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Limpieza De Canales


Enviado por   •  27 de Marzo de 2012  •  5.357 Palabras (22 Páginas)  •  583 Visitas

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN

LICEO BOLIVARIANO “ALEJANDRO FEBRES”

MUNICIPIO RÓMULO GALLEGOS

EL ESPINAL – ESTADO COJEDES

PROYECTO:

AYUDANDO Y CONTRIBUYENDO AL MEJORAMIENTO DE AGUAS ESTANCADAS DE NUESTRA COMUNIDAD “MATA ABDÓN I”

ALUMNAS:

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El agua dulce es la que tiene un índice de sales disueltas muy bajo, de tal manera que al sabor no se aprecian. Es la que aparece, mayoritariamente, sobre las tierras emergidas y en los hielos. También es dulce el agua atmosférica. Pero existen muchos tipos de agua dulce, dependiendo de sus características.

En la naturaleza podemos encontrar el agua circulando por la superficie (agua superficial), pero también infiltrada en el suelo (agua subterránea). Esta agua se infiltra hasta llegar a una capa impermeable llamada capa freática. Cuando esta agua llega a un punto, bajo del terreno y se acumula en la superficie sin posibilidad de desagüe se forma el agua estancada. Cuando esta agua tiene grandes cantidades de nutrientes, y falta de oxígeno, hasta el punto de que sólo permite la vida anaeróbica, se llaman aguas muertas.

EL AGUA no se encuentra en la naturaleza en su forma químicamente pura, compuesta solamente por moléculas H2O, que sólo se da en el laboratorio. Puesto que disuelve ávidamente a la mayoría de los compuestos sólidos, líquidos o gaseosos, en su forma natural se encuentra normalmente impregnada de ellos. Esto en sí es bueno, pues es precisamente el oxígeno disuelto el que permite la vida acuática; los sólidos en solución modulan su actividad química y son aprovechados por los seres vivos. Es interesante hacer notar que el agua químicamente pura no es apropiada para la vida.

Pero esta propiedad de disolver compuestos extraños a ella es la que provoca serios problemas de contaminación: los desechos domésticos o industriales incorporados a las masas de agua llegan a hacerla inadecuada y hasta peligrosa para la vida. Conocer los límites de impurezas que para cada uso pueden aceptarse y estudiar la manera de eliminarlas es una tarea de higiene extremadamente importante para conservar los recursos acuáticos. Tomar conciencia del daño que podemos causar es muy importante pues una vez contaminada, el costo de purificación del agua es muy alto.

Tiempo atrás, cuando la cantidad de agua parecía ser ilimitada o su costo de abastecimiento muy bajo, poco importaba tirar un poco de agua sucia al mar. Hoy en día la amenaza de la escasez y la conciencia de los altos costos de suministro han llevado a establecer reglamentos estrictos de control para las descargas a ríos, mantos y mares. El problema no es lejano ni la responsabilidad es solamente del vecino: todos debemos participar.

Los contaminantes del agua pueden ser de muy diversa índole: residuos sólidos, líquidos o gaseosos; sólidos en suspensión; materia tóxica; microorganismos infecciosos; desechos radiactivos... Estas sustancias dan al agua propiedades indeseables, como corrosividad, incrustabilidad, toxicidad, mal olor, mal sabor y mala apariencia.

Los sólidos en suspensión, cuando son excesivos, reducen la penetración de la luz y por consiguiente limitan la fotosíntesis de las plantas marinas, ocasionando su degradación, lo que a su vez disminuye la aportación que hacen de nutrientes al medio acuático. Cuando el daño es excesivo, las plantas mueren y se provoca la corrupción del medio; el oxígeno disuelto prácticamente desaparece y con ello la posibilidad de sustentar vida. Estas son las "aguas estancadas", de mal olor y apariencia.

Los productos químicos causan alteraciones que pueden llegar a alcanzar gran peligrosidad. Por ejemplo, los plaguicidas tienen componentes de gran agresividad química cuya función es precisamente eliminar formas de vida nocivas. Sin embargo, al ser arrastrados por la lluvia o por las aguas de riego, indirectamente también los resienten otras formas de vida aunque, originalmente, no estuvieran dirigidos a ellas. Inclusive pueden ser asimilados por los peces a los que causan daño, como también a los animales que los consumen, incluido el hombre.

Los fertilizantes contienen fósforo, nitrógeno y potasio, todos ellos necesarios para el crecimiento sano de las cosechas. Pero al ser arrastrados a esteros y lagunas provocan un crecimiento desmedido de las especies acuáticas, alterando el equilibrio ecológico. El medio acuático, al no poder soportar un excesivo crecimiento, se deteriora, mueren muchas plantas y causan descomposición, consumo de oxígeno disuelto en la putrefacción y afectan al ecosistema.

Los detergentes son unos de los peores enemigos del agua, pues en su estructura química contienen compuestos que no se degradan fácilmente. Los fosfatos que los forman generan verdaderas montañas de espuma que interfieren seriamente con la vida acuática, arruinan el valor estético de los cuerpos de agua y son un verdadero dolor de cabeza en los sistemas de tratamiento para su purificación.

Otros contaminantes dañinos son los metales pesados, como el mercurio, el cadmio, el plomo, el arsénico, el cromo, etc. que provocan graves anormalidades en la salud. El cadmio, por ejemplo, trae consigo enfermedades cardiovasculares; el mercurio, que por asimilación de los peces, se transforma en metilmercurio o mercurio orgánico, provoca la pérdida de control en los movimientos, ceguera y finalmente, la muerte. El arsénico es cancerígeno en pequeñas cantidades y letal en dosis medias, como lo son también el plomo y el cromo.

Hay que destacar la contaminación por microorganismos patógenos (nocivos) que producen cólera, hepatitis, fiebre tifoidea y diarreas que fácilmente pueden llegar a ser fatales, sobre todo en niños. Microorganismos mayores como las amibas y la triquina también habitan en las aguas contaminadas (estancadas).

Mientras que en muchos lugares el agua limpia y fresca se da por hecho, en otros es un recurso escaso debido a la falta de agua o a la contaminación de sus fuentes. Aproximadamente 1.100 millones de personas, es decir, el 18 por ciento de la población mundial, no tienen acceso a fuentes seguras de agua potable, y más de 2.400 millones de personas carecen de saneamiento adecuado. En los países en desarrollo, más de 2.200 millones de personas, la mayoría

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