el mito, aunque esta razón no sea la razón lógica de la episteme. De esto se deriva que la racionalidad construye la comprensión del discurso: con ideas inconexas no es posible el entendimiento y no es posible la comunicación.

Según Nicol todo conocimiento es racional, incluso el mito, aunque esta razón no sea la razón lógica de la episteme (ciencia). Pero esa ausencia de vigilancia crítica en la razón es la que distingue el conocimiento pre científico del científico, el pensamiento en el mito y en la doxa (opinión) vulgar, del pensamiento metódico en la rigurosa episteme. Toda la diferencia está en el método. Se puede interpretar el método en este sentido como la vigilancia ética para descubrir la verdad.

Aunque llegue a ser coherente, la doxa no traduce la coherencia objetiva de las cosas. Con su opinión el sujeto marca la diferencia que lo separa de los demás. Así, el querer “tener razón”, (desde la propia subjetividad del individuo), que es la actitud característica del que opina, es lo contrario del “dar razón”, (sobre el objeto), en el cual no son las propias convicciones las que imponen a los demás, sino las realidades las que imponen a las convicciones.

La relación dialógica:

Para Nicol el pensamiento es logos. Es logos en el sentido de razón, y a la vez en el sentido de palabra. Toda palabra es racional, toda razón es simbólica. Y es cierto que podemos pensar si decir nada. Esto nos induce a creer que el logos como palabra es una función enteramente distinta del logos como razón, o pensamiento, o entendimiento. Según esto, los pensamientos pueden ser expresados o no, pero la expresión misma no es parte constitutiva del pensar. La expresión se añadiría per accidens al pensamiento.

Pero el término de la acción designada por este verbo transitivo no es solamente el objeto pensado por el sujeto, sino el otro sujeto, la persona en general a quien se comunica, o puede comunicarse, lo pensado. Sin este interlocutor posible, los términos en que se articula el pensamiento carecerían de significado. Incluso este proceso de comunicación es interno en el sujeto. Nicol no se refiere únicamente al interlocutor externo (otro individuo), sino al pensamiento mismo del sujeto, el yo (interno). Dicho de otra manera: los términos no se aplican a las cosas para comunicar un pensamiento formado por un informarse aisladamente; sin cooperación de los símbolos (la palabra) no puede formarse o articularse pensamiento alguno, de suerte que el “puro” pensar implica ya los términos comunicativos. Todo logos es dialógico.

Aparte del diálogo interior “del alma consigo misma”, como dice Platón, se verá enseguida que la existencia de un otro en general es condición de posibilidad del pensamiento. Pensar es ejercitar el logos y todo logos es expresión. El logos implica siempre a la vez una intención comunicativa y un contenido significativo. Por una parte, es la necesidad de decir algo para que el otro lo comprenda.

Y significar no es otra cosa que mentar un objeto cualquiera con un símbolo verbal que permite reconocerlo o identificarlo dialógicamente. El pensamiento, pues, no es una facultad solitaria y privada del sujeto, sino una unción comunicativa; es la acción misma de entender, y darse a entender, la cual presupone siempre un interlocutor en general. El

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