Manifestacion Del Trabajo En La Epoca Feudal
Enviado por daniel221 • 3 de Septiembre de 2013 • 2.791 Palabras (12 Páginas) • 469 Visitas
EL FEUDALISMO.
Es una formación social y económica caracterizada por el predominio de la economía agraria y en la que buena parte de la población, en distintos grados, según los países, estaba sujeta personalmente a los propietarios o a la tierra que trabajaban. El sistema feudal creó una forma de organización social en su conjunto, en todos los niveles, desde el económico hasta el ideológico, pasando por el institucional y político.
El feudalismo es el producto de la síntesis de "formas germánicas y romanas, que dieron origen a un nuevo orden social".
Las relaciones feudo-vasalláticas fueron establecidas entre hombres libres, con un vínculo de reciprocidad y ayuda mutua, que generaba obligaciones militares, rentas monetarias y en especie. Como consecuencia de este sistema, el campesino adquiría el compromiso de trabajar el campo, pero no en calidad de esclavo; sin embargo, no podía disponer libremente de su fuerza de trabajo o del resultado de ésta. La feudalización se extendió con diferente intensidad a los distintos territorios europeos; por tanto, presentó características divergentes. La primera fase de la Edad Media fue caracterizada por la servidumbre de la gleba. A partir del siglo XI se produjo un reforzamiento del poder señorial y la caída en la servidumbre de un amplio sector de la población agraria. Se consolidaron las superestructuras institucionales y espirituales del feudalismo en un proceso que coincidió con el desarrollo de la agricultura y el comercio, también con el nacimiento y fortalecimiento de las primeras ciudades. El periodo entre los años 1150 y 1300 marcó la fase de apogeo del régimen feudal con un incremento de las exigencias señoriales. En una segunda fase la producción pasó a dominar la pequeña explotación campesina, aun cuando las relaciones de producción continuarían determinadas por la apropiación de buena parte del producto agrario a favor de los señores feudales, en forma de renta metálica o en especie.
Las ciudades, motor del cambio en la sociedad feudal, iniciaron su desarrollo a partir del siglo XI, y su nota peculiar fue el predominio del trabajo como rasgo definitivo. El trabajo industrial o el mercantil eran los elementos más importantes de la vida ciudadana. El siervo podía transformarse en ciudadano libre si conseguía huir de su señor y permanecer en la ciudad realizando un trabajo el tiempo necesario para conseguir una carta de ciudadanía.
1. El trabajo en la sociedad feudal europea
Ser hombre de otro hombre: no hay en el vocabulario feudal alianza de palabras más extendida que ésta ni de un sentido más pleno. Común a las lenguas románicas y germánicas, servía para expresar la dependencia personal, fuese cual fuese la naturaleza jurídica exacta del vínculo y sin que sirviese de óbice ninguna distinción de clase. El conde era el hombre del rey como el siervo era el de su señor rural. A veces en un mismo texto, con algunas líneas de intervalo, se evocaban condiciones radicalmente diferentes. Por ejemplo, hacia fines del siglo XI, en un memorial de unas monjas normandas de clausura, se quejaban de que sus hombres -es decir, sus campesinos- fuesen obligados por un gran señor a trabajar en los castillos de sus hombres -entiéndase sus caballeros, sus vasallos-. El equívoco no sorprendía en absoluto porque, a pesar del abismo que existía en la gradación social, la idea se refería al elemento común: la subordinación de un individuo a otro.
Una de las más significativas de estas relaciones de dependencia fue el vasallaje.
El homenaje en la época feudal
La idea de un vínculo contractual individual entre el rey y sus vasallos, fue práctica común en la época feudal. De ello nos da noticia Marc Bloch al mencionar el ritual de subordinación y dependencia en aquella época:
He aquí, frente a frente a dos hombres: uno quiere servir, el otro acepta o desea ser jefe. El primero junta las manos y las coloca, así unidas, en manos del segundo: claro símbolo de sumisión, cuyo sentido se acentuaba a veces en una genuflexión.
Al propio tiempo, el personaje de las manos cerradas pronunciaba algunas palabras, muy breves, por las que se reconoce el hombre del que tiene enfrente. Después, jefe y subordinado se besan en la boca: símbolo de conciliación y amistad.
Este tipo de actos servía para anudar uno de los vínculos sociales más fuertes que conoció la era feudal. Con frecuencia, el subordinado era llamado, sin más, el hombre de este señor. Alguna vez con más precisión su hombre de boca y manos. Es decir, el que se une a un señor se hace homo suus "hombre suyo", en un acto solemne y formal que desde el siglo XI se califica de hoomminaticum, hominium u hommagium "por el que se hace hombre", homenaje u homenatge, en catalán. El vasallo ratifica su declaración con el acto simbólico de poner sus manos entre las del señor; lo cual significa que "se pone en sus manos, se entrega y somete a éste". El homenaje era, en una palabra, el verdadero creador del vasallaje, bajo su doble aspecto de dependencia y protección.
Desde su origen, las relaciones de dependencia tuvieron su aspecto económico, el vasallaje, igual que las demás. El único señor verdadero era el que daba algo. El jefe de un grupo de vasallos, como todo patrono, tenía dos opciones en cuanto a la remuneración que debía dar a sus vasallos: podía retener al hombre en su vivienda, alimentarlo y vestirlo a su costa, o bien, atribuyéndole una tierra, o al menos unas rentas fijas sacadas del suelo, dejarle a su propio cuidado. A esto se llamaba Chaser en los países de lengua francesa, o sea, dar casa, dotarle de una vivienda particular (casa).
En Inglaterra, en la época medieval, veamos cuál era la situación imperante. En cuanto al aspecto económico de la vida en las ciudades y en el campo, fue en la época de los Tudor cuando comenzaron las cosas a caer, con velocidad creciente, hacia la formación de las grandes propiedades territoriales y heredades agrícolas.
El capitalismo se estableció en algunos ramos de la economía mucho antes. Del mismo modo, "la emancipación de los siervos y el consiguiente hundimiento del sistema feudal, del señorío medieval se había consumado".
La Iglesia llevó a Escocia libertad y servidumbre a la vez. Un espíritu de tiranía, no sacerdotal, pero sí democrático, pugnó por dictar el dogma y la disciplina de la nueva religión al gobierno del país, al paisano en su cortijo y al señor en su mansión. Al final, el poder de la Iglesia fue subordinado al del Estado, aunque no sin haber introducido un cambio notable. Transformó al escocés de las tierras bajas, de un fiero vasallo feudal, ignorante de todo, excepto de la espada y el arado, en el paisano mejor educado de Europa.
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