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Lo Que Simplemente No Vemos


Enviado por   •  11 de Enero de 2014  •  1.021 Palabras (5 Páginas)  •  178 Visitas

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Entre ver y entender

En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.

Maquiavelo (1469-1527)

L

a capacidad de ver el mundo es un beneficio de todos, pero el comprenderlo es sólo para aquellos que aprendieron a apropiarse de él. Una línea delgada separa lo que vemos superficialmente de aquello que trasciende a nuestra conciencia; a este hecho se suma otro: vivir en sociedad determina –en buena medida- la forma de ver, puesto que vemos lo que nos enseñan a ver. Este trabajo pondrá en perspectiva ambos casos -el ver y el entender- así, la idea que Maquiavelo planteó hace más de quinientos años no se mostrará muy alejada de nuestra realidad, pues, aunque siempre vemos no siempre entendemos.

El ojo humano es por excelencia el más desarrollado de nuestros sentidos; dependemos de él para maniobrar por el espacio que nos rodea y más aún para comprenderlo, sin embargo, no todo lo que captan nuestros ojos se transforma en información visual consiente. En este momento toma una vital importancia la distinción semántica entre el ver y el mirar, pues mientras ver es el acto automático por el que nuestros ojos determinan un objeto, mirar es establecer una conexión con él; es descubrir, desnudar, transformar el objeto en concepto, en palabra, en sentimiento; es, en el fondo hacerlo nuestro. A diario vemos millones de elementos que aunque pasan por nuestros ojos no se convertirán jamás en imágenes sensibles porque no las meditamos a fondo. Así, el niño que creció en medio de la Plaza Grande limpiando los zapatos de los transeúntes, es para el quiteño promedio algo menos que un elemento del paisaje citadino, en realidad, todos lo ignoramos y difícilmente notaríamos una ausencia repentina. La imagen que viene a nuestra cabeza si evocamos lo último es la de cualquier niño solo o pobre del mundo, pero de ninguno en específico porque es una de las tantas cosas que vimos sin mirar.

Planteemos la situación de que un niño con las características del ejemplo anterior fuese entrevistado por un programa de esos que nos inundan en las mañanas. El hábil ojo de la cámara hará las tomas perfectas que por 6 o 7 minutos nos llevarán a conocer algo de su historia, y probablemente, el reportero cumpla con el primer objetivo de conmovernos y secundariamente, crear en nosotros la ilusión de que el medio de comunicación se preocupa por los problemas de los comunes mortales delante de la pantalla; puede que éste sea un buen motivo para comentar en el almuerzo lo injusto que nos plantea el mundo la tv matutina. Aún así no comprenderíamos todo lo que rodea el hecho de que este niño viva una situación de calle y pocos o ninguno pensaríamos en lo rentable que resulta para un medio de comunicación, exponer tristes historias cuando de captar la atención de los televidentes se trata. El escenario anterior proyecta una característica evidente de nuestra manera de aprender el mundo: desciframos la realidad bajo una óptica social determinada,

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