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Leyendas Coahuila


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2014  •  1.923 Palabras (8 Páginas)  •  311 Visitas

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El Callejón del Diablo

Después que la Santa Inquisición se enfrascara en una cruenta lucha contra las brujas de Monclova, cansado el diablo de esperar en los márgenes del Río Monclova donde comúnmente sostenían sus entrevistas, una noche decidió salir en la búsqueda de sus seguidoras.

Cuentan que esa noche no fue como ninguna de las estrelladas de la ciudad, sino que anocheció más temprano, fue un cielo huérfano de estrellas y las únicas luces que se veían eran los quinqués encendidos que se dejaban ver por las ventanas de las casonas del Monclova antiguo.

En sus andares por la ciudad de los márgenes del río, rumbo a la Plaza Principal donde se había enterado estaban castigando a sus seguidoras, el maligno eligió uno de los muchos callejones de lo que ahora es el centro de la ciudad, el cual se resplandeció por la flama que parecía envolverlo a su paso.

En la época colonial, en Monclova únicamente eran calles las que corren de sur a norte, de acuerdo al historiador Juan Blackaller, y las demás que van de oriente a poniente eran los callejones.

Cuentan quienes lo vieron, que era un hombre bien parecido que llevaba un gato negro en sus brazos, tal como relata la historia, y se presentaba en sus entrevistas con las brujas de Monclova en los márgenes del río.

Desde entonces, la gente religiosa pugnó mucho tiempo para que le quitaran el nombre del Callejón del Diablo porque invocaba al maligno, de modo que le pusieron el Callejón del Golpe, el Callejón del Río, el Callejón del Águila, pero poco después del año 1850, las autoridades eclesiásticas decidieron intervenir y le pusieron el callejón de San Juan.

“Hay en el Archivo Municipal una declaración de bienes de un señor llamado Manuel Castillo que me parece muy simpática, porque dice que tiene su morada de tantos cuartos situada en el Callejón del Diablo, alias Callejón de San Juan”, contó el historiador Juan Blackaller.

También comenta que “fui y le pregunté a la gente de ahí, ¿Cómo se llama aquí? dijeron se llama el Callejón del Diablo, pero que Carlos Páez le puso Jesús Barrera”.

Y es que hay quienes aseguran que de cuando en cuando, la calle Jesús Barrera sin más presenta una iluminación inusual por las noches, atreviéndose algunos a señalar que es porque el Diablo va pasando en busca de sus seguidoras.

UNA VERSIÓN MÁS

Otra versión de la leyenda del Callejón del Diablo en la zona centro de Monclova, es que en una madrugada, en tiempos de la Colonia, unos hombres estaban jugando a la baraja en una casona en lo que ahora es la calle Barrera, que conduce al parque Xochipilli I, pero antes topaba con el Río Monclova.

Cuentan que a las tres de la mañana uno de los jugadores estaba ganando continuamente y dijo: “A mí ni el diablo me gana”, y en eso entró un señor y le dijo “Yo soy el Diablo, vamos a jugar”, y se levantaron todos corriendo despavoridos por la maligna aparición.

Santo Cristo de la Capilla:

Cuenta la leyenda…

El Santo Cristo de la Capilla, con su rostro cansado, no se rinde. Por sus ojos han pasado casi todos los saltillenses desde hace más de cuatro siglos. Él los entiende a la perfección. Aunque los años, las peticiones y los milagros comienzan a notarse en el color de su piel, la sagrada imagen sabe que nunca abandonará a su gente. Es más querido que Santiago Apóstol y San Esteban, patrones originales de Saltillo. Pero él no tiene preferencias. No olvida su llegada y su misión en esta tierra.

“La fe pública nos hace olvidar, cada 6 de agosto, el trauma violento, doloroso de la crucifixión. Sólo queda el prestigio del mártir, la certeza de que ese cuerpo atormentado, elegido para el sufrimiento nos redimirá de nuestros pecados. Queda pues el símbolo, no su origen, no su tránsito, sus dudas, su crisis. Hay muchas cosas que el Evangelio no nos dice, pero que a través de la figura sangrante del Santo Cristo podemos deducir, podemos imaginar...”, reflexionó el escritor Jesús de León.

Nadie mira al Cristo como los saltillenses. Es su Señor y de nadie más. Hoy es un día especial para los fieles porque el santo sale para ver cómo cambia y se transforma su ciudad. “Miles de rostros, miles de manos en alto y sobre ellas un cuerpo desfalleciente. Dolorido y clavado. Todo avanza con la ritual lentitud que caracteriza a estas ceremonias. Si hay una imagen que merezca ser llamada, por antonomasia, saltillense, es ésta: los feligreses cargando al Señor de la Capilla”, agregó De León.

Cientos de generaciones han sido testigos de esta singular escena. Pero aun así la figura del Santo Cristo guarda en su carne interminables misterios y hasta una leyenda. Pero ¿de dónde llegó este adorado visitante?

La mula y la caja: la leyenda

Cuentan las personas que el 6 de agosto de 1608, una despistada mula atravesaba la villa del Saltillo. Iba sola. Los transeúntes la miraban extrañados. En su lomo traía una gran caja. Algunos vecinos se preocuparon por aquel extraviado animal. Pensaron que a lo mejor llevaba mercancía importante o costosa, y

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