MI BIOGRAFÍA LECTORA
Enviado por Gustavo Rodriguez de la Garza • 2 de Noviembre de 2018 • Biografía • 1.942 Palabras (8 Páginas) • 138 Visitas
- MI BIOGRAFÍA LECTORA
- Miriam C.
Es difícil resumir en solo dos páginas mi biografía lectora, puesto que tengo muchos recuerdos vinculados a esta actividad. En general, podría decir que mi biografía lectora está ligada, en mi opinión, con los dos agentes más importantes en la educación de una persona: la familia y la escuela. Para visualizar de una forma clara cuál ha sido mi evolución como lectora y cuáles han sido los factores que han permanecido a lo largo del tiempo, he decidido organizar esta biografía por etapas cronológicas.
- 0-3 años
Desde que era bebé, mis padres me contaban cuentos por las noches antes de irme a dormir. Uno de ellos era especial, “La ardilla Pelucha”, porque mi padre me lo leía y luego me hacía preguntas para que yo misma lo contara. En ese momento, grababa mi voz en un magnetófono y quedaba registrado cómo interpretaba yo el cuento y las imágenes.
Los álbumes ilustrados y los libros que tenían relieves, eran los que más me gustaban. Pedía a mi madre que me contara las historias una y otra vez.
Poco antes de empezar la escuela, no sé si con 3 o 4 años, mis padres decidieron regalarme mi primera colección de libros. Se trataba de un coleccionable de cuentos clásicos que había adaptado Walt Disney al cine. Me encantaba observar las imágenes a todo color. Mi madre me los leía y yo le pedía que los repitiera una y otra vez. Nunca me cansaba de escucharla contarme cuentos.
Mientras aprendía a leer, mi padre, cada noche, me leía cuentos de un libro gordote verde que contenía los “Cuentos de los Hermanos Grimm”. La letra era muy menuda y tenía un índice con los títulos de cada cuento. Después de leerme uno, lo señalábamos con un punto rojo en el índice, y así, al día siguiente, no repetía el mismo. Más tarde, cuando ya podía leer yo sola, me gustaba repasarlos y releerlos. Entonces me llamó mucho la atención el cuento de “Rapuncel”.
- PRE-ESCOLAR (4-5 años)
Además de mis padres, también mi abuelo me contaba cuentos e historias que él mismo se inventaba, a partir de lo que había leído y de sus propias experiencias. En aquel momento, la protagonista de sus historias era una zorra roja que se burlaba de un cazador. Con el tiempo, he averiguado que a cada nieta le contaba la historia de una manera distinta (cosas de las variantes que se introducen por la transmisión oral).
- CICLO INICIAL (1º Y 2º EGB – 6 Y 7 años)
Aprendí a leer con las fichas “JOGUCAM”, en las que se asociaban los sonidos y las sílabas a imágenes. Me gustaba identificar los colores de las fichas con las letras y las ilustraciones. Aprendí pronto a leer, por eso la repetición diaria matutina del silabario a coro en voz alta, me aburría tremendamente. No le encontraba sentido, yo ya quería leer mucho más.
Los libros de castellano tenían al inicio de cada tema un fragmento de lectura literaria apoyado de ilustraciones. Se me quedó clavado el fragmento de “La perla”, que me sugería aventuras marinas y mundos por explorar.
En ese momento, las imágenes asociadas al texto y los comentarios que iba haciendo la profesora eran fundamentales para mí. La lectura iba vinculada al aprendizaje de vocabulario. Recuerdo el día que aprendí qué era una “jara”.
Los libros de aprendizaje ilustrados me encantaban: diccionarios ilustrados, la ciudad antes y ahora, el campo y la ciudad…
El primer libro que mi padre me compró en unas vacaciones de verano fue “El hombrecito vestido de gris” de Fernando Alonso. Era el primer libro, “ya de mayores” que tenía. Me llamó la atención que algunos cuentos tuvieran más de un final, y que el autor jugara con las imágenes: los números y su relación con un objeto. Con los años, descubriría a Gianni Rodari, que seguía la misma línea.
- CICLO MEDIO (3º, 4º Y 5º DE EGB- 8-10 años)
Esta es, sin duda, una de las etapas lectoras que más recuerdo y que más influyeron en mí. De ella recuerdo, tanto las actividades que hacíamos en la escuela como los títulos de las obras que leía.
En 3º, comenzamos con una hora complementaria en la que nosotros mismos escribíamos cuentos y los elaborábamos en cartulinas de dos colores. Seguíamos una pauta muy sencilla. Estudiábamos qué datos aparecían en la portada y la estructura básica de que consta un cuento.
Para mejorar nuestra comprensión lectora, una hora a la semana bajábamos a la sala de audiovisuales para hacer la actividad del taquitoscopio, cosa que yo odiaba. Por otro lado, también nos hacían pasar por pruebas de velocidad y comprensión lectora. Aquello me superaba, odiaba tener que alcanzar un número determinado de palabras por minuto y contestar los test sobre la lectura con preguntas cerradas y enrevesadas.
Por otro lado, bajábamos a la biblioteca en una hora y podíamos escoger los libros que quisiéramos leer. Me gustaba ver las colecciones de las distintas editoriales, los colores de los lomos, la distribución por edades y temáticas… Destacaban en la biblioteca los clásicos juveniles: la isla del tesoro, Gulliver, Alicia en el país de las maravillas…
Aparte de la biblioteca del centro, en 4º y 5º teníamos la biblioteca de aula, formada por los libros que cada uno había comprado a partir de un listado elaborado por la profesora. Cada quince días uno de nosotros se encargaba de la biblioteca: revisaba las fichas de préstamos, así como que el armario de los libros estuviera ordenado… A mí me gustaba ejercer esas funciones. Una hora a la semana la teníamos asignada a la lectura.
También teníamos unas horas dedicadas al libro-forum. La maestra lo llamaba así, pero nunca hablábamos del libro de forma colectiva, sino que contestábamos unas preguntas por grupos. Cada trimestre, supongo, teníamos que leer el mismo libro toda la clase. El zoo de Pitus, La bruja novata y El océano galáctico fueron tres obras objeto del libro-forum. De la última preparamos por equipos preguntas sobre el contenido para realizar un concurso tipo VIP Noche.
Los libros que leía podría dividirlos en dos apartados: aquellos que me obligaban a leer en la escuela, y aquellos que leía por elección propia. En esta etapa, me aficioné mucho a la colección de “elige tu propia aventura” de la editorial Timún Mas. Por mi cuenta leí : El don de la estrella de Og Mandino; Charlie y la fábrica de chocolate; Aura Gris; la colección de Los cinco, y la de Torres de malory; Los chicos de Bullerbyn, qu eme prestó una compañera de clase.
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