Mejor Me Callo
Enviado por primariayes • 27 de Mayo de 2013 • 1.122 Palabras (5 Páginas) • 278 Visitas
MEJOR ME CALLO
El, Riqui, que era mi amigo, venía todas las tardes a buscarme para andar en bici. Casi siempre, los chicos del barrio al vernos, nos decían groserías.
Yo ni movía la cabeza; pero él, ¡pobre!, se ponía todo colorado.
Venía todas las tardes hasta que un día, no vino. Me dejó esperando. Estuve un rato larguísimo con la bici y nada. No apareció.
Bueno, está bien, sí, me dio un poco de rabia, sin embargo, cuando volví a verlo, tan alto, con esa sonrisa redulce que tenía, se me pasó todo. Le brillaban los ojos al saludarme.
-Ayer te esperé ...-dije.
-¡No sabés lo que me pasó! -contestó.
Y, entonces, me contó que en la esquina de su casa se había mudado una chica y que él, Riqui, había estado ayudando a descargar paquetes.
-¡No sabés la que te perdiste! -dijo -después me dieron un montón de golosinas.
Y allí mismo, me regaló unos chocolates diciendo que los había guardado para mí. Estaba tan contento que me invitó a ir hasta su casa ya que yo no la conocía.
Al rato, pasamos por una casita de puerta verde.
-¡Mirá! Mi papá pintó el frente -dijo -y aquí es donde se mudó la chica nueva.
Justo en ese momento, apareció ella. De pelo castaño, un poco gordita, al vernos, lo saludó muy sonriente. ¿La verdad? No me gustó nada. Llevaba un moño colorado en la cabeza y se movía como una gallina. No me gustó, así que cuando pasamos a su lado, le di vuelta la cara.
Lo mejor de esa tarde fue que los dos nos divertimos a lo grande. Claro que no todos los días amanecen con sol, Pasaron tres tardes. Tres. Estoy segura. Las conté. A la cuarta, apareció serio como nunca. Yo también me puse seria cuando lo saludé. No es cosa de andar dejando que a una la dejen plantada as cada rato.
Él, Riqui, me hizo una seña para que lo acompañara, entonces, lo seguí mientras pensaba en la chica nueva ¡me daba una rabia! A los dos minutos, empezaron los pavotes.
-¡Chau, preciosa! ¿No querés que te llevemos en la bici?
Esa vez, Riqui ni los miró ni nada. Caminaba con las manos en los bolsillos y la cabeza baja, ¿en qué pensaría?
-Tengo miedo -dijo de golpe.
Le pregunté de qué, pero él, Riqui, no me contestó. Sonrió un poquito triste sin dejar de caminar y se fue.
Ahora, pienso que si en lugar de quedarme callada la boca, hubiera hablado, tal vez, no andarían todos así como andan, desesperados y yo no tendría que callarme lo que sé. Después, pasó un tiempo largo y no nos vimos. Hasta que una mañana, me lo encontré en la panadería. Casi no lo reconocí. Tenía los ojos hundidos, la ropa le bailaba de grande.
-¿Estás enfermo? -le dije cuando salimos.
Él, Riqui, se puso mal, le empezó a temblar la boca y se tapó la cara con las manos. Esa vez, sí que me olvidé del enojo y seguí a su lado hasta que se tranquilizó.
-Me persigue un fantasma -dijo, y yo le solté la carcajada en la cara. Estaba segura de que me había tomado por idiota.
-Me persigue un fantasma, te digo -repitió.
Como insistía, le pedí que me acompañara a casa y que me contara. Él, Riqui, empezó a hablar.
-En cuanto me quedo solo, aparece.
...