Los Inocentes De Naiguata
Enviado por reveron • 28 de Septiembre de 2013 • 383 Palabras (2 Páginas) • 277 Visitas
Los Inocentes de Naiguatá
Freddy Reverón
Todos los 28 de diciembre en Pueblo Arriba lo celebran. Es una suerte de liberación femenina anticipada en los tiempos pretéritos ya que las mujeres ese día toman el control de la jefatura civil, la policía y todos los hombres están obligados a obedecerlas so pena de ir a la cárcel o pagar una multa en dinero o especies que luego es utilizada para un gran sancocho al final de la parranda. El pueblo se dividía en dos bandos: la revolución y el gobierno y el divertimento consiste en robarle los músicos a cada parranda de los bandos opuestos. Todo esto era observado en forma distraída por el abuelo de Brígida, la reina del San Juan de Naiguatá, mientras mostraba su dentadura blanca y perfecta a pesar de su avanzada edad. En sus años mozos peleó en las filas de la revolución zamorana y huyéndole al gobierno a través de las montañas de Naiguatá, junto a su camarada indígena cruzaron en silencio por la montaña para no despertar a un espíritu del frío que moraba por esos lares y que tenía mal carácter con los intrusos y así llegaron a Guatire por caminos marcados con viejos jeroglifos que indicaban antiguos ojos de agua. Allá en las antiguas tierras del padre Sojo, le ofrecieron trabajo en una hacienda de café y así durante tres meses laboraron como peones, durmiendo noches cargadas de pesadillas, sombras y rezos que perturbaban el descanso nocturno. Sí les pareció extraño que cada vez que un peón se retiraba, luego del dueño pagarle sus reales, el caporal seguía sigiloso al peón despedido. La curiosidad los hizo espiar desde un matorral, al caporal, quien emboscaba el ex-peón de la hacienda, matándole para luego quitarle el dinero de su jornada. La venganza no tardó en llegar. Ellos pidieron su dinero para irse a su pueblo. Luego del pago, se adelantaron rápidamente, emboscando al caporal quien los seguía con un cuchillo filoso y ese día la muerte vino por él. Viajaron a través de la misma montaña y en absoluto silencio llegaron a Naiguatá donde la gente se alegró de verlos vivos pues ya le habían hecho su novenario y sus rezos.
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