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Las características distintivas de la economía de Мéxico


Enviado por   •  4 de Octubre de 2012  •  Documentos de Investigación  •  4.888 Palabras (20 Páginas)  •  424 Visitas

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Antecedentes

La economía mexicana experimentó un crecimiento lento, de 1910 hasta mediados de los años 30's. Ese ritmo de crecimiento hasta 1928 fue impuesto por la incertidumbre política, el conflicto y la inestabilidad nacional. En estos años la economía estuvo apoyada en el sector agrícola, del cual gran parte de su producción fue exportada a Estados Unidos. En estos años las ciencias económicas han decretado que México contaba con un modelo económico de exportación de productos primarios.

Después de la gran depresión económica de 1929, cuyos efectos duraron hasta 1933, México inició una etapa de crecimiento económico, acelerado, pero dentro del mismo modelo, es decir, se priorizaba la inversión en el sector agrícola, porque la exportación de productos primarios tenía mercados más o menos seguros y producía divisas (moneda extranjera o títulos de crédito amparados por la misma) a un nivel aceptable. Por ello, el gobierno realizó inversiones públicas en transportes y comunicaciones, impulsó obras de irrigación y fue aplicando el Reparto Agrario prometido a los campesinos desde 1917. Este crecimiento económico basado en la expansión del sector agrícola se ubica desde mediados de los años treinta hasta finales de los cuarenta.

Sin embargo, desde 1941, al iniciarse el sexenio de Ávila Camacho, el estado toma la decisión de dar el giro e iniciar ya un cambio significativo en la política económica y comienza, por lo tanto, a promover, con diferentes medidas, el desarrollo industrial del país. Ciertamente las primeras formulaciones gubernamentales en ese sentido se hicieron durante el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas (1936-1940), pero fue Ávila Camacho quien pudo imprimir un vigoroso impulso a la industrialización.

El cambio de modelo económico no se dio de manera intempestiva o fortuita. México exportaba por estos años cantidades considerables de productos agrícolas y de materias primas extractivas, exportaciones que aumentarían al verse la economía norteamericana sometida a los ritmos y requerimientos derivados de su participación en la Segunda Guerra Mundial. El sector primario había respondido con bastante eficiencia ante esta demanda y todo indicaba que lo seguirían haciendo. Más tarde, incluso, la colaboración de este sector se dio mediante le envío de miles de campesinos de todo el país que fueron a trabajar legal y directamente a los campos norteamericanos.

Por otro lado, las divisas producidas por las exportaciones mexicanas, que eran las que venían financiando las importaciones de bienes de consumo, significaban un recurso significativo para impulsar, ya no la importación de bienes, sino su producción interna. Una planta industrial encaminada a sustituir dichas importaciones, se pensó, fortalecería la economía nacional y le daría ciertas ventajas para el futuro.

Como han señalado dos importantes historiadores del México contemporáneo, tales circunstancias coincidieron con una idea fija en los gobiernos post cardenistas: primera era necesario producir la riqueza, después se repartiría. A partir del gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) el impulso industrializador fue aún mayor y se depositaba en la industria la esperanza de la creación masiva de riqueza, que se ser repartida, conseguiría avances sin precedentes en el desarrollo nacional. Estas ilusiones basadas en los principios doctrinarios de las teorías económicas en boga, también servirían después para dar sustento a la mayor intervención del estado como rector de la economía y como tal, inhibidor de los fenómenos desestabilizadores en la misma.

Contexto Internacional

Se denomina Edad de oro del capitalismo o años dorados al período socioeconómico transcurrido desde el final de la segunda guerra mundial en 1945 hasta la crisis del petróleo de 1973.1 El mismo estuvo caracterizado por dos procesos: el crecimiento económico nunca antes alcanzado y el enfrentamiento entre las dos grandes potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, en el marco de la Guerra Fría. Ambos estaban estrechamente vinculados ya que el conflicto bipolar incluía también un importante componente económico: el capitalismo de occidente se enfrentaba a la amenaza del comunismo portador de un mensaje revolucionario sustentado en la base de un modo de producción totalmente diferente. Esta fue una de las razones por las que la expansión del capitalismo fue acompañada de una fuerte presencia del Estado, otorgando importancia a cuestiones sociales. Este concepto se denomina Estado de Bienestar. El Estado, en los países occidentales, asumió tareas activas en relación con las posibilidades de incidir directamente sobre la actividad económica, en cuestiones como el nivel de empleo, de demanda y de inversión, para asegurar las condiciones de reproducción del sistema capitalista.2

Uno de los nuevos y más destacados rasgos de la economía fue la producción a bajo costo de una enorme y diversificada cantidad de bienes, a raíz del desarrollo de nuevas tecnologías y la introducción de métodos de producción más eficientes. La consecuencia fue la necesidad de dar salida a estos excedentes de producción, para cual el desarrollo de la publicidad condujo a la consolidación de la llamada sociedad de consumo.3

En este período, Estados Unidos se consolido como la principal potencia mundial y a su vez, países como los de Europa Occidental y Japón registraron altísimas tasas de crecimiento. Por otro lado, la concentración de los beneficios del desarrollo industrial de estos países, condujo a un incremento de las desigualdades con los subdesarrollados del hemisferio sur. A pesar de que iniciaron el proceso de industrialización no pudieron desprenderse de la dependencia de las exportaciones de materias primas y alimentos.

El Desarrollo estabilizador

El período que va de 1954 a 1970, fue de prosperidad para los 16 países capitalistas más desarrollados. En esos años, en promedio, el crecimiento de su Producto Interno Bruto por persona fue de 4% al año, en términos reales, y la variación anual de los precios al consumidor fue de tan sólo 3.3% en promedio. Algunos de esos países registraron tasas de crecimiento económico espectaculares: Japón tuvo un crecimiento anual de su Producto Interno Bruto por persona de 9%, Alemania de 5% e Italia y Francia de algo menos de 5 %. Todos ellos con relativa estabilidad de los precios.

Ya en otros periodos México había registrado tasas de crecimiento relativamente aceleradas: durante veinte años, entre 1935 y 1953, el Producto Interno Bruto por persona, en términos reales, creció en promedio a una tasa anual de más de 3%. Pero ese crecimiento económico estuvo acompañado, en algunos años, por presiones

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